La oración no necesita ser rápida, directa o perfecta; solamente necesita ser hecha con el corazón
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¿Te cuesta
comunicarte con Dios por medio de la oración? Bueno, déjame decirte que no eres
el único. Orar en estos tiempos es todo un desafío para cualquier persona, pues
vivimos en un mundo apresurado. ¿Cómo rezar así…?
No sé si te ha
llegado a suceder, pero a mí, en lo personal, me ha pasado que muchas veces no
tengo ni idea de qué decirle a Dios; tengo tantos pensamientos y distracción al
momento de rezar que me cuesta saber por dónde o cómo empezar.
Muchas veces
empezamos la oración como si fuera una lista de deseos, pidiendo primero lo más
esencial y terminando con lo “no tan necesario”.
Pero, aparte de
eso, lo tratamos de hacer tan rápido para no perder tiempo que no nos
percatamos de la importancia de ese momento especial. Gracias a la oración
tenemos un encuentro, una comunicación directa, genuina y paternal con Dios.
La oración no
necesita ser rápida, directa o perfecta; solamente necesita ser hecha con el
corazón.
La oración
transforma el corazón, sana el alma y restaura el amor
Como hemos ido
conociendo a través de las Escrituras, la oración ha sido parte fundamental en
la vida cotidiana de todo cristiano. Es más, Jesús les enseñó a sus discípulos
a orar (oración tan maravillosa que impacta aún en nuestro tiempo: el Padre
Nuestro). Y así, nos han dado tanta demostración de la magnitud del poder que
tiene la oración realizada con fe, esperanza y, sobre todo, con amor.
No solo
hablamos de oraciones que mueven montañas, sino de oraciones que transforman el
corazón, conectan familias, unen comunidades y abren caminos de esperanza donde
solo se veían sombras y tinieblas.
Una oración
hecha con amor y entrega puede cambiar la manera en la que vivimos, ayudándonos
a superar con esperanza y fe las diversas situaciones o dificultades que
enfrentamos en la vida.
La oración nos
da la fuerza para llevar una vida conforme a la voluntad de Dios, aunque a
veces no entendamos sus planes o sus designios. La oración nos ayuda a confiar
y a no perder la fe.
¿Por qué hay
un silencio de parte de Dios? ¿Acaso no escucha mi oración?
La pregunta que
todos, en algún momento de nuestra vida espiritual, nos hacemos es: ¿por qué
Dios no responde a mi oración? A veces oramos con tanta insistencia sobre algo
que creemos necesitar, y la mayoría del tiempo eso conlleva una espera.
Como seres
humanos solemos ser impacientes y hasta cuestionamos a Dios por no escucharnos.
Debemos
recordar las palabras en la Sagrada Escritura que dicen: «Pidan y se les dará;
busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe;
el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre» (Mateo 7, 7-12). En ellas
se nos da la esperanza de que Dios nos brindará eso por lo que tanto pedimos,
pero en el tiempo y el momento que Él tiene planeado.
Podemos pedir
muchas cosas en la oración, pero eso no quiere decir que todo nos convenga o
que sea la voluntad de Dios. Sus
silencios suelen ser largos y misteriosos, pero llenos de esperanza y
de amor hacia nosotros.
¿Quién podría
cuestionar a Dios sobre sus planes para nuestra vida? Creo que nadie. ¡Sus
planes y deseos son perfectos!
No debemos caer
en la desesperanza al creer que Dios se hace el sordo ante nuestras
necesidades; más bien, tengamos la confianza de saber que Él ya tiene todo
escrito y que sus planes son mejores que los nuestros.
¿Cómo
rezar en medio del caos?
Sé que, a
veces, en medio de la rutina, tener unos minutos para hablar y escuchar a Dios
se vuelve algo complicado. Por eso, hoy queremos darte algunas ideas de cómo
incluir la oración en tu día a día y así santificar tu cotidianidad, para que,
en medio del caos, abunde la gracia y el amor.
¿Hay algo que
mires varias veces al día, como la pantalla de tu computadora o tu teléfono? Si
eres como yo, que pasas mucho tiempo sentado frente a un computador, esta es
una gran opción: apóyate en estos medios para recordarte de Dios. Agrega notas
con versículos en la pantalla o en el escritorio y léelos cada que puedas; esto
te ayudará a sentirte conectado con Dios.
Las
jaculatorias son una manera de orar muy eficaz, más para quienes
vivimos en rutinas muy apretadas, porque, aunque sean cortas, nos brindan una
oportunidad de santificar nuestro día.
Incluso, en el
camino a casa o al trabajo, trata de hacer una pequeña oración por lo que vas
observando. Sé agradecido por los cantos de los pájaros, por el sol o la
lluvia. Incluso, rezar un Padre Nuestro o un Ave María por alguna persona que
ves en la calle, como indigentes, inmigrantes o personas desamparadas, es una
manera maravillosa de conectar con Dios y con el prójimo. ¡Qué mejor manera de
recordar a Dios en nuestros hermanos!
Lo más
importante es no olvidar incluir a Dios en nuestro día a día. Recuerda que, si
terminas el día orando, lo empezarás de la misma manera, y no hay mejor
experiencia de vida que invitar a Dios a formar parte de ella.
Ahora cuéntanos
en los comentarios: ¿te animas a rezar y hablar con Dios durante esta semana?
Katerin
Carías
Fuente: CatholicLink