Domingo XXXIII (Ciclo C)
MONICIÓN DE ENTRADA
Buenos
días, hermanos, sed bienvenidos a la celebración del día del Señor.
Un
domingo más nos reunimos para celebrar la Eucaristía: la Acción de gracias que
elevamos a Dios, nuestro Padre. Es Jesús, el Señor, el que nos ha convocado y
su Espíritu ha sido el que nos ha movido a responder con gozo y confianza a su
llamada. ¡Aquí no cabe la rutina!
El
papa Francisco ha querido que este domingo celebremos el Día de los Pobres.
Como él mismo dice, “los pobres no son un problema sino un recurso al cual
acudir para acoger y vivir la esencia del Evangelio”.
Dispongamos
a escuchar la Palabra de vida que el Señor nos comunica y a participar del
alimento que infunde en nosotros la caridad que nos hace ser sus testigos entre
los pobres.
MONICIÓN A LAS LECTURAS
Vivimos
tiempos difíciles. Hay muchos acontecimientos y circunstancias que nos asustan.
Todo aquello que antes nos daba seguridad ahora parece que se desmorona.
Incluso nuestra fe está acosada hasta el punto de tambalearse.
Jesús
conoce nuestros miedos y dudas que nos paralizan, y, al igual que a sus
primeros discípulos, hoy nos dirige su palabra para darnos ánimos y poder
afrontar las dificultades por las que atravesamos.
Escuchemos
atentamente la Palabra que Dios nos comunica, en ella encontraremos la fuerza
que cada uno de nosotros necesitamos.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Respondemos
a cada oración diciendo: ¡Fortalécenos, Señor!
Por
la Iglesia, para que en medio de la situación compleja en que vive nuestro
mundo, sea desde la fidelidad a Cristo, signo de esperanza y artífice de
comunión y de paz. OREMOS.
Por
las naciones y sus gobernantes para que sean solidarios ante las necesidades de
los que sufren la pobreza y la exclusión, y fomenten un desarrollo real,
sostenible y atento al bien integral de cada persona. OREMOS.
Por
los que sufren pobreza y exclusión, para que encuentren comunidades fraternas y
hospitalarias que alivien su sufrimiento, les acompañen y ayuden a descubrir el
amor paternal que Dios les tiene. OREMOS.
Por
las personas en situación de vulnerabilidad, para que no sean meros destinatarios
de nuestras acciones, sino que los sepamos convertir en protagonistas de su
propia vida y encuentren en nosotros la amistad que nace de la fe. OREMOS.
Por
todos nosotros, para que no nos echemos atrás antes las dificultades que trae
consigo nuestra fe, para que confiando en Cristo seamos testigos suyos ante los
que no le conocen. OREMOS.
ORACIÓN FINAL
Señor,
Jesús, te damos gracias
porque
tu eres la roca firme
sobre
la que se cimienta nuestra vida.
En
torno a nosotros, todo parece conmoverse:
Las
guerras y el terrorismo golpean
cualquier
rincón del mundo;
la
crisis económica hace estrago por todas partes;
muchas
familias pasan por situaciones muy difíciles;
los
valores que hasta ahora nos daban sentido
parecen
venirse abajo;
incluso
nuestra fe sufre el acoso de la indiferencia…
Todo,
Señor, parece venirse abajo;
nuestras
seguridades se desmoronan…
Y,
sin embargo, Tú, Hijo del Padre y hermano nuestro,
estás
con nosotros,
tu
Palabra nos ilumina,
y
tu Espíritu se hace fuerte en nuestra debilidad.
Te
pedimos, Señor,
que
nos quites los temores que nos atenazan;
que
nos des la libertad y el arrojo
que
tuvieron tus primeros discípulos;
y
que nos hagas testigos tuyos,
incluso
en las horas difíciles y de peligro.
Señor,
Jesús, sigue siendo nuestro refugio y fortaleza.