El Cardenal Rivera también invitó a los monaguillos a contagiar a los demás la alegría de seguir a Cristo
Más
de 800 monaguillos de la Arquidiócesis de México participaron en la 30°
peregrinación a la Basílica de Guadalupe, al final de la cual el Cardenal Norberto Rivera celebró
una Misa por
estos niños y jóvenes que contagian la alegría de servir a Cristo en el altar.
El
evento del sábado 15 de julio y que se realiza cada año, fue organizado por la
Comisión de Promoción Vocacional Sacerdotal Arquidiocesana y reunió a los
monaguillos de las ocho vicarías episcopales.
Uno
de los coordinadores de la iniciativa, José Iñigo Aguilar Medina, dijo a ACI
Prensa que “el propósito de esta peregrinación es agradecer a la Virgen por el
año escolar que ha concluido y por el servicio que han prestado en el altar.
Los monaguillos hacen un balance de las actividades del año escolar y se preparan
para el siguiente”.
El
recorrido comenzó a las 10:30 a.m. en el Cerro del Tepeyac. Los monaguillos
subieron por las escaleras hasta la iglesia conocida
como la Capilla del Cerrito. Luego descendieron hasta la Capilla del Pocito y
se dirigieron a la explanada del santuario mariano, que está al pie del cerro.
Los
peregrinos fueron recibidos en la Basílica de Guadalupe por el Cardenal Rivera
e ingresaron al templo acompañados por el tradicional canto “La Guadalupana”.
Aguilar
comentó a ACI Prensa que los niños y jóvenes estuvieron acompañados por sus
familiares, amigos y por doce sacerdotes. “En total peregrinaron más de dos mil
personas”, destacó.
Según
informó el Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México (SIAME), en su
homilía el Cardenal Rivera indicó que en varias ocasiones los cristianos tienen
miedo de que la sociedad se burle de ellos por ser cercanos a Jesús. En ese
sentido, dijo a los monaguillos que los católicos “no debemos sentir miedo; por
el contrario, debemos sentirnos orgullosos de ser discípulos de Él”.
El
Arzobispo de México recordó que Jesús también fue objeto de burlas y que fue
perseguido a tal extremo que llegó a morir en la cruz y resucitó.
“Si seguimos a Jesús el Padre también nos va a glorificar”, dijo.
El
Cardenal Rivera también invitó a los monaguillos a contagiar a los demás la
alegría de seguir a Cristo.
“Hay
que compartir lo que hemos descubierto, pero también sin engañar a nadie; quien
es seguidor de Cristo va a padecer, va a sufrir, va a ser objeto de
persecuciones; sin embargo, el Señor lo llevará de la mano y no lo soltará”,
manifestó el Purpurado.
Durante
la peregrinación los acólitos rezaron el rosario, entonaron canciones
dedicadas a la Virgen e hicieron diversas porras.
En
el folleto que se les entregó a los participantes, se explica que “subir al
cerrito del Tepeyac nos recuerda aquella característica del Santo Rosario que es una escalera
para subir al cielo,
cada vez que subimos un escalón nos acercamos un poco más a Jesús, el Divino
Hijo, quien junto con su Madre, la Virgen María nos espera de pie, justo como
ella espero a San Juan Diego para su encuentro”.
Por María Ximena
Rondón
Fuente:
ACI