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León XIV durante la Misa en Albano. Foto: Vatican News. Dominio público |
El Papa León XIV ha visitado este domingo la localidad de Albano, donde ha celebrado Misa y comerá con un centenar de personas en situación de dificultad en el Borgo Laudato Si’, un proyecto ecológico y social inspirado en la encíclica del Papa Francisco.
El grupo que almorzará con el Papa forma parte de la casa de acogida Cardinal Pizzardo, del dormitorio Francesco para hombres y huéspedes de la casa de acogida Don Orione di Anzio, entre otros.
Durante la homilía de la Misa celebrada en el santuario de Santa Maria della Rotonda, el Papa ha destacado la forma circular del edificio, «cuyos muros nos abrazan» y «nos hacen sentir acogidos en el seno de Dios». La Iglesia, ha dicho a los presentes, «por fuera, como algunas realidades humanas, puede parecernos áspera; pero su realidad divina se manifiesta cuando atravesamos la puerta y encontramos acogida».
Entonces «nuestra pobreza, nuestra vulnerabilidad y sobre todo los fracasos por los que podemos ser despreciados y juzgados —y en ocasiones nosotros mismos nos despreciamos y nos juzgamos— son finalmente acogidos en la dulce fuerza de Dios, un amor sin asperezas e incondicional», ha recordado a los presentes, entre los que se encontraban los comensales del almuerzo de después y los voluntarios que entregan su tiempo al cuidado y atención de estas personas; unas 250 personas aproximadamente, mientras fuera alrededor de 2.000 fieles han seguido la liturgia a través de una pantalla gigante instalada en la plaza frente al santuario. Junto a varias las autoridades civiles de la localidad, han estado presentes Vincenzo Viva, obispo de Albano y Adriano Gibellini, rector del santuario.
«El mundo nos acostumbra a intercambiar la paz con la comodidad, el bien con la tranquilidad», ha destacado. «Quizás nuestros mismos familiares, como preanuncia el Evangelio, e incluso los amigos se dividirán en esto. Y alguno nos aconsejará que no arriesguemos ni nos desgastemos, porque lo importante es estar tranquilos y los demás no merecen ser amados», pero «el bautismo de la cruz es una inmersión total en los riesgos que conlleva el amor».
La Misa «fortalece esta decisión; es la decisión de ya no vivir para nosotros mismos y de llevar fuego al mundo. No el fuego de las armas, ni tampoco el de las palabras que incineran a los demás. No, sino el fuego del amor, que se abaja y sirve, que opone el cuidado a la indiferencia y la mansedumbre a la prepotencia; el fuego de la bondad, que no cuesta como los armamentos, sino que renueva el mundo gratuitamente».
León XIV ha agradecido a los voluntarios presentes que «se comprometen para llevar el fuego de la caridad». Y ha animado «a no distinguir entre el que asiste y el que es asistido, entre el que parece dar y el que parece recibir, entre el que se presenta pobre y el que siente la necesidad de ofrecer tiempo, capacidades y ayuda».
Cada uno, ha concluido, «es un don para los demás. Derribemos los muros». Y vuelto a dar gracias «a quienes trabajan en cada comunidad cristiana para facilitar el encuentro entre personas distintas por su procedencia, por su situación económica, psicológica, afectiva».
Adriano Gibellini, rector del santuario, explicó en una entrevista con los medios vaticanos que el lugar comenzó a ser un punto de referencia para los cristianos aproximadamente en el siglo VIII, ya que los lugareños siempre han sido devotos de una pintura de la Virgen traída desde Grecia y colocada en el templo. En el siglo XIX, cuando la zona fue afectada por un terremoto, varias tormentas y una epidemia, «esta Virgen se convirtió en el centro de oración». Desde entonces, en el santuario se pide fervientemente la intercesión de la Virgen, especialmente en tiempos difíciles.
Fuente: Alfa y Omega