«Estar en gracia es fundamental. Hay mayor paz al entrar recién confesado», dice Benjamin O'Brien
Benjamin
O'Brien tenía unos 37 años cuando vivió una de las muchas situaciones
límites a las que podría llevar su profesión de bombero. Llevaba cinco
ejerciendo, y aquel día acababa de intervenir en un gran rascacielos en
llamas donde un residente resultó fallecido. Aquel día le llevaría a
documentar sus memorias como un bombero de fe, publicadas este 2025
bajo el título The Proving Grounds: A Catholic on Ladder 17.
Un titular que
hace referencia a su puesto en la histórica unidad que recientemente celebró su
150 aniversario y que es conocida por la gran escalera que emplean en el día a
día ascendiendo hasta casi 30 metros de altura. En esos momentos, con
frecuencia veía ponerse a prueba no solo su integridad física, sino
también su propia fe, que debía afianzar ante no pocas
amenazas.
Defender y
vivir la fe en el cuerpo de bomberos
Al principio,
cuenta a Catholic World Report, “el libro era simplemente una
colección de recuerdos, pero a medida que profundizaba en mis propias
experiencias, se hizo imposible contar la historia sin un análisis
serio del papel que mi fe católica ha desempeñado en mi carrera".
“Sentí la
necesidad de relatar las diversas ocasiones en que las agendas [del
laicismo] chocaron con la fe, explorando temas como la pornografía en el
trabajo, la agenda LGBT, las exigencias de vacunación, los compañeros de
trabajo hostiles o los desafíos de mantener la fe en un entorno sin fe”, cuenta
el bombero.
A partir de
entonces, sus memorias pasaron a ser un manual dirigido a “ayudar a otros
cristianos en circunstancias similares”, ofreciendo las herramientas
necesarias para participar con éxito en labores de apologética,
tratar y manejar a quienes acosan empleados cristianos por su fe o
para no dejarse intimidar ni desanimar por encontronazos.
También destaca algunos de sus errores cometidos, "no solo como
advertencia, sino para mostrar que no somos perfectos”.
Un manual
práctico para recuperar la virilidad
Un libro que
también se preocupa por abordar la crisis presente de la virilidad y
la sustitución de una masculinidad sana por otra determinada por el consumo de
pornografía o el rechazo al pudor y la castidad.
Sin Dios,
O'Brien explica que la consecuencia lógica es la pérdida de la
identidad como hombres, habiendo muchos “confundidos y en busca de una
identidad y ética masculinas en lugares equivocados”.
“Tratar a las
mujeres como objetos, ver pornografía, convivir antes del
matrimonio o los actos homosexuales son ejemplos de cosas que
se consideran aceptables, incluso saludables”, explica. “Cualquiera que no siga
la corriente o no apruebe estos comportamientos, puede ser rápidamente
etiquetado”.
Frente la
hostilidad a la fe, puede bastar con un "no"
¿Es posible
cambiar una cultura hostil a la fe de la noche a la mañana?
O'Brien sabe que no, pero, por el contrario, considera que “cada uno, con su
pequeña aportación, está llamado a generar cambios dentro de su ámbito de
influencia”.
Menciona que
hacerlo “podría ser tan simple como decirle "no" a
un compañero de trabajo que quiere mostrar una imagen inapropiada en su
teléfono, o marcharse cuando la conversación se vuelve subida de tono. La gente
entenderá el mensaje. No se trata de ser frío ni distante. Debemos intentar ser
una presencia cálida y amigable siempre que sea posible. Pero también hay ciertos
límites que no podemos cruzar.
"La
verdadera batalla": cambiar para cambiar el mundo
En este
sentido, se muestra convencido de que “cambiar el mundo debe comenzar con la
propia conversión personal”.
Especialmente
porque apenas se tiene control sobre la persona que puede tenerse al lado.
Mucho menos que sobre uno mismo, pudiendo siempre tratar de dominarse,
esforzarse por tener una mayor castidad, ser mejor esposo,
padre, trabajador o amigo… “Ahí es donde reside la verdadera batalla: en mi
propio corazón, mente y decisiones”.
