3º Domingo Cuaresma (Ciclo A)
MONICIÓN DE ENTRADA
Buenos
días, hermanos, sed bienvenidos a la celebración del día del Señor. Hoy, en el
camino hacia la Pascua, celebramos el tercer domingo de cuaresma.
Cada
vez que venimos a la Eucaristía venimos cargados con nuestras vidas, con
nuestros deseos y nuestras decepciones. El Señor nos espera, nos recibe en su presencia
y nos invita a beber del agua de su salvación.
Nunca
daremos suficientemente gracias al Señor por reunirnos, domingo tras domingo,
en torno a su mesa y darnos a gozar con su intimidad. Dispongámonos a celebrar
con plena conciencia la gracia que Cristo nos ofrece.
MONICIÓN A LAS LECTURAS
Nuestra
vida está movida por los deseos. Cada cual va detrás de lo que desea su
corazón. Unos buscan salud, otros tener una cuenta corriente bien nutrida, no
faltan quienes quieren disfrutar de la vida o quienes sólo buscan vivir
cómodamente…
Los
deseos son los que nos mueven. ¿Cuál es el deseo que dinamiza nuestra vida?,
¿de qué tenemos sed?, ¿a qué pozo vamos a buscar el agua que lo satisface? Dejémonos
encontrar por Cristo para que despierte en nosotros el deseo del agua viva y
para que sea Él mismo el que nos sacie.
Escuchemos
con atención la Palabra divina.
ORACIÓN DE LOS FIELES
A
cada suplica respondemos: ¡Oh, Señor,
escucha y ten piedad!
- Por
la Iglesia, para que todos los que formamos parte del Pueblo de Dios busquemos
adorar a Dios en espíritu y verdad. OREMOS.
- Por
las personas que ejercen algún tipo de poder en el mundo, para que más allá de
sus intereses particulares busquen promover el bien común. OREMOS.
- Por
los contagiados por el Coronavirus, por sus familiares y amigos, por los
sanitarios que viven con entrega el ejercicio de su profesión, para que
confiados en la providencia divina afronten la enfermedad con paciencia y
esperanza.OREMOS.
-
Por los que buscan a Dios con sincero corazón, para que en su camino encuentren
testigos del Evangelio y sean bendecidos con la gracia de la fe. OREMOS.
-
Por los que participamos en este banquete de la Eucaristía, para que el deseo
de Dios se acreciente en nuestras almas. OREMOS.
ORACIÓN FINAL
Gracias,
Señor, por el alimento de vida eterna
que,
en esta Eucaristía,
has
partido y repartido con nosotros.
Gracias,
porque él sacia nuestro deseo de eternidad
y nos
sostiene en nuestro peregrinaje
hacia
la casa del Padre.
Muchas
veces, Señor, no sabemos descifrar
el
anhelo eterno que late en nuestro corazón;
muchas
veces vamos detrás de cualquier cosa
pensando
que saciará nuestras ansias.
¡Cuántas
veces, Señor, nos conformamos
con
alimentos y bebidas insustanciales!
¡Cuántas,
olvidamos
que
tú eres el agua clara que calma nuestra sed
y el
alimento de vida eterna!
Señor,
Jesús, ayúdanos a no olvidar
que
sólo Tú puedes saciarnos,
y
que sólo tu Espíritu puede hacer
que
brote en nosotros un manantial de agua viva,
que
tanto más impulsa nuestro deseo
cuanto
más nos sacia.
Gracias,
Señor, por tu amor.