En su homilía, el cardenal Pietro Parolin, en el segundo de los Novendiales en sufragio del Pontífice, se detuvo en un rasgo del magisterio de Francisco
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En la homilía
de la Misa en sufragio de Francisco, en el segundo de los Novendiales, el
cardenal Parolin recordó que el propio Pontífice había dicho al mundo que
«nunca podrá haber paz si no aprendemos a perdonarnos unos a otros». A los
numerosos jóvenes presentes en la Plaza de San Pedro, la invitación a mirar a
la verdadera esperanza que es Jesús
Un día soleado
como el de ayer, una multitud de fieles y muchos jóvenes, unos doscientos mil,
que acudieron a Roma con motivo del Jubileo de los adolescentes. Es
como si, aún hoy, en el segundo domingo de Pascua, Domingo de la Divina
Misericordia, aquel abrazo al Papa Francisco que comenzó con el homenaje a sus
restos por parte de miles de personas en la Basílica Vaticana, continuara en la
Misa funeral celebrada el sábado por la mañana, en la procesión que lo acompañó
hasta la Basílica de Santa María la Mayor donde fue enterrado.
En su homilía,
el cardenal Pietro Parolin, en el segundo de los Novendiales en sufragio del
Pontífice, se detuvo en un rasgo del magisterio de Francisco: la misericordia
que inspira «su intensa actividad apostólica, junto con el ansia de anunciarla
y compartirla con todos y que ha sido el programa de su pontificado». La
misericordia, como subrayó repetidamente el Papa, «es el nombre mismo de Dios»
y nadie puede poner límites al amor del Padre que «quiere resucitarnos y hacer
de nosotros personas nuevas».
“Nuestro
afecto por él, que se manifiesta en estas horas, no debe quedarse en una mera
emoción del momento; debemos acoger su legado y hacer que se convierta en una
vida vivida, abriéndonos a la misericordia de Dios y haciéndonos también
misericordiosos los unos con los otros”
No hay paz
sin misericordia
La Iglesia de
Jesús está hecha, subraya Parolin, de discípulos que se hacen «instrumentos de
misericordia para la humanidad».
“El Papa
Francisco ha sido testigo luminoso de una Iglesia que se inclina con ternura
hacia los heridos y cura con el bálsamo de la misericordia; y nos ha recordado
que no puede haber paz sin reconocer al otro, sin cuidar a los más débiles y,
sobre todo, nunca podrá haber paz si no aprendemos a perdonarnos unos a otros,
usando entre nosotros la misma misericordia que Dios tiene hacia nuestra vida”
Un mundo
nuevo que nace del perdón
La
misericordia, subraya el ex secretario de Estado vaticano, es el «corazón de la
fe», que nos llama a repensar nuestra relación con Dios, no según categorías
humanas o mundanas, «porque la buena noticia del Evangelio es ante todo el
descubrimiento de ser amados por un Dios que tiene entrañas de misericordia y
de ternura para cada uno de nosotros, independientemente de nuestros méritos».
De ahí la invitación a vivir las relaciones en el signo del diálogo con el otro
y en el perdón de sus debilidades y errores.
“Sólo la
misericordia cura, sólo la misericordia crea un mundo nuevo y apaga el fuego de
la desconfianza, del odio y de la violencia: ésta es la gran enseñanza del Papa
Francisco”
Tristeza por
la muerte del Papa
Refiriéndose al
Evangelio de hoy con el desconcierto de los apóstoles tras la muerte de Jesús,
que luego se les muestra con la luz de la Resurrección, el cardenal recuerda
que también hoy con el fallecimiento de Francisco se sienten los mismos
sentimientos.
“El dolor
por su partida, el sentimiento de tristeza que nos asalta, la agitación que
sentimos en el corazón, el sentimiento de pérdida: todo esto lo experimentamos,
como los apóstoles afligidos por la muerte del Señor”
Alegría
pascual en los rostros de los jóvenes
Hay una alegría
pascual que se mantiene en la prueba; una alegría, subrayó Parolin entre
aplausos, que «hoy es algo que casi se puede tocar en esta plaza; se ve impresa
sobre todo en sus rostros, queridos jóvenes y adolescentes que han venido de
todo el mundo para celebrar el Jubileo».
Les dirijo
un saludo especial, que dirijo también a los obispos que los acompañan, a los
sacerdotes, a los catequistas, a los animadores de sus grupos. Un saludo
especial con el deseo de hacerles sentir el abrazo de la Iglesia y el afecto
del Papa Francisco, a quien le hubiera gustado encontrarlos, mirarlos a los
ojos y pasar entre ustedes para saludarlos.
Mirar a
Jesús, verdadera esperanza
Dirigiéndose a
los numerosos jóvenes presentes, el cardenal recordó que son muchos los
desafíos a los que están llamados, como «el de la tecnología y la inteligencia
artificial, que caracteriza de modo particular nuestra época». Hay un aliado
más en este camino y es Jesucristo, «el amor que todo lo comprende y todo lo
espera».
Él viene a
tu encuentro allí donde estás, para darte el valor de vivir, el valor de
compartir tus experiencias, tus pensamientos, tus dones, tus sueños, el valor
de ver en el rostro de los que están cerca o lejos a un hermano y una hermana a
los que amar, a los que tienes tanto que dar y, al mismo tiempo, tanto que
recibir, el valor de ayudarte a ser generoso, fiel y responsable en la vida que
te espera, y para hacerte comprender lo que es más valioso en la vida: el amor
que todo lo abarca y todo lo espera.
El abrazo de
Francisco
Al concluir su
homilía, el cardenal Parolin dirigió un pensamiento a los empleados y fieles de
la Ciudad del Vaticano que mantienen viva la memoria de Francisco, y luego les
agradeció el servicio que prestan diariamente.
“A ustedes,
a todos nosotros, al mundo entero, el Papa Francisco extiende su abrazo desde
el Cielo”
Por último, la
encomienda a María a la que el Papa estaba ligado, «tanto que eligió descansar
en la Basílica de Santa María la Mayor».
«Que nos
proteja, interceda por nosotros, vele por la Iglesia y sostenga – concluyó el
cardenal –el camino de la humanidad en paz y fraternidad».
Benedetta
Capelli
Ciudad del
Vaticano
Fuente: Vatican News