El altar es la mesa en la que se celebra el sacrificio en la cruz de nuestro Señor Jesucristo; es tan importante que se debe consagrar para usarla
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Mónica Muñoz |
La liturgia de
la Iglesia católica está llena de hermosas celebraciones que ayudan al pueblo a
rendir culto a Dios. Una de ellas es la dedicación de un altar, que hay que
consagrar porque en él se realizará la santa Eucaristía.
Al respecto,
dice la Instrucción general de Misal Romano (IGMR):
"El altar,
en el que se hace presente el sacrificio de la cruz bajo los signos
sacramentales, es también la mesa del Señor, para participar en la cual, se
convoca el Pueblo de Dios a la Misa; y es el centro de la acción de gracias que
se consuma en la Eucaristía".
(n.
296)
Consagrar el
altar
La IGMR explica
que el altar que se coloca en el templo debe ser fijo para "que signifique
más clara y permanentemente a Cristo Jesús, la Piedra viva" (n. 298) y debe estar hecho de piedra natural o de
"algún otro material digno, sólido y trabajado con maestría" (n. 301).
Esta mesa será
consagrada o dedicada "según el rito descrito en el Pontifical
Romano" (n. 300).
Dicha
celebración será presidida por el Obispo, que ungirá con santo crisma la mesa
del altar, el óleo perfumado que también se usa en el Bautismo, la Confirmación
y el Orden Sagrado.
Así mismo, se
usa como indica el ritual para la dedicación del altar (n. 20):
Por lo tanto,
después de la dedicación, ya no se trata de una mesa cualquiera. Ahí
encontraremos en cada Eucaristía al Señor Jesús que se entrega al Padre por
nosotros y por nuestra salvación. Por eso, el sacerdote besa reverentemente el
altar al iniciar la Misa.
El uso
exclusivo del altar
En cuanto al
uso del altar, será exclusivo para la celebración eucarística. No deberá
utilizarse para colocar imágenes o flores ni para escribir o para apoyar
cualquier objeto. El IGMR lo aclara:
"Sobre la
mesa del altar se puede poner, entonces, solo aquello que se requiera para la
celebración de la Misa, a saber, el Evangeliario desde el inicio de la
celebración hasta la proclamación del Evangelio; y desde la presentación de los
dones hasta la purificación de los vasos: el cáliz con la patena, el copón, si
es necesario, el corporal, el purificador, la palia y el misal".
Y por tratarse
de una mesa sagrada, deberemos hacer una reverencia cuando pasemos frente a
ella, haya Misa o no.
Mónica Muñoz
Fuente: Aleteia