LA TENTACIÓN Y EL MAL
Dominio público |
II. Qué es la tentación.
Bienes que puede producir.
III. Medios para vencer.
“En aquel tiempo, dijo
el Señor: -«¡Ay de vosotros, fariseos, que pagáis el diezmo de la hierbabuena,
de la ruda y de toda clase de legumbres, mientras pasáis por alto el derecho y
el amor de Dios! Esto habría que practicar, sin descuidar aquello.
¡Ay de
vosotros, fariseos, que os encantan los asientos de honor en las sinagogas y
las reverencias por la calle! ¡Ay de vosotros, que sois como tumbas sin señal,
que la gente pisa sin saberlo! » Un maestro de la Ley intervino y le dijo:
-«Maestro, diciendo eso nos ofendes también a nosotros.» Jesús replicó: -«¡Ay
de vosotros también, maestros de la Ley, que abrumáis a la gente con cargas
insoportables, mientras vosotros no las tocáis ni con un dedo!»” (Lucas
11,42-46).
I. No nos dejes caer en la
tentación y líbranos del mal, rogamos al Señor en la última petición del
Padrenuestro. El diablo, que existe, no deja de rondar alrededor de cada
criatura para sembrar la inquietud, la ineficacia, la separación de Dios. “El
hombre actual no quiere ver este problema.
Hace
todo lo posible por eliminar de la conciencia general la existencia de esos
“dominadores de este mundo tenebroso”, de esos “astutos ataques del diablo” de
los que habla la Carta a los Efesios” (JUAN PABLO II, Homilía) Jesús, nuestro
Modelo, quiso ser tentado para enseñarnos a vencer y para que nos llenemos de
ánimo y de confianza en todas las pruebas. Seremos tentados de una forma u otra
a lo largo de la vida. Quizá más cuanto mayor sea nuestro deseo de seguir a
Cristo de cerca.
Hemos
de estar alerta, con la vigilia del soldado en el campamento, y de tener
presente que nunca seremos tentados más allá de nuestras fuerzas. Podemos
vencer en toda circunstancia si huimos de las ocasiones y pedimos los auxilios
oportunos.
II. La tentación es todo
aquello –bueno o malo en sí mismo- que tiende a separarnos del cumplimiento
amoroso de la voluntad de Dios. Él permite que seamos tentados porque persigue
un bien superior, y ha dispuesto que también de las pruebas saquemos provecho.
A
veces son un medio insustituible para acercarnos filialmente a nuestro Padre.
Nos hacen ver lo débiles que somos y lo cerca que estaríamos del pecado si el
Señor no nos ayudara, y nos enseñan a disculpar con más facilidad los defectos
de los demás.
La
tentación será una ocasión excelente para aumentar la devoción a la Virgen,
para crecer en humildad, para ser dóciles en la dirección espiritual. No
debemos asustarnos ni desanimarnos. Nada nos separa de Dios si la voluntad no
lo permite.
III. Para vencer, hemos de
pedir ayuda a Nuestro Señor, que está siempre de nuestra parte en la pelea.
Todo lo puedo en Aquel que me confortará (Juan 16, 23). Contamos con el auxilio
de nuestro Ángel Custodio, puesto por nuestro Padre Dios para que nos proteja
siempre que lo necesitamos.
La
oración personal, la mortificación, la Confesión frecuente, el trabajo intenso
evitando la ociosidad y la pereza, nos ayudarán a combatir la tentación.
Y
si acudimos a la Virgen, siempre saldremos vencedores, aun de las pruebas en
que nos sentíamos más perdidos.
Textos basados en ideas de Hablar con Dios de F. Fernández Carvajal.
Fuente: Almudi.org