La fiesta de la Asunción es “la fiesta de María”, la más solemne de las fiestas que la Iglesia celebra en su honor. Este día festejamos todos los misterios de su vida
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Las razones fundamentales para la definición del dogma presentadas por Pío XII fueron:
1- La inmunidad de María de todo pecado: La descomposición del cuerpo es consecuencia del pecado, y como María, careció de todo pecado, entonces Ella estaba libre de la ley universal de la corrupción, pudiendo entonces, entrar prontamente, en cuerpo y alma, en la gloria del cielo.
2- Su Maternidad Divina: Como el cuerpo de Cristo se había formado del cuerpo de
María, era conveniente que el cuerpo de María participara de la suerte del
cuerpo de Cristo. Ella concibió a Jesús, le dio a luz, le nutrió, le cuidó, le
estrechó contra su pecho. No podemos imaginar que Jesús permitiría que el
cuerpo, que le dio vida, llegase a la corrupción.
3- Su Virginidad Perpetua: Como su cuerpo fue preservado en integridad virginal, (toda para Jesús y siendo un tabernáculo viviente) era conveniente que después de la muerte no sufriera la corrupción.
4- Su participación en la obra redentora de Cristo: María, la Madre del Redentor, por su íntima participación en la obra redentora de su Hijo, después de consumado el curso de su vida sobre la tierra, recibió el fruto pleno de la redención, que es la glorificación del cuerpo y del alma.
La Asunción es la victoria de Dios confirmada en María y asegurada para nosotros. La Asunción es una señal y promesa de la gloria que nos espera cuando en el fin del mundo nuestros cuerpos resuciten y sean reunidos con nuestras almas.
La Asunción es un mensaje de esperanza que nos hace pensar en la dicha de
alcanzar el Cielo, la gloria de Dios y en la alegría de tener una madre que ha
alcanzado la meta a la que nosotros caminamos.
Este día, recordamos que María es una obra maravillosa de Dios. Concebida sin
pecado original, el cuerpo de María estuvo siempre libre de pecado. Era
totalmente pura. Su alma nunca se corrompió. Su cuerpo nunca fue manchado por
el pecado, fue siempre un templo santo e inmaculado.
También, tenemos presente a Cristo por todas las gracias que derramó sobre su
Madre María y cómo ella supo responder a éstas. Ella alcanzó la Gloria de Dios
por la vivencia de las virtudes. Se coronó con estas virtudes.
La maternidad divina de María fue el mayor milagro y la fuente de su grandeza,
pero Dios no coronó a María por su maternidad, sino por sus virtudes: su
caridad, su humildad, su pureza, su paciencia, su mansedumbre, su perfecto homenaje
de adoración, amor, alabanza y agradecimiento.
María cumplió perfectamente con la voluntad de Dios en su vida y eso es lo que
la llevó a llegar a la gloria de Dios.
En la Tierra todos queremos llegar a Dios y en esto trabajamos todos los días.
Esta es nuestra esperanza. María ya ha alcanzado esto. Lo que ella ha alcanzado
nos anima a nosotros. Lo que ella posee nos sirve de esperanza.
María tuvo una enorme confianza en Dios, su corazón lo tenía lleno de Dios. Vivió con una inmensa paz porque vivía en Dios, porque cumplió a la perfección con la voluntad de Dios durante toda su vida. Y esto es lo que la llevó a gozar en la gloria de Dios. Desde su Asunción al Cielo, Ella es nuestra Madre del Cielo.
La fiesta de la Asunción es
“la fiesta de María”, la más solemne de las fiestas que la Iglesia celebra en
su honor. Este día festejamos todos los misterios de su vida.
Es la celebración de su grandeza, de todos sus privilegios y virtudes, que también se celebran por separado en otras fechas.
María es una obra maravillosa de Dios: mujer sencilla y humilde, concebida sin pecado original y, por tanto, creatura purísima. Su alma nunca se corrompió. Su cuerpo nunca fue manchado por el pecado, fue siempre un templo santo e inmaculado de Dios.
En la Tierra todos queremos llegar a Dios y por este fin trabajamos todos los días, ya que ésa es nuestra esperanza. María ya lo ha alcanzado. Lo que ella ya posee nos anima a nosotros a alcanzarlo también.
El dogma de la Asunción
Es la celebración de su grandeza, de todos sus privilegios y virtudes, que también se celebran por separado en otras fechas.
María es una obra maravillosa de Dios: mujer sencilla y humilde, concebida sin pecado original y, por tanto, creatura purísima. Su alma nunca se corrompió. Su cuerpo nunca fue manchado por el pecado, fue siempre un templo santo e inmaculado de Dios.
En la Tierra todos queremos llegar a Dios y por este fin trabajamos todos los días, ya que ésa es nuestra esperanza. María ya lo ha alcanzado. Lo que ella ya posee nos anima a nosotros a alcanzarlo también.
El dogma de la Asunción
Se refiere a que la Madre de Dios, luego de su vida terrena fue elevada en
cuerpo y alma a la gloria celestial.
