“No soy fruto de un amor
humano, pero sí soy hija del amor de Dios”, comparte la joven colombiana Johana Ramírez al contar la
historia de sus orígenes, una historia de fe, valentía y un amor que transforma
y da fruto.
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Johana Ramírez, en la imagen de la izquierda junto con su madre. Johana Ramírez. Dominio público |
"Mi
vida comenzó marcada por el dolor más desgarrador que vivió mi madre: una violación a los 25 años. Tras ese acto
atroz, ella quedó sumida en la desesperanza, suplicándole
a Dios una razón para no rendirse. Esa razón llegó cuando supo que estaba embarazada de mí", explica en Salvar el 1,
blog especializado en casos como el suyo: madres que han rechazado abortar a
los hijos que habían sido concebidos tras una agresión de ese tipo.
La madre de Johana temía sobre todo
la reacción de su padre, así como los "prejuicios y juicios" que
recibiría de su enterono. "Pero en medio de la angustia y el dolor, su fe fue más fuerte", cuenta Johana,
quien años después recibió de su madre la confidencia "de sus temores, del
silencio que guardó, de los pensamientos que la atormentaban... pero también
del amor que creció en ella desde que supo de mi existencia. Me dijo que no
podía imaginar su vida sin mí. A pesar del sufrimiento, nunca se arrepintió de
haberme tenido"
Su madre nunca vio en el rostro de
su hija el rostro de su agresor.: "Al contrario, siempre me miró como un regalo inesperado, un milagro dentro de una
tragedia. Su corazón, profundamente herido, encontró consuelo en la certeza
de que 'mi bebé no tiene la culpa'. Con
esas palabras, eligió darme la vida".
Johana resalta la valentía de su
madre y le agradece todo lo que le dio, "lo mejor de sí": "Su
tiempo, su ternura, su protección... Me formó con valores sólidos: el respeto,
el perdón, la dignidad, la gratitud, y sobre todo, el
amor a Dios".
"Nunca me sentí hija de una
violación. Me he sentido siempre hija de
una mujer extraordinaria que me enseñó que la vida es un bien
sagrado", agrega, mostrándose "profundamente orgullosa" de su
madre: "Juntas construimos una relación que va más allá de madre e hija:
somos amigas, cómplices, y el mayor apoyo mutuo".
Su abuelo,
pese al miedo que tenían a su actitud, la recibió con amor y ternura
"desde el primer día": "Dios tocó su corazón".
Y los bienes
que se han seguido de aquella decisión de la madre de Johana no se han apagado,
porque ella misma es ahora madre: "Gracias a la decisión valiente de mi
madre, hoy tengo una familia hermosa. He
formado un hogar con el hombre que amo y con nuestros hijos, que son el
mayor regalo que Dios me ha dado. La vida que mi madre protegió es ahora fuente de nuevas vidas".
La joven concluye su testimonio con
un mensaje. Aunque una violación "deja heridas profundas", afirma, "el aborto no las sana; solo añade una más.
El aborto nunca es la solución. Lo que sí puede sanar es el amor, la fe y la
decisión valiente de seguir adelante".
Y da gracias a Dios por estar viva
"y por haber sido elegida por una madre capaz de amar en medio del dolor,
y por haber aprendido que, donde el
mundo ve ruinas, Dios puede levantar jardines".
Fuente:
ReL