Es en contacto profundo con la realidad y con lo que Dios hace en ella, como podremos entender qué es la providencia divina
![]() |
Recibir todo de Dios/Shutterstock |
Dios actúa en
nuestra realidad. Es en la realidad donde está Dios y donde se
manifiesta su acción.
Contrario a
esto, a veces creemos que su acción se puede ver o percibir en nuestra vida
solo en ciertos momentos en los que lo extraordinario se hace presente, sea
bueno o malo.
1. Dios no
es un Dios arbitrario
A veces creemos
que Él diseñó el mundo y luego lo dejó para que todo marche con una
autonomía absoluta. Pensamos que solo se manifiesta de vez en cuando
para darnos algún mensaje.
También solemos
creer que las cosas pasan solo porque “Dios quiere”.
En este
pensamiento nuestra libertad no juega ningún papel, pues
nuestro destino está ya fijado. Nuestras decisiones son una ficción, no importa
qué camino tomemos, al final llegaremos a un mismo lugar ya predestinado por
Dios.
Por otro lado,
la vida nos lleva a pensar que la voluntad de Dios es caprichosa. Si
Dios quiere, interviene. Y si no quiere, no. Sus decisiones no obedecen a otra
razón que lo que sienta en el momento.
Todas estas
afirmaciones nos llevan a pensar que Dios actúa como un ser humano y nos hacen
olvidar que Dios actúa con sus propias categorías que a
nosotros nos cuesta entender porque no somos Dios.
Una relación
con Él nos permite conocerlo como un Dios providente que cuida a sus
criaturas.
2. La creación
no está acabada
La vida del
mundo no está acabada. La realidad no termina en lo que podemos
dimensionar los seres humanos. Somos seres en movimiento, en cambio constante,
y Dios está al tanto de ello.
Él guarda la
creación desde su providencia y
la conduce a su perfección. Tiene cuidado de todo, desde las cosas más
pequeñas hasta los grandes acontecimientos de la historia.
Todo lo que
sucede, aunque parezca arbitrario y sin sentido, tiene una lógica dentro
de esa realidad de perfección en el amor a la que Él nos
quiere conducir.
"No
andéis, pues, preocupados diciendo: ¿qué vamos a comer? ¿qué vamos a beber?
[...] Ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad
primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por
añadidura".
Mt 6,
31-33; Mt 10, 29-31
En la escritura
nos ha ido mostrado cómo es su providencia. Él es el Emmanuel, el Dios
con nosotros, que se ha hecho hombre para experimentar todo lo que es
humano. Él es el buen pastor que nos cuida y nos demuestra su constante
atención por nosotros.
3. Somos
socios de su providencia
Siendo sus
amigos comprenderemos cada vez más cómo obra para unirnos a Él en la
construcción de este mundo.
Dios busca
al ser humano como socio para sus designios. En medio de un mundo que
está en vía de perfección, Él nos elige como aliados para construir
juntos este mundo y permitir que su amor se manifieste.
En la medida en
que nos dispongamos a recibir el amor de Dios y seamos
receptores activos de este, la realidad estará más llena de Dios, incluso las
circunstancias más complejas.
Benedicto XVI
nos dice:
Esto es
importante también en nuestra oración: debemos aprender a abandonarnos más a la
Providencia divina, pedir a Dios la fuerza de salir de nosotros mismos para
renovarle nuestro «sí», para repetirle que «se haga tu voluntad», para
conformar nuestra voluntad a la suya. Es una oración que debemos hacer cada
día, porque no siempre es fácil abandonarse a la voluntad de Dios, repetir el
«sí» de Jesús, el «sí» de María.
Démosle
nuestro sí a Dios, aun en las situaciones más adversas. Así, su
providencia y su amor se manifestarán de formas misteriosas en nuestra vida.
Luisa Restrepo
Fuente: Aleteia