Foto: Álex Zea/La Opinión de Málaga
Los Oliva Martínez son una extensa familia del Camino Neocatecumenal, malagueña y misionera desde hace varios años en Dinamarca. El periodista José Vicente Rodríguez, de La Opinión de Málaga publicó este domingo un reportaje sobre ellos.
Daniel Oliva y Gema Martínez, de la
parroquia de San Patricio en Huelin, marcharon de Málaga en 2009 como
familia en misión para vivir en un barrio de las afueras de Copenhague.
Evangelizar desde la vida cotidiana
y hacer presente a Dios en medio de la sociedad actual, esa era su
misión. Daniel y Gema explican a La Opinión de Málaga que la
decisión de partir hace 16 años respondió a un sentimiento de
"gratitud" hacia Dios.
Nunca exento de dificultades
"Llevábamos unos años casados y
teníamos ya varios hijos, éramos felices, con los lógicos sufrimientos y
problemas, como todo el mundo. Llegó un momento donde vimos que Dios
había hecho tantas cosas buenas en nuestra vida que queríamos anunciar
ese amor donde hiciera falta", comentan sobre por qué decidieron cambiar
de vida.
Ambos han vivido su fe desde jóvenes
en el Camino Neocatecumenal. Cuando a Daniel y a Gema les tocó Dinamarca,
acudieron al Vaticano a un encuentro con el entonces Papa Benedicto XVI, en
2008, en el que se realizó el acto de envío de todas las familias que
partieron aquel año.
La marcha de España implicó empezar
la vida prácticamente desde cero en un país y una cultura completamente
diferente, y sin conocer el idioma. Daniel dejó en Málaga un trabajo estable y
bien remunerado y le costó un tiempo encontrar su primer empleo allí.
Gema, por su parte, lo pasó mal en su
proceso de aprendizaje del danés, con lo que se sentía más aislada en el día a
día. Encontrar una casa en alquiler adecuada en tamaño fue también tarea
ardua. De hecho, ya han pasado por cuatro desde que están en
Copenhague.
"Hemos pasado penurias y estrecheces
económicas, sí, pero nunca nos ha faltado lo básico. Ha habido meses,
por ejemplo, donde no teníamos para pagar la calefacción, y pasábamos las
tardes en la cocina todos juntos con un radiador, pero la experiencia que
tenemos es que Dios, de un modo u otro, aparece siempre", explican.
"Lo primero es evangelizar con
nuestra vida, viviendo como una familia cristiana dentro de una sociedad
secularizada donde el catolicismo es una minoría y hay muchos matrimonios
destruidos. Algunos pueden no entender lo de ser misionero en Dinamarca, pero
es que a Dios hay que anunciarlo también en los países a los que consideramos
ricos", afirman.
En el barrio en el que viven no existe una parroquia católica cercana, por lo que, junto a las otras familias con las que comparten misión, disponen de un local para celebrar la misa y el resto de celebraciones litúrgicas.
Suelen realizar una misión de evangelización en la plaza del barrio durante varios domingos del año, rezando los laudes y cantando salmos. A veces predican por las propias casas, llamando a la puerta de los vecinos para anunciar el Evangelio.
A lo largo del año, Daniel y Gema se ocupan de dar catequesis a jóvenes, parejas que van a casarse, familias que se acercan por primera vez a la Iglesia después de muchos años... y también ayudan en el seminario de Copenhague. Su casa siempre está abierta para acoger a los seminaristas que van los domingos a comer con esta nutrida familia malagueña.
Servicios que compaginan con sus trabajos. Daniel es conductor de un autobús de línea urbana y Gema se ha centrado en las tareas de casa y trabaja además ahora en un centro de mayores cuidando a personas ancianas.
"A la casa vienen además compañeros de colegio de nuestros hijos a comer y el simple hecho de que montemos una mesa para tantas personas es un signo para ellos. Los padres nos dicen '¿cómo vivís, cómo lo hacéis?'. A las familias que nos han conocido les gusta venir a la casa, ven cómo vivimos, les sorprende nuestra forma de educar a los hijos...", relatan.