Precisa
el Pontífice que no pretende sustituir ni repetir el Documento Final que nos
invita a leer “íntegramente”
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Publicada este 12 de febrero la Exhortación Apostólica post-sinodal del Papa Francisco
"Querida Amazonia"
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Publicada
la Exhortación post-sinodal sobre la Amazonia. El documento traza nuevos
caminos de evangelización y cuidado del ambiente y de los pobres. Francisco
desea un nuevo impulso misionero y alienta el papel de los laicos en las
comunidades eclesiales.
“La
querida Amazonia se muestra ante el mundo con todo su esplendor, su drama, su
misterio”. Así comienza la Exhortación apostólica post-sinodal, Querida Amazonia.
El Pontífice, en los primeros puntos (2-4) explica “el sentido de esta
Exhortación” llena de referencias a documentos de las Conferencias Episcopales
de los países amazónicos, pero también a poemas de autores relacionados con la
Amazonia. Hace hincapié en que desea “expresar las resonancias” que el Sínodo
ha provocado en él. Y precisa que no pretende sustituir ni repetir el Documento
Final que nos invita a leer “íntegramente”, esperando que toda la Iglesia se
deje “enriquecer e interpelar” por él y que la Iglesia de la Amazonia se
comprometa “en su aplicación”.
Francisco
comparte sus “Sueños para la Amazonia” (5-7), cuyo destino debe preocupar a
todos, porque esta tierra también es “nuestra”. Formula “cuatro grandes
sueños”: que la Amazonia “luche por los derechos de los más pobres”, “preserve
la riqueza cultural”, “custodie celosamente la abrumadora hermosura natural” y,
por último, que las comunidades cristianas sean “capaces de entregarse y
encarnarse en la Amazonia”.
El sueño social: Que la
Iglesia esté al lado de los oprimidos
El
primer capítulo de Querida Amazonia se centra en el “Sueño social”
(8). Destaca que “un verdadero planteo ecológico” es también un “planteo
social” y, si bien aprecia el “buen vivir” de los indígenas, advierte contra el
“conservacionismo” que solo se preocupa por el medioambiente. En tonos
vibrantes, habla de “injusticia y crimen” (9-14). Recuerda que Benedicto XVI ya
había denunciado “la devastación ambiental de la Amazonia”. Los pueblos
originarios, advierte, sufren el “sometimiento” tanto de los poderes locales
como de los externos. Para el Papa las operaciones económicas que alimentan la
devastación, los asesinatos, la corrupción, merecen el nombre de “injusticia y
crimen”. Y con Juan Pablo II reitera que la globalización no debe convertirse
en un nuevo colonialismo.
Que los pobres sean
escuchados sobre el futuro de la Amazonia
Ante
tal injusticia, el Pontífice pide “indignarse y pedir perdón” (15-19). Para
Francisco son necesarias “redes de solidaridad y desarrollo” y llama al
compromiso de todos, incluyendo a los líderes políticos. A partir de aquí, el
Papa se detiene en el tema del “sentido comunitario” (20-22). Recuerda que para
los pueblos amazónicos las relaciones humanas “están impregnadas por la
naturaleza circundante”. Por esta razón, escribe, viven como un verdadero
“desarraigo” cuando son “obligados a emigrar a la ciudad”. La última parte del
primer capítulo está dedicada a las “Instituciones dañadas” (23-25) y al
“Diálogo social” (26-27). El Papa denuncia el mal de la corrupción que envenena
al Estado y sus instituciones. Y espera que la Amazonia se convierta en “un
lugar de diálogo social”, en primer lugar, “con los últimos”. La de los pobres,
advierte, ha de ser “la voz más potente” en la Amazonia.
El sueño cultural: cuidar
el poliedro amazónico
El
segundo capítulo está dedicado al “Sueño cultural”. Francisco inmediatamente
deja claro que “promover la Amazonia” no significa “colonizarla culturalmente”
(28). Así, utiliza una imagen que le es muy querida: “el poliedro amazónico”
(29-32). Es necesario luchar contra la “colonización postmoderna”. Para
Francisco es urgente “cuidar las raíces” (33-35). Citando a Laudato si’ y Christus
vivit, subraya que la “visión consumista del ser humano” tiende a “homogeneizar
las culturas” y esto repercute especialmente en los jóvenes. A ellos, el Papa
les pide “hacerse cargo de las raíces”, que “recuperen la memoria dañada”.
