Y
advierte: "No se puede rezar a Dios como Padre y luego ser duro e
insensible con los demás".
“Cuanto más rezamos con
confianza al Padre de los cielos, más nos descubrimos hijos amados y más
conocemos la grandeza de su amor”: lo afirmó el Papa León XIV en su alocución
previa a la oración del Ángelus del último domingo de julio.
Asomado desde la ventana del Palacio Apostólico, el Pontífice
reflexiona sobre la liturgia del Evangelio del día, que presenta a Jesús que
enseña a sus discípulos el Padrenuestro, “la oración que une a todos los
cristianos” y explica que “en ella”, el Señor nos invita a dirigirnos a Dios
llamándolo “abbá”,
“papá”, como niños, con "simplicidad, conciencia filial, audacia humilde,
certeza de ser amados".
El Obispo de Roma cita, a continuación, el Catecismo
de la Iglesia Católica para evidenciar los rasgos de la paternidad de
Dios, señalando que "por la Oración del Señor, hemos sido revelados a
nosotros mismos al mismo tiempo que nos ha sido revelado el Padre".
Dios nunca nos vuelve la espalda
León XIV recuerda cuánto se fortalece, precisamente recurriendo
con confianza al Padre, el reconocimiento de ser "hijos amados" por
un amor grande. Y reafirma, entonces, una certeza:
Dios nunca nos vuelve
la espalda cuando acudimos a Él, ni siquiera cuando llegamos tarde a llamar a
su puerta, quizá después de haber cometido errores, omisiones, fracasos; ni
siquiera cuando, para acogernos, debe “despertar” a sus hijos que duermen en la
casa. Es más, en la gran familia de la Iglesia, el Padre no duda en hacernos a
todos partícipes de cada uno de sus gestos de amor.
El Señor nos escucha siempre cuando rezamos
El Papa León asegura que no hay falta de respuestas a las
súplicas de quienes piden ayuda, sino que hay un misterio que supera el límite
humano:
El Señor nos escucha
siempre cuando rezamos, y si a veces nos responde con tiempos y modos difíciles
de comprender, es porque obra con una sabiduría y una providencia mayores, que
van más allá de nuestra comprensión. Por eso, aun en esos momentos, no dejemos
de rezar con confianza, en Él encontraremos siempre luz y fortaleza.
Reflejar la dulzura del rostro del Padre
Remitiéndose a los Padres de la Iglesia, en particular a San
Cipriano de Cartago y a San Juan Crisóstomo, habla de la necesidad de una
coherencia interior: percibirse como hijos de Dios significa mostrarse
amorosos, no inhumanos, con los demás.
No se puede rezar a
Dios como “Padre” y después ser duros e insensibles con los demás, sino que es
importante dejarse transformar por su bondad, por su paciencia, por su
misericordia, para reflejar como en un espejo su rostro en el nuestro.
“Amar como Dios nos ama: con disponibilidad, discreción, cuidado
mutuo, sin hacer cálculos”, es la exhortación del Papa a la luz del Evangelio
de hoy. Y finalmente, invita a orar a María, para que “sepamos responder a la
llamada, para manifestar la dulzura del rostro del Padre”.
Fuente: Vatican News