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Dominicas de Lerma |
Ayer, paseando
por el claustro, vi que mi bonsái se estaba secando. Rápido fui a ver qué le
pasaba. La verdad es que es precioso, parece un pequeño bosque: tiene varios
arbolitos y dos de ellos tenían las ramas completamente secas.
Cuando me lo
trajeron, me dieron instrucciones claras: cada seis días sumergirlo en agua,
como cuatro dedos de altura, durante tres minutos. Pero el otro día no me di
cuenta de que no había escurrido bien y se quedó agua en el macetero. Ese
exceso de agua ha hecho que se pudrieran dos arbolitos.
Me impresionó
mucho cómo una cosa tan sencilla ha provocado tal desastre. Y mientras lo
miraba, le decía al Señor que a veces no damos importancia a las cosas
pequeñas. Nos dejamos llevar por pasiones pequeñas, creyendo que no hacen daño…
y al final nos dañan igual.
Por ello, el
Señor nos dice: “Estad vigilantes, no sabéis ni el día ni la hora.” Con estas
palabras, Jesús nos invita a cuidar todo en nuestra vida, porque todo tiene
importancia. Porque no se llega a algo grande si antes no se han hecho muchos
actos pequeños.
Es verdad que
podemos dejar entrar en nosotros una pequeña duda de fe, empezamos a darle
vueltas… y al final nos damos cuenta de que nuestra fe se debilita. Pero lo
mismo pasa con el bien: cuando le damos la mano a Jesús y nos dejamos cuidar
por Él, todo florece.
Porque el Señor
sabe en cada momento qué es lo mejor para nosotros. Solo tenemos que escucharle
y caminar en su Amor. Porque Cristo, con Su vida entregada, nos regala una vida
nueva. Solo tenemos que acogerla y seguir por sus sendas.
Cuando lees el
Evangelio te das cuenta de que ahí tienes todas las instrucciones para cuidar
tu vida y para que tu vida florezca. Ahora está en tu libertad acoger a Jesús
en tu vida.
Hoy el reto del
amor es leer un Evangelio y pedirle al Señor que te lo ilumine para tu vida. En
Él encontrarás todo para ser feliz.
VIVE DE CRISTO
¡Feliz día!
07 agosto 2025
Fuente: Dominicas de Lerma