No a un indigenismo
cerrado, sino a un encuentro intercultural
La
Exhortación se centra entonces en el “encuentro intercultural” (36-38). Incluso
las “culturas supuestamente más evolucionadas”, observa, pueden aprender de los
pueblos que “desarrollaron un tesoro cultural estando enlazadas con la
naturaleza”. La diversidad, por lo tanto, no es “una frontera”, sino “un
puente”, y dice no a un “indigenismo completamente cerrado”. La última parte
del capítulo II está dedicada al tema “culturas amenazadas, pueblos en riesgo”
(39-40). En cualquier proyecto para la Amazonia, es su recomendación, “hace
falta incorporar la perspectiva de los derechos de los pueblos”. Estos, añade,
difícilmente podrán “quedar indemnes” si el entorno en el que nacieron y se
desarrollaron “se daña”.
El sueño ecológico: Unir
el cuidado del ambiente y el de las personas
El
tercer capítulo, “Un Sueño Ecológico”, es el que se relaciona más
inmediatamente con la Encíclica Laudato si’. En la introducción (41-42) se
destaca que en la Amazonia existe una estrecha relación del ser humano con la
naturaleza. El cuidado de nuestros hermanos como el Señor nos cuida, reitera,
“es la primera ecología que necesitamos”. El cuidado del medioambiente y el
cuidado de los pobres son “inseparables”. Francisco, entonces, vuelca su
atención al “sueño hecho de agua” (43-46). Cita a Pablo Neruda y a otros poetas
locales sobre la fuerza y la belleza del río Amazonas. Con sus poemas, escribe,
“nos ayudan a liberarnos del paradigma tecnocrático y consumista que destroza
la naturaleza”.
Escuchar el grito del
Amazonas, que el desarrollo sea sostenible
Para
el Papa, es urgente escuchar “el grito de la Amazonia” (47-52). Recuerda que el
equilibrio planetario depende de su salud. Hay, escribe, fuertes intereses no
solo locales, sino también internacionales. La solución, por lo tanto, no es la
“internacionalización” de la Amazonia, sino que debe crecer “la responsabilidad
de los gobiernos nacionales”. El desarrollo sostenible, continúa, requiere que
los habitantes estén siempre informados sobre los proyectos que les conciernen
y espera la creación de “un sistema normativo” con “límites infranqueables”.
Así, invita a la “Profecía de la contemplación” (53-57). Escuchando a los
pueblos originarios, subraya, podemos amar a la Amazonia “y no solo
utilizarla”; podemos encontrar en ella “un lugar teológico, un espacio donde
Dios mismo se muestra y convoca a sus hijos”. La última parte del capítulo III
se centra en la “Educación y los hábitos ecológicos” (58-60). El Papa señala
que la ecología no es una cuestión técnica, sino que siempre incluye “un
aspecto educativo”.
El sueño eclesial:
Desarrollar una Iglesia con rostro amazónico
El
último capítulo, el más contundente, está dedicado “más directamente” a los
pastores y fieles católicos y se centra en el “Sueño eclesial”. El Papa invita
a “desarrollar una Iglesia con rostro amazónico” a través de un “gran anuncio
misionero” (61), un “anuncio indispensable en la Amazonia” (62-65). Para el
Papa no basta con llevar un “mensaje social”. Estos pueblos tienen “derecho al
anuncio del Evangelio”, de lo contrario “cada estructura eclesial se
convertirá” en una ONG. Una parte sustancial se dedica entonces a la
inculturación. Retomando la Gaudium et Spes, habla de la “inculturación”
(66-69) como un proceso que lleva “a la plenitud a la luz del Evangelio” lo
bueno que existe en las culturas amazónicas.
Una renovada inculturación
del Evangelio en la Amazonia
El
Papa mira más profundamente, señalando los “Caminos de inculturación en la
Amazonia” (70-74). Los valores presentes en las comunidades originarias,
escribe, deben ser “recogidos en la evangelización”. Y en los dos párrafos
siguientes se centra en la “inculturación social y espiritual” (75-76). El Papa
señala que, dada la pobreza de tantos habitantes de la Amazonia, la
inculturación debe tener un “perfume marcadamente social”. Al mismo tiempo, sin
embargo, la dimensión social debe integrarse con la dimensión “espiritual”.
Sacramentos accesibles a
todos, especialmente a los pobres
La
Exhortación indica entonces los “puntos de partida para una santidad amazónica”
(77-80) que no deben copiar “modelos de otros lugares”. Destaca que “es posible
recoger de alguna manera un símbolo indígena sin calificarlo necesariamente de
idolatría”. Se puede valorar, añade, un mito “cargado de sentido espiritual”
sin considerarlo necesariamente “un error pagano”. Lo mismo se aplica a algunas
fiestas religiosas que, aunque requieren un “proceso de purificación”,
“contienen un significado sagrado”.
