En la Audiencia general del miércoles, el pontífice ha continuado su
reflexión sobre las bienaventuranzas
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Antoine Mekary | ALETEIA |
El papa Francisco invitó amar en
abundancia pidiendo a Dios la gracia: “De amar con la sonrisa, de amar con la
cercanía, con el servicio y también con el llanto”. Lo dijo durante la audiencia
general del miércoles 12 de diciembre de 2020 en el aula Pablo VI del
Vaticano.
“Si tenemos
siempre presente que Dios “no nos trata según nuestros pecados ni nos paga
según nuestras faltas” (Sal 103, 10), vivimos en la misericordia y en la compasión,
y el amor aparece en nosotros”, agregó.
«Bienaventurados
los que lloran, porque serán consolados», ha sido el tema de la reflexión de
hoy, en el marco del ciclo de catequesis sobre las bienaventuranzas.
Francisco
instruyó hoy a los fieles sobre “el dolor interior que nos abre a una auténtica
relación con el Señor y con el Prójimo”. Se trata de una “actitud
fundamental en la espiritualidad cristiana”.
Llanto de luto
Respecto al dolor que acerca al amor de
Dios y el prójimo, el Pontífice señaló el primero: la aflicción causada por la
muerte o por el sufrimiento de alguien que amamos.
Es decir, aludió al significado del luto, “que es siempre amargo y doloroso,
que paradójicamente puede ayudarnos a tomar conciencia de la vida, del valor
sagrado e insustituible de toda persona y de la brevedad del tiempo”.
Llanto por el mal ocasionado
El segundo, un llanto por el dolor de
nuestros pecados, provocado por haber ofendido a Dios y al prójimo.
Así, indica “el llanto por el
mal ocasionado, por el bien que no se hizo y por la deslealtad a la relación
con Dios; es un llanto por no haber correspondido al amor incondicional del
Señor hacia nosotros, por el bien que no quisimos hacer, por no haber querido a
los demás”.
“El dolor por haber ofendido y
herido a quien amamos es lo que llamamos el sentido del pecado, que es don Dios
y obra del Espíritu Santo, siempre nos perdona y corrige con ternura”, añadió.
Pedir perdón a Dios
La belleza del arrepentimiento, la belleza
del llanto, de la constricción, remarcó. Sucesivamente, Francisco insistió
sobre una gracia para pedir a Dios: “Señor que yo pueda entender el pecado que
he hecho o que puedo hacer. Este un dono muy grande. De entender esto, entonces
el llanto del sufrimiento llega”.
La vida cristiana – afirmó –
tiene en la misericordia su máxima expresión. Sabio y valiente es aquel que ha
acogido el dolor relacionado con el amor porque recibirá la consolación, del
Espíritu Santo que es la ternura de Dios que perdona y corrige.
“Dios siempre perdona, no se
olviden de esto. Dios siempre perdona hasta los pecados más graves, siempre. El
problema está en nosotros que nos cansamos de pedir perdón. Este es el
problema: cuando uno se cierra y no pide perdón”.
En otro momento, el Pontífice
que exploró el dolor como dimensión de la compasión y el amor, pidió oraciones
por China y sus ciudadanos en el contexto de la difusión
del corona
virus que ha causado hasta ahora más de mil víctimas y por
el pueblo de Siria y la guerra que cobra vidas civiles, especialmente de niños.
Por último, Francisco saludó a los
peregrinos: “Pidamos al Señor que nos conceda el don de las lágrimas por
nuestra falta de amor a Dios y al prójimo, y que por su compasión y
misericordia nos permita amar a nuestros hermanos y dejar que entren en nuestro
corazón amar. Que Dios los bendiga”.
Ary Waldir Ramos Díaz
Fuente:
Aleteia