Si fuera sacerdote, querría conquistar muchas almas", dijo una vez a su madre San Juan María Vianney, también conocido como el Santo Cura de Ars, cuya fiesta se celebra el 4 de agosto.
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Santo Cura de Ars | Crédito: Taljat David - Shutterstock |
1. Su primera comunión fue accidentada
La Revolución Francesa trajo persecución contra los sacerdotes,
e incluso, después de ella tenían que disfrazarse para pasar de incógnitos.
Cuando el joven Juan recibió la primera comunión, llevaron carros de heno, los
pusieron frente a las ventanas de la casa de su mamá y empezaron a descargar el
material durante la ceremonia para evitar problemas con las autoridades.
El santo siempre recordará este día, en el que derramó lágrimas
de alegría al recibir al Señor y atesoró el Rosario que su madre le regaló en
aquella ocasión.
2. Casi se retira de la escuela de seminaristas
Cuando la Iglesia obtuvo algo de libertad en Francia, el P.
Balley, párroco de Ecculy, abrió una pequeña escuela para jóvenes con
inquietudes vocacionales. Juan logró ingresar, pero debido a su dificultad para
los estudios, estuvo a punto de renunciar. En consecuencia, el sacerdote le
sugirió que hiciera un peregrinaje al Santuario de San Francisco de Regis y así
lo hizo. El santo regresó renovado.
3. Desertó del ejército
Napoleón quería conquistar toda Europa y Juan fue llamado al
ejército porque no aparecía en la relación de ningún seminario. Cayó gravemente
enfermo y, cuando recuperó la salud, fue en busca de su regimiento que ya se
había marchado, pero en el camino volvió a enfermar. Buscó refugio por varios
días y se dio cuenta que, sin querer, se había convertido en un desertor.
Buscó a un mayor que escondía desertores y este le aconsejó que
se quedara en casa de uno de sus familiares. Adoptó el nombre de Jerome Vincent
hasta que más adelante un decreto imperial concedió amnistía a los desertores.
4. Lo expulsaron del seminario
Juan logró ingresar al Seminario Mayor de Lyon, pero por su
insuficiente conocimiento del latín no entendía ni podía responder a los
formadores. Le pidieron que se marchara, lo que le produjo un inmenso dolor y
desaliento. Sin embargo, P. Balley nuevamente fue en su ayuda y siguió los
estudios en privado en Ecculy, cerca de Lyon.
Sus cualidades morales sobrepasaron cualquier deficiencia
académica.
5. Su maestro fue su primer penitente
Una vez ordenado sacerdote fue enviado a ayudar al P. Balley,
pero las autoridades diocesanas no le dieron permiso para confesar. El P.
Balley intercedió y él mismo fue el primero en confesarse con San Juan María
Vianney.
Años más tarde el P. Balley murió en brazos del santo, quien
sufrió como si hubiera perdido a su padre.
6. Tuvo una profecía en Ars
Las autoridades eclesiásticas lo enviaron al pequeño pueblo de
Ars porque pensaban que con sus limitaciones intelectuales no podría servir en
una comunidad grande. Sin embargo, al llegar hizo una profecía: "la
parroquia no será capaz de contener a las multitudes que vendrán hacia
aquí".
Poco a poco el sacerdote se fue ganando el amor del pueblo y les
inculcó el amor a la Eucaristía, siendo su fiesta favorita el Corpus Christi.
Cuando el Papa Pío IX definió el dogma de la Inmaculada
Concepción, el santo pidió a los fieles que iluminaran sus casas en la noche y
las campanas del templo resonaron por horas. La gente de los pueblos cercanos,
al ver los destellos, pensó que el pueblo se estaba quemando y acudieron a
apagar el supuesto incendio.
. Tenía una profunda devoción a Santa Filomena
San Juan tenía una profunda devoción a Santa Filomena, una joven
mártir de los primeros siglos del cristianismo, a quien llamaba su “agente con
Dios” y construyó una capilla en su honor y un santuario. Cierto día enfermó de
gravedad y prometió ofrecer 100 Misas en honor de Santa Filomena.
Cuando la primera Misa estaba siendo ofrecida, cayó en éxtasis y
se le escuchó murmurar varias veces “Filomena”. Al volver en sí, exclamó que
estaba curado y se lo atribuyó a la santa.
8. La tentación era recurrente en su vida
El cura de Ars sufrió la tentación de desear la soledad y se
sentía incapaz para el servicio que brindaba en la ciudad. En una oportunidad
le rogó a su Obispo que lo dejase renunciar y hasta en tres ocasiones llegó a
irse del pueblo, pero siempre regresó.
9. Luchó pacientemente contra el demonio
El demonio siempre molestaba al Santo Cura de Ars con ruidos
extraños y fuertes por las noches. Su intención era agotarlo para que no
tuviera fuerzas para confesar o celebrar la Eucaristía.
Cierto día que el santo se disponía revestirse para la Santa
Misa, el maligno incendió su cama. San Juan, sabiendo que el enemigo quería
detener el oficio divino, dio las llaves del cuarto a aquellos que iban a
apagar el fuego y prosiguió.
"El villano, al no poder atrapar al pájaro le prende fuego
a su jaula", fue lo único que dijo. Mucho tiempo después, el Señor premió
al santo con un extraordinario poder de expulsar demonios de las personas
poseídas.
10. Nunca fue nombrado párroco
Todos conocen a San Juan María Vianney con el título de Cura de
Ars. “Poco importa la opinión de algún canonista exigente que dirá, a nuestro
juicio con razón, que el Santo no llegó a ser jurídicamente verdadero párroco
de Ars, ni aun en la última fase de su vida, cuando Ars ganó en consideración
canónica”, según explica Lamberto de Echeverría, autor del libro El Santo Cura de
Ars.
El Obispo de Belley solo le concedió el título de canónigo pero
“el hecho real es que consagró prácticamente toda su vida sacerdotal a la santificación
de las almas del minúsculo pueblo de Ars y que de esta manera unió, ya para
siempre, su nombre y la fama de su santidad al del pueblecillo”.
Por Diego López Marina
Fuente: ACI