Otro
pasaje significativo de Querida Amazonia es sobre la inculturación de
la liturgia (81-84). El Pontífice constata que el Concilio Vaticano II había
pedido un esfuerzo de “inculturación de la liturgia en los pueblos indígenas”.
También recuerda, en una nota al texto, que en el Sínodo “surgió la propuesta
de elaborar un rito amazónico”. Los sacramentos, exhorta, “deben ser
accesibles, sobre todo para los pobres”. La Iglesia, enfatiza recordando
a Amoris laetitia, no puede convertirse en una “aduana”.
Que los obispos
latinoamericanos envíen misioneros a la Amazonia
Vinculado
a esto está el tema de “la inculturación de la ministerialidad” (85-90) al que
la Iglesia debe dar una respuesta “valiente”. Para el Papa debe garantizarse
“una mayor frecuencia de la celebración de la Eucaristía”. A este respecto,
reitera, es importante “determinar qué es lo más específico del sacerdote”. La
respuesta, se lee, está en el sacramento del Orden que habilita solo al
sacerdote para presidir la Eucaristía. ¿Cómo, entonces, “asegurar ese
ministerio sacerdotal” en áreas remotas? Francisco exhorta a todos los obispos,
especialmente a los latinoamericanos, “a ser más generosos”, orientando a
aquellos que “muestran vocación misionera” a elegir la Amazonia y los invita a
revisar la formación de los sacerdotes.
Favorecer un protagonismo
de los laicos en la comunidad
Después
de los sacramentos, Querida Amazonia se detiene en las “comunidades
repletas de vida” (91-98) en las que los laicos deben asumir “responsabilidades
importantes”. Para el Papa, de hecho, no se trata “solo de facilitar una mayor
presencia de ministros ordenados”, un objetivo “limitado” si no se suscita
“nueva vida en las comunidades”. Por lo tanto, se necesitan nuevos “servicios
laicales”. Solo a través de un “contundente protagonismo de los laicos”,
reitera, la Iglesia podrá responder a los “desafíos de la Amazonia”. Para el
Pontífice, las personas consagradas ocupan también un lugar especial, al tiempo
que recuerda el papel de las comunidades de base que han defendido los derechos
sociales y alienta en particular la actividad de la REPAM y de los “equipos
misioneros itinerantes”.
Nuevos espacios para las
mujeres, pero sin “clericalizaciones”
El
Papa dedica un espacio propio a la fuerza y al don de las mujeres (99-103).
Reconoce que en la Amazonia algunas comunidades se han mantenido solo “gracias
a la presencia de mujeres fuertes y generosas”. Sin embargo, advierte que no se
debe reducir “la Iglesia a estructuras funcionales”. Si este fuera el caso, de
hecho, solo se les daría un papel si tuvieran acceso al Orden Sagrado. Para el
Papa la clericalización de la mujer debe ser rechazada, aceptando en cambio la
contribución según el modo femenino que prolonga “la fuerza y la ternura de
María”. Él alienta el surgimiento de nuevos servicios femeninos, que - con el
reconocimiento público de los obispos – incidan en las decisiones de las
comunidades.
Que los cristianos luchen
unidos para defender a los pobres de la Amazonia
Para
el Papa es necesario “ampliar horizontes más allá de los conflictos” (104-105)
y dejarnos desafiar por la Amazonia para “superar perspectivas limitadas” que “se
quedan clausuradas en aspectos parciales”. El capítulo IV termina con el tema
de la “Convivencia ecuménica e interreligiosa” (106-110). El Papa invita a los
creyentes a “encontrar espacios para conversar y para actuar juntos por el bien
común”. “¿Cómo no luchar juntos? - pregunta Francisco- ¿Cómo no orar juntos y
trabajar codo con codo para defender a los pobres de la Amazonia?”
Confiemos la Amazonia y
sus pueblos a María
Francisco
concluye Querida Amazonia con una oración a la Madre de la Amazonia
(111). “Madre, mira a los pobres de la Amazonia”, recita un pasaje de su
oración, “porque su hogar está siendo destruido por intereses mezquinos (…)
Toca la sensibilidad de los poderosos, porque aunque sentimos que ya es tarde
nos llamas a salvar lo que todavía vive”.
Alessandro
Gisotti – Ciudad del Vaticano
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