¿CUÁL ES LA DIFERENCIA ENTRE CONGREGACIÓN, ORDEN E INSTITUTO DE VIDA RELIGIOSA?

Escuchamos que tal persona pertenece a una congregación o a un instituto de vida religiosa o a una orden, pero tal vez no sabemos por qué son diferentes

Antoine Mekary | ALETEIA

Orden, instituto de vida religiosa, congregación... son muchos los tipos de agrupaciones en las que hombres y mujeres deciden compartir sus vidas para servir a Dios, renunciando al matrimonio, pero no a la vida en común con otras personas que han recibido el mismo llamado a la vida consagrada.

Para discernir el tema, veamos las diferencias que existen entre ellos.

La vida consagrada

Algunos fieles reciben de Dios una vocación específica para consagrarse a su servicio de manera libre y voluntaria, profesando los consejos evangélicos de pobreza,  castidad y obediencia. El Derecho Canónico así lo define:

"La vida consagrada por la profesión de los consejos evangélicos es una forma estable de vivir en la cual los fieles, siguiendo más de cerca a Cristo bajo la acción del Espíritu Santo, se dedican totalmente a Dios como a su amor supremo, para que entregados por un nuevo y peculiar título a su gloria, a la edificación de la Iglesia y a la salvación del mundo, consigan la perfección de la caridad en el servicio del Reino de Dios y, convertidos en signo preclaro en la Iglesia, preanuncien la gloria celestial". (573 § 1).

Ahora bien, cada uno elige el instituto de vida consagrada al que quiera pertenecer, ya que "en la Iglesia hay muchos institutos de vida consagrada, que han recibido dones diversos, según la gracia propia de cada uno" (CIC c. 577)

El instituto de vida consagrada

El Derecho Canónico llama instituto a los fieles que se asocian para vivir de manera organizada y profesan los consejos evangélicos:

"Adoptan con libertad esta forma de vida en institutos de vