La jubilación ofrece a los católicos el don del tiempo: para servir, reflexionar y abrazar la llamada más profunda de la fe y la familia
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Nenad Cavoski | Shutterstock |
La jubilación
es uno de los grandes hitos de la vida: una época de mañanas más lentas, menos
plazos y la gloriosa oportunidad de vivir realmente la vida en el tiempo de
Dios. Para muchos, ser jubilado también conlleva un profundo deseo de
redescubrir el propósito en este nuevo capítulo, y para los católicos, también
significa prestar por fin atención a los anhelos del corazón, con la familia y
la fe, que tan a menudo se dejaban de lado durante los ajetreados años de
trabajo.
Tanto si se
trata de un sueño -largamente acariciado- de seguir las huellas de los santos,
como de una llamada silenciosa a estrechar los lazos familiares, la jubilación
ofrece la libertad de acercarse a Dios -y a los demás- de un modo significativo
y lleno de alegría.
He aquí ocho
hermosas maneras de abrazar esta estación de la vida como católico jubilado:
1. PEREGRINAR,
AUNQUE SOLO SEA UNA VEZ
Hay algo
profundamente conmovedor en adentrarse en los lugares donde los santos
vivieron, rezaron y sufrieron. Ya se trate de la grandeza de la Basílica de San Pedro o de la tranquila paz de Knock o Lourdes,
una peregrinación puede alimentar el alma de un modo inolvidable.
Incluso si el
viaje es limitado, hay lugares sagrados cercanos -santuarios o monasterios
locales- que pueden proporcionar una profunda sensación de renovación y
presencia. A veces, el mejor viaje consiste simplemente en dejar espacio en el
corazón para Dios.
2. INVERTIR
EN LA FAMILIA CON PACIENCIA, ORACIÓN Y PRESENCIA
¿Recuerdas
todas esas veces que deseaste tener más horas para pasar con tus hijos y
nietos? Pues aquí tienes tu billete dorado. Desde hacer de niñera (sin tener
que consultar el calendario laboral) hasta hornear galletas con una pizca de
sabiduría y una pizca de catecismo, la jubilación es su oportunidad de ser una
presencia cálida y orientadora en sus vidas, el tipo de abuelo que se cuela en
las oraciones antes de dormir junto con los cuentos.
3. REINCORPORARSE
A LA VIDA PARROQUIAL
Tu parroquia te
necesita: tu sabiduría, tu tiempo, tus oraciones. Este puede ser el momento de
asumir un papel para el que nunca has tenido tiempo: tal vez lector, líder de
un pequeño grupo de oración, o prestar tu tiempo para ayudar con la catequesis
de los más pequeños.
Muchas
parroquias buscan mentores, guerreros de la oración y "ancianos"
espirituales, y tu fe vivida es un don que merece la pena compartir.
No olvides a
los jubilados que puedan estar físicamente menos capacitados que tú. Dale un
respiro a un cuidador y ve a sentarte con alguien que esté confinado en casa.
Ambos disfrutarán de la oportunidad de compartir recuerdos y el cuidador estará
muy agradecido.
4. DEDICARSE
A UN PASATIEMPO... CON UN TOQUE SAGRADO
¿Siempre has
querido pintar? ¿Tejer? ¿Tocar el ukelele? Ahora es el momento, y no tengas
miedo de dejar que tu fe brille a través de ello. Piensa en tejer gorros de
bebé para el ministerio de bautizos de tu parroquia o en pintar iconos (o al
menos intentarlo).
¿Quién dice que
un católico jubilado no puede convertirse en el próximo Miguel Ángel… o al
menos echarse unas risas intentándolo?
5. ESCRIBE
TUS MEMORIAS - O UNA CARTA DE AMOR A TU FE
Tu vida está
llena de historias. Dios ha actuado en tu vida de maneras que podrían inspirar
a tus hijos, a tus nietos e incluso a desconocidos.
¿Por qué no
escribirlas? Ya sea en un libro, en un blog o en cartas manuscritas a sus seres
queridos, sus reflexiones sobre la fe, el amor, la pérdida y la risa pueden ser
el regalo más valioso que deje.
6. EMPEZAR
UNA "LISTA DE DESEOS ESPIRITUALES"
Haz una lista
de las cosas que siempre has querido hacer para profundizar en tu relación con
Dios. Tal vez sea leer toda la Biblia (sí, incluso el Levítico), rezar una
novena por cada miembro de la familia, ir a Misa más a menudo o aprender canto
gregoriano solo por diversión. El crecimiento espiritual no se jubila, y la
alegría tampoco.
7. SÉ UN
MENTOR - LA FE TE NECESITA
Los jóvenes de
hoy navegan en un torbellino de confusión. Tú, con tu sabiduría adquirida con
esfuerzo, puedes ser una voz firme de verdad y compasión.
Ya sea como
mentor de padres jóvenes, ayudando en el grupo de jóvenes (incluso si no tienes
ni idea de lo que es TikTok), o simplemente siendo un oyente tranquilo... tu
presencia es un ministerio silencioso pero poderoso.
8. ABRAZA EL
DON DEL SANTO DESCANSO
Nuestra cultura
suele alabar la productividad constante, pero las Escrituras nos recuerdan que
el descanso es sagrado. Sí, de verdad. Dios mismo descansó el séptimo día.
Así que
adelante, échate esa siesta al sol, tómate las mañanas con calma con tu
Breviario y una taza de té fuerte, o mira los pájaros mientras rezas el
Rosario. Estos momentos de paz son sagrados y, a menudo, Dios habla más alto en
la quietud.
Un nuevo
capítulo, con la gracia en el centro
Es importante
recordar que la jubilación no es un final, sino un desarrollo. Es una estación
sagrada en la que Dios sigue escribiendo tu historia, página a página.
Tanto si tus
días están llenos de grandes aventuras como de ritmos suaves, pueden estar
profundamente arraigados en la gracia, el servicio y la alegría.
Así que
respira. Da un paso. Y confía en que, incluso ahora, Dios te está llamando
-quizás con más ternura que nunca- a vivir plenamente, amar profundamente y
caminar con fidelidad.
Cerith Gardiner
Fuente:
Aleteia