Entre otros
consejos, llama a buscar en la propia Iglesia a sus múltiples ejemplos
de auténtica masculinidad, así como a rodearse de una comunidad católica
que promueva una auténtica masculinidad basada en la moral cristiana.
“Los hombres
necesitan hermandad y responsabilidad, y es importante rodearnos de
buenos amigos, hombres que puedan guiarnos e inspirarnos a ser virtuosos”,
recuerda.
El objetivo,
mantener a la familia unida
También observa
que, con una fe y visión cristiana arraigadas, es posible encajar más los golpes
o “fracasos” que puedan sufrirse en un entorno laboral muchas veces
hostil a la virtud.
En su caso,
recuerda intervenir en un accidente de coche y ver a una niña herida a
consecuencia de un padre conduciendo bajo los efectos de las drogas. Aquello
fue para él un desafío y una advertencia, reforzando su convicción de que, como
esposo y padre, “era mi responsabilidad mantener unida a mi familia y
nunca permitir que mis decisiones egoístas la llevaran a una situación como
aquella”.
También llegó
el momento en que se planteó la pregunta de “cómo Dios ha podido permitir que
esto ocurra”. Especialmente cuando cometió sus primeros errores y sufría las
risas de sus compañeros.
“Mirando atrás,
veo que Él me estaba despojando de mi orgullo. Ser católico no me
hace mejor que nadie. Tengo que aprender mi trabajo, superar mis defectos y
desarrollar mis habilidades como todos los demás. Sin embargo, nuestras
debilidades no quitan nada a la bondad de Dios; de hecho, pueden ser una
oportunidad para crecer en la confianza”, observa O'Brien.
Frente a las
llamas o el peligro, no estaba solo
También la fe
ha aportado al bombero una confianza y aplomo que, debido a su empleo, podría
faltar en muchas ocasiones.
De hecho,
admite que fue su fe lo que “infundió una profunda paz ante la
posibilidad -del peligro- sabiendo que, pasara lo que pasase, Dios cuidaría de
mi familia”.
Una fe y
confianza que “no significa ser irresponsable ni correr riesgos innecesarios”,
pero sí le lleva a saber que, “cuando uno se ha entrenado duro, ha seguido los
protocolos de seguridad y ha contratado un seguro, llega un momento en que se
da cuenta de que ha hecho todo lo posible y de que el
resto está en manos de Dios”.
Y para ello, “estar
en estado de gracia, por supuesto, siempre es fundamental. Hay una mayor
sensación de paz al entrar en la estación de bomberos, recién salido de
confesarse y recibir la comunión”.
La fe, lo
que mantuvo unido su matrimonio
En sus memorias
como bombero, también aborda las situaciones “especialmente duras” para las
esposas, siendo frecuentes elevadas tasas de divorcio en el conocido como
“sector quinario”.
Por ello, se
muestra orgulloso al afirmar que su fe “fue el pegamento que nos mantuvo
unidos durante esos años” y que, aunque necesitan “más que nunca la
ayuda de Dios para tener un matrimonio exitoso” agradece cada día a Dios por su
matrimonio.
Un matrimonio
que fue lo que le llevó en último término a renunciar como tal a su carrera en
el cuerpo de bomberos después de que diagnosticasen a su esposa, Katelyn,
una enfermedad crónica aún sin diagnóstico.
“Dios fue muy
misericordioso. Su enfermedad me obligó a desviar mi atención obsesiva de mi
carrera y a dedicarme más a mi matrimonio y vida familiar. La
carrera requiere dedicación, pero la familia siempre debe ser lo primero. Mi
esposa y yo hemos visto los resultados de ese cambio Y ha sido muy fructífero”,
asegura O'Brien, que se despide llamando al vigor espiritual: “Espero que los
lectores encuentren el aliento para mantenerse firmes en la fe, que
mi historia les recuerde que no están solos y que es posible vivir, y no solo
sobrevivir, en el ámbito laboral”.
J. M. C.
Fuente: ReligiónenLibertad