Este viernes, Marie Josée Ta Lou ganó con autoridad su serie de los 100 metros lisos, primer paso en sus aspiraciones de medalla.
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Marie Josée Ta Lou. Foto: captura RTI. Dominio público |
Pero tiene clavada la espina
de los Juegos Olímpicos. Fue cuarta en 100 y en 200 en Río 2016 y cuarta en
100 y quinta en 200 en Tokio 2020 (celebrados en 2021 por los confinamientos
gubernamentales del año anterior). Por eso va a darlo todo en París en esas dos
disciplinas y en los relevos, pues puede ser su última participación olímpica,
en la que fue abanderada de su país.
Para lograr ese objetivo solicita
una ayuda especial: "Cuando compito, le pido a Dios alas de águila",
confiesa a La Croix.
Marie
Josée está agradecida al Cielo por su trayectoria: "Si estoy hoy
aquí es porque Dios lo ha querido. Me lo ha demostrado muchas veces. Todo lo que hago es por la gracia
de Dios, por el amor que me tiene".
Madre Teresa, el Padre Pío, Santa
Rita...
Desde
niña se le vieron cualidades, pero tuvo la suerte de coincidir en clase, en su
último año de secundaria, con el hijo de quien acabaría siendo su entrenador. Fue su descubrimiento
para la competición, venciendo las reticencias de su madre, que no quería que
se distrajese de los estudios. Tras prometedores comienzos en China, tuvo que volver a Costa
de Marfil y pensó que su carrera deportiva se acababa.
"Desanimada, recé mucho con mis amigos,
medité el Rosario y pedí a Dios que me guiase": poco después consiguió una
beca para el centro de atletismo de Dakar (Senegal), gracias al
"milagro" de que una persona renunciase, pues reconoce que no era de
las mejores. "Pero Dios me ha concedido la fuerza para progresar año a
año. Puedo decir que Dios
me ha ayudado durante toda mi carrera", agradece: "He tenido
bastantes problemas físicos, pero eso no me ha impedido estar entre los
mejores".
"Yo
no corro para mi propia gloria, sino para la de Dios. Lo único que le pido
antes de un entrenamiento o una competición es que me guíe. Que me dé alas de
águila. Pero sea cual sea
el resultado, sé que es lo que el Señor ha querido para mí".
Su
fe católica nació acompañando a una de sus amigas a la iglesia. Tenía diez años
y pidió el bautismo:
"Pero mi fe no era tan fuerte como ahora". Curiosamente, se
fortaleció durante su etapa de progresión deportiva en China: "Empecé a rezar y meditar el
Rosario. Luego me integré en una comunidad, el Ministerio
Católico de Intercesión por Costa de Marfil, donde tengo un director
espiritual". Este movimento fue fundado en el año 2000 por estudiantes del
Instituto Nacional Politécnico Félix Houphouët Boigny de Yamoussoukro, con
la vocación de rezar por el país y ser "una fuente de bendición para su pueblo", según explican
ellos mismos.
Marie
Josée está casada y vive su fe junto a su marido inspirándose sobre todo en la Madre Teresa de Calcuta, en el Padre Pío y en Santa Rita de Casia.
C. L.
Fuente: ReL