Este Dogma fue proclamado por el Papa Pío XII, el 1º de noviembre de 1950, en
la Constitución Munificentisimus Deus, con las siguientes palabras:
"Después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces y de invocar la luz
del Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la
Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de
los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para aumentar la gloria de la
misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, con la autoridad
de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y
con la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente
revelado que La Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María, terminado el
curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del
cielo".
Ahora bien, ¿por qué es importante que los católicos recordemos y profundicemos
en el Dogma de la Asunción de la Santísima Virgen María al Cielo? El Nuevo
Catecismo de la Iglesia Católica responde a este interrogante:
"La Asunción de la Santísima Virgen constituye una participación singular
en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los
demás cristianos" (#966).
La importancia de la Asunción para nosotros, hombres y mujeres de comienzos del
Tercer Milenio de la Era Cristiana, radica en la relación que hay entre la
Resurrección de Cristo y la nuestra. La presencia de María, mujer de nuestra
raza, ser humano como nosotros, quien se halla en cuerpo y alma ya glorificada
en el Cielo, es eso: una anticipación de nuestra propia resurrección.
Más aún, la Asunción de María en cuerpo y alma al cielo es un Dogma de nuestra
fe católica, expresamente definido por el Papa Pío XII hablando
"ex-cathedra". Y ... ¿qué es un Dogma? Puesto en los términos más
sencillos, Dogma es una verdad de Fe, revelada por Dios (en la Sagrada
Escritura o contenida en la Tradición), y que además es propuesta por la
Iglesia como realmente revelada por Dios.
En este caso se dice que el Papa habla "ex-cathedra", es decir, que
habla y determina algo en virtud de la autoridad suprema que tiene como Vicario
de Cristo y Cabeza Visible de la Iglesia, Maestro Supremo de la Fe, con
intención de proponer un asunto como creencia obligatoria de los fieles
Católicos.
El Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica (#966) nos lo explica así, citando a
Lumen Gentium 59, que a la vez cita la Bula de la Proclamación del Dogma:
"Finalmente, la Virgen Inmaculada, preservada libre de toda mancha de
pecado original, terminado el curso de su vida en la tierra, fue llevada a la
gloria del Cielo y elevada al Trono del Señor como Reina del Universo, para ser
conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los señores y vencedor del pecado
y de la muerte".
Y el Papa Juan Pablo II, en una de sus Catequesis sobre la Asunción, explica
esto mismo en los siguientes términos:
"El dogma de la Asunción afirma que el cuerpo de María fue glorificado
después de su muerte. En efecto, mientras para los demás hombres la
resurrección de los cuerpos tendrá lugar al fin del mundo, para María la
glorificación de su cuerpo se anticipó por singular privilegio" (JP II,
2-julio-97).
"Contemplando el misterio de la Asunción de la Virgen, es posible
comprender el plan de la Providencia Divina con respecto a la humanidad:
después de Cristo, Verbo encarnado, María es la primera criatura humana que
realiza el ideal escatológico, anticipando la plenitud de la felicidad,
prometida a los elegidos mediante la resurrección de los cuerpos" (JP II ,
Audiencia General del 9-julio-97).
Continúa el Papa: "María Santísima nos muestra el destino final de quienes
`oyen la Palabra de Dios y la cumplen' (Lc. 11, 28). Nos estimula a elevar
nuestra mirada a las alturas, donde se encuentra Cristo, sentado a la derecha
del Padre, y donde está también la humilde esclava de Nazaret, ya en la gloria
celestial" (JP II, 15-agosto-97)
Los hombres y mujeres de hoy vivimos pendientes del enigma de la muerte. Aunque
lo enfoquemos de diversas formas, según la cultura y las creencias que
tengamos, aunque lo evadamos en nuestro pensamiento, aunque tratemos de
prolongar por todos los medios a nuestro alcance nuestros días en la tierra,
todos tenemos una necesidad grande de esa esperanza cierta de inmortalidad
contenida en la promesa de Cristo sobre nuestra futura resurrección.
Mucho bien haría a muchos cristianos oír y leer más sobre este misterio de la
Asunción de María, el cual nos atañe tan directamente. ¿Por qué se ha logrado
colar la creencia en el mito pagano de la re-encarnación entre nosotros? Si
pensamos bien, estas ideas extrañas a nuestra fe cristiana se han ido metiendo
en la medida que hemos dejado de pensar, de predicar y de recordar los
misterios, que como el de la Asunción, tienen que ver con la otra vida, con la
escatología, con las realidades últimas del ser humano.
El misterio de la Asunción de la Santísima Virgen María al Cielo nos invita a
hacer una pausa en la agitada vida que llevamos para reflexionar sobre el
sentido de nuestra vida aquí en la tierra, sobre nuestro fin último: la Vida
Eterna, junto con la Santísima Trinidad, la Santísima Virgen María y los
Angeles y Santos del Cielo. El saber que María ya está en el Cielo gloriosa en
cuerpo y alma, como se nos ha prometido a aquéllos que hagamos la Voluntad de
Dios, nos renueva la esperanza en nuestra futura inmortalidad y felicidad
perfecta para siempre.
Fuente: Web católica de Javier