EL BEATO JUAN PABLO I Y EL AMOR QUE SENTÍA POR LA IGLESIA

Un pontificado breve pero rico en amor a la Iglesia católica. El beato Juan Pablo I fue el Papa que en escasos días se ganó el corazón del pueblo

Dominio público

El beato Juan Pablo I fue el papa número 263 de la Iglesia. Sabemos que su pontificado fue muy breve -apenas 32 días- pero a pesar de eso, marcó un parteaguas con su estilo humilde, amable y cercano. Su biografía vaticana dice de él:

"Fue el primer Papa que habló en primera persona y no utilizó el plural mayestático, llevando también a la sede de Pedro su anterior actividad pastoral, llevada a cabo siendo cercano a la gente, capaz de escuchar, empático".

Esa sencillez le ayudó para hablar en sus cuatro Audiencias generales con la familiaridad de un verdadero padre preocupado por sus hijos de la Iglesia universal.

Su amor por la Iglesia

En su segunda Audiencia general, el 13 de septiembre de 1978, quince días antes de su muerte, habló del enorme amor que sentía por la Santa Madre Iglesia, por la que aceptó el pontificado entregándose al trabajo pastoral con toda su energía.

En su discurso descubrimos a un pontífice que también era realista. No idealizó la situación del Cuerpo Místico de Cristo, buscando ocultar que algunos miembros eran ejemplos nada edificantes. Por el contrario, habla del amor que debe sentirse por la madre, a pesar de estar enferma:

"También es madre la Iglesia. Si es continuadora de Cristo y Cristo es bueno, también la Iglesia debe ser buena, buena con todos; pero ¿y si se diera el caso de que alguna vez hubiera gente mala en la Iglesia? Nosotros tenemos madre. Si una madre está enferma, si mi madre se quedase coja, yo la querría todavía más. Lo mismo en la Iglesia: si existen defectos y faltas —y existen— jamás debe disminuir nuestro amor a la Iglesia".

Aceptar a la Iglesia como es

Para el beato Juan Pablo I, la Iglesia debe aceptarse como es, porque ella y Cristo son una sola cosa:

"Cristo y la Iglesia son una sola cosa. Cristo es la Cabeza, nosotros, la Iglesia, somos sus miembros. No es posible tener fe y decir creo en Jesús, acepto a Jesús, pero no acepto la Iglesia. Hay que aceptar la Iglesia, tal como es; y ¿cómo es esta Iglesia? El Papa Juan la ha llamado Mater et Magistra, maestra también".

Además, para el Papa de la sonrisa, la Iglesia tiene todo para hacernos santos. Él la compara con el jabón: si llevas sucio el cuello de la camisa no es porque el jabón no sirva sino porque no has usado el jabón. Y añade:

"Pues bien, la Iglesia católica tiene un jabón excelente: evangelio, sacramentos, oración; evangelio leído y vivido, sacramentos celebrados del modo debido y oración bien hecha, serían un jabón maravilloso capaz de hacernos santos a todos. No somos todos santos por no haber utilizado bastante este jabón".

Orar como el Papa beato

El Santo Padre concluyó esta parte de su catequesis con una recomendación maravillosa:

"Tratemos de mejorar la Iglesia haciéndonos más buenos nosotros. Cada uno de nosotros y toda la Iglesia podría recitar la oración que yo tengo costumbre de decir: Señor, tómame como soy, con mis defectos, con mis faltas, pero hazme como tú me deseas".

Roguemos a Dios para que pronto sea declarado santo el gran beato Juan Pablo I.

Mónica Muñoz

Fuente: Aleteia