Dirigirán un internado de niños pobres en la isla: «Ahora que no tenemos cargas familiares, hemos pensado que todavía nos quedan unos años útiles»
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José María y Mª Ángeles en la misa de su envío |
Llega la edad
de la jubilación y, con ella, el momento para descansar, pasear y
llevar una vida tranquila... O no. No es el caso, ciertamente, de Mª
Ángeles Valios y José Mª Sainz, un matrimonio de la parroquia de Nuestra
Señora del Rosario de Torrejón de Ardoz (Madrid) que el 26 de julio partirá de
misiones a República Dominicana durante tres años. Su destino:
la diócesis de San Juan de la Maguana, donde servirán a una comunidad muy
pobre y con muchas dificultades. No es la idea, desde luego, de la
jubilación como «edad dorada» que tienen muchas personas.
Pero este
matrimonio católico lleva largo tiempo madurando la idea. «De pequeña ya me
surgió esa inquietud misionera. No ha sido algo espectacular,
sino que ha sido una cosa que ha venido poco a poco», explica Mª Ángeles. Algo
similar le sucedió a José María: «Me acuerdo de cuando venían misioneros que te
ponían diapositivas de sus experiencias misioneras y siempre me movía
mucho el corazón. Entonces dije: voy a ver si puedo ser misionero
como estos misioneros que venían cuando yo hacía catequesis».
Mª Ángeles, de
63 años y natural de Lérida, tuvo un inicio en la fe muy curioso: «Mi padre era
representante de comercio y visitaba librerías. Había una librería que le tenía
mucho cariño, y le regalaban unos tebeos, dentro de los que había unos vales para
adquirir libros. Y entonces adquirí una colección completa de vida de
santos y de vidas ejemplares, y leyendo la vida de todos esos santos
me surgió ese ardor misionero», rememora en una entrevista que han hecho al
matrimonio en el programa El Espejo de la diócesis de Alcalá, de la
cadena Cope. «Poco a poco, con los testimonios misioneros que venían al
colegio, ya metida en la parroquia, en un grupo de la Acción Católica,
pues vas trabajando la dimensión social, la dimensión eclesial, el estar
presente en realidades pobres, y ahí fue surgiendo esa inquietud misionera»,
señala.
Un ambiente
marxista
José María
Sainz era «de una familia sencilla de Madrid sociológicamente cristiana» pero,
con el tiempo, «mis otros hermanos y los amigos del entorno fueron
abandonando la práctica religiosa». «Yo no sé por qué… continué el camino.
Bueno, sí, me imagino por qué: porque el de Arriba te
impulsa», reconoce. «Me acuerdo de que iba a misa a escondidas para
que los amigos no se enteraran y fui avanzando en este proceso de compromiso
cristiano. Estudié Sociología en la Universidad Complutense, en una época en
que era el marxismo lo que predominaba, pero aún así tampoco me aparté de
este camino», asegura. «Quería ser laico, quería formar una familia. No sabía a
dónde ir; vi en el periódico ABC un anuncio pequeñito que
hablaba de que había laicos misioneros y fui a la delegación de misiones de
Madrid y me encauzó a OCASHA-Laicado
Misionero», añade.
Mª Ángeles
tenía diáfana su llamada a la misión pero, igualmente, que su vocación no
pasaba por la vida religiosa: «Cuando fui creciendo quería salir a misiones,
pero también tenía claro que no quería ser monja». Al igual que su marido,
acabó en OCASHA y, en su juventud, ya tuvo experiencias misioneras: «Tres años
en Colombia y tres años en República Dominicana». Regresó, se casó con José
María y «tuvimos dos hijos que ya son adultos, independientes, dos
hijos maravillosos, y ahora que no tenemos cargas familiares y él se ha
jubilado, hemos pensado que todavía tenemos unos años útiles», detalla.
En República
Dominicana van a trabajar en «un centro vocacional tipo internado, para atender
a una zona rural bastante marginal pegada a la frontera de
Haití». «Cuanto más lejos estás de las ciudades importantes, la presencia
gubernamental, y de todo, brilla por su ausencia», lamenta la
misionera. «Se atiende a chavales de comunidades rurales que no pueden ir y
venir todos los días andando al colegio. Y entonces se creó este internado
donde atiende a los niños y se les da educación escolar de
lunes a viernes, y acoge desde tercero de primaria hasta tercero de la ESO»,
prosigue.
«Nosotros vamos
a sustituir a un matrimonio que está llevando el proyecto y que se tiene que ir
ahora porque tiene tres chavalines pequeños y allí no hay
infantil ni los primeros años de primaria. Hemos visto ahí la
providencia de Dios, que ha puesto ese proyecto en nuestras manos,
sustituyendo a este otro matrimonio», subraya Mª Ángeles.
Se les puede
ayudar
No van a tener
demasiada ayuda en su nuevo destino: «Solamente está el sacerdote, que es un
misionero de Estados Unidos, el padre Esteban, y dos monjas
brasileñas ya bastante mayores, y son las que tienen que atender toda esa zona
donde es muy difícil llegar a los sitios», explica ella.
¿Cómo se les
puede ayudar desde aquí? «Pues primero con las oraciones: sentir
que rezan por nosotros», pide Mª Ángeles. «El Espíritu Santo actúa a
través de las personas que rezan», asegura. «Y también, a nivel material,
que también hace falta, aunque no de repente, sino que cuando estemos allí y
veamos qué necesidades hay, se podrá decir: oye, pues si nos podéis
echar una mano…. Pero bueno, eso es lo de menos, y no es pedir
por pedir, sino que realmente haga falta y en el lugar no se pueda lograr»,
concluye José María.
Álex Navajas
Fuente: El Debate