Falleció el 16 de julio, tras dar a luz con 27 años: ser santa fue su gran deseo de vida
![]() |
Rebeca, junto con su marido César y sus amigos. Dominio público |
Así
fue entrando Él en su vida, cada vez más consciente que el Espíritu Santo iba
haciendo su obra en ella, a través de personas y circunstancias, de la
adoración eucarística, del grupo Hakuna que ella trajo a esa Ciudad
Imperial de La Mancha, como respuesta a la necesidad de unidad y de
Dios de toda la juventud, sin excepción.
Rebeca Teijeiro
Sanandrés,
una joven de 27 años, nacida el 20 de octubre de 1994, feligresa de la
parroquia de San José Obrero (Toledo) era terapeuta ocupacional y deportista de
bikini fitness (musculación femenina).
Dijo
en su testimonio del 29 de noviembre de 2019: “Era una chica de parroquia de
toda la vida y tenía un grupo de amigos, de jóvenes. Mi idea era la de dar y
dar, era monitora, catequista, iba a ver a abuelos todos los jueves, con
monjas, por el barrio… y me encantaba”.
Óscar Torres, amigo de Rebeca y hoy ordenado sacerdote, recuerda la fecha en que Rebeca conoció a César, el que sería su marido, un 27 de noviembre, "día muy especial para Rebeca, pues descubrió que fue el día de su bautismo. Ella pensaba que, más que el cumpleaños, es el día del bautizo, el día en el que empiezas a formar parte de la Iglesia, el que debería conmemorarse".
Buscando más a Dios y un sentido pleno
Pero
conforme avanzaba en su carrera, en el mundo del deporte y posteriormente en un
trabajo que la llevó a desplazarse a Badajoz donde alcanzó gran éxito laboral y
económico, se fue centrando
cada vez más en sí misma con la pretensión de llegar muy lejos.
Su
familia, novio y amigos fueron la gran ayuda que tuvo para una toma de
conciencia mayor sobre su situación real, sus grietas de soberbia y
egocentrismo, preguntarse
sobre el sentido de su vida y la necesidad de un cambio radical.
Pidió
al Señor un año para poder buscar y asentar ese cambio de rumbo. Empezó a ir a
Misa diariamente, a escuchar la Palabra de Dios, a confesarse y tener incluso
acompañamiento espiritual.
El
Señor la movió a unir a los jóvenes de las dos parroquias del polígono de
Toledo, la suya de San José Obrero y la de Santa María de Benquerencia a
celebrar juntos la Semana Santa.
Su nuevo centro, la adoración, la misión
y la caridad
Ella,
junto con otros diez jóvenes, quisieron seguir estando unidos, adorando al
Señor y dando testimonio de Su Presencia viva en medio de ellos. A través de un amigo suyo, Óscar
Torres, sacerdote luego, se concretaría en el grupo
Hakuna Toledo y al poco tiempo ya eran centenares de
jóvenes participando de la Hora santa.
Óscar
insiste que realmente “la
Adoración Eucarística es lo que le encantaba fuese como fuese, y por
eso fomentó que se hiciesen tres horas santas semanales en Toledo. Se empeñó en
que Hakuna fuese muy parroquial y muy unido a la Iglesia”.
Casi
al mismo tiempo sintió el empuje
misionero. Estuvo en
Guinea veintiún días y luego dos meses en Perú. De esas experiencias
conservaba un recuerdo de cómo las personas pobres en esos lugares de misión la
llenaban de sabiduría de la vida, confianza y fuerza para la verdadera misión
para la que Dios la quería en Toledo, entre los jóvenes.
Al
año justo que ella le había pedido al Señor entraba a trabajar como terapeuta ocupacional en la
residencia geriátrica de Santa Casilda, en Toledo. Vio como un guiño
especial de Dios con ella dado que tanto la fecha de salida de su trabajo en
Badajoz como de la entrada en ese nuevo fueron el 1 de octubre, día en que la
Iglesia celebramos a la patrona de las misiones y doctora, santa Teresa de
Lisieux.
Poco
después, pasó a trabajar en la residencia Santa Genoveva hermanas angélicas, donde
hizo una labor impresionante como coordinadora de la casa.
"La santidad no es una utopía"
Rebeca quería ser
santa, compartir siempre la fuerza que con Dios todo se puede, el valor de ser
consecuente y que, si creemos, lo hagamos totalmente y sin reservas. Que
consideremos que la santidad ni es una utopía, que está al alcance de quien
acepta su propia debilidad, a Dios como su salvador y confía en Él, como el
primer santo, “el buen ladrón”.
Con
su generosidad, buen humor, nos pide hoy considerar dónde está el centro de
nuestra vida, que la obra más grande es Otro el que la realiza en nosotros y a
través nuestro, que quiere llegar a todos desde el servicio, y que sólo se da fruto desde una vida
centrada en Él.
Su
testimonio “Quiero ser santa”
está disponible entero en este
enlace de ivoox.
Me
acerqué a Hakuna Toledo, por necesidad de conocer esta realidad de tanta vida y
fecundidad, a través de mi hija Pilar, que participaba desde el principio de
algunos encuentros.
Conocí
a Rebeca hace poco más de un mes, el 3 de junio, cuando le quedaba ya poco para
dar a luz, durante una hora santa en la que dimos testimonio de algunas
realidades eclesiales: Proyecto de Amor Conyugal, Acción Católica y, por mi
parte, Comunión y Liberación. Quise ayudarla luego a recoger las luces y letras
que se pusieron a los pies del altar.
Me
pareció una joven muy sencilla, activa y alegre, que transmitía mucha vida y se me hacía
semejante a la Madre de Hakuna, embarazada, dándonos la Luz de Cristo, en
cada instante. Con Ella ya está, para siempre, amparando y cuidando a la
juventud de Toledo.
La
gracia de los frutos de su vida la experimentaron en primer lugar su marido y
su hijo, ambos de nombre César, el resto de su familia, amigos, sacerdotes y
jóvenes de Toledo. Pero ella también nos mira como diciéndonos: ¿Quieres realizar plenamente tu
vida? Aspira a lo más alto, a la santidad, poniendo tu centro en Dios,
adorándole, entregándote a Él, como María, la Sierva del Señor.
Óscar
Torres, su amigo sacerdote, recordó tras su fallecimiento, producido a
consecuencia de un derrame cerebral, lo mucho que le gustaba a la joven decir
que era una afortunada por
ver los milagros que Dios hacía a su alrededor: la conversión profunda de
su familia y amigos; las tres Horas Santas semanales en Toledo; los jóvenes,
sacerdotes y parroquias revitalizados… Ha sido una hija de la Iglesia.
"En
el velatorio, un rio de conversiones y confesiones se produjeron en la Hora
Santa en la capilla del Tanatorio y el entierro terminó con una paz profunda
que solo proviene de Dios. Su testimonio corre ahora entre muchos despertando
los deseos de santidad: amar a Dios y a los hermanos", añade Torres.
Luis Javier Moxó
Fuente: ReL