La gente se admiraba de que en predicaciones bastante breves, era capaz de resumir las doctrinas más importantes de la fe
Este santo ha sido uno de los oradores
más famosos de la Iglesia Católica. Nació en Imola (Italia) y fue formado por
Cornelio obispo de esa ciudad, por el cual conservó siempre una gran
veneración.
Este santo prelado lo convenció de que en el dominio de las propias
pasiones y en el rechazar los malos deseos reside la verdadera grandeza, y que
este es un medio seguro para conseguir las bendiciones de Dios.
Pedro gozó de la amistad del emperador
Valentiniano y de la madre de este, Plácida, y por recomendación de ellos los
dos, fue nombrado Arzobispo de Ravena (la ciudad donde vivía el emperador).
También gozó de la amistad del Papa San León Magno.
Cuando empezó a ser arzobispo de Ravena,
había en esta ciudad un gran número de paganos. Y trabajó con tanto entusiasmo
por convertirlos, que cuando él murió ya eran poquísimos los paganos o no
creyentes en esta capital.
A la gente le agradaban mucho sus
sermones (y por eso le pusieron el sobrenombre de crisólogo, o sea: el que
habla muy bien).
Su modo de hablar era conciso, sencillo y
práctico. Sabía explicar muy claramente las principales verdades de la fe. A
ratos se entusiasmaba tanto mientras predicaba, que la misma emoción le impedía
seguir hablando, y el público se contagiaba de su entusiasmo y empezaban muchos
a llorar.
En los dos meses más calurosos del verano
dejaba de predicar y explicaba así jocosamente a sus oyentes el porqué de esta
determinación: "en este tiempo de calores tan bochornosos no les predico,
porque ustedes se apretujan mucho para escucharme y con estas temperaturas tan
altas llegan los ahogos y trastornos, y después le echan toda la culpa de ello
a mis sermones".
La gente se admiraba de que en
predicaciones bastante breves, era capaz de resumir las doctrinas más
importantes de la fe. Se conservan de él, 176 sermones, muy bien preparados y
cuidadosamente redactados. Por su gran sabiduría al predicar y escribir, fue
nombrado Doctor de la Iglesia, por el Papa Benedicto XIII.
Recomendaba mucho la comunión frecuente y
exhortaba a sus oyentes a convertir la Sagrada Eucaristía en su alimento de
todas las semanas.
Murió el 30 de julio del año 451.
Quiera nuestro buen Dios concedernos que
muchos predicadores y catequistas de nuestro tiempo merezcan también el
apelativo de Crisólogos: los que hablan muy bien.
Dichosos los que escuchan la palabra de
Dios y la ponen en práctica. (Lc, 8, 21)
Fuente: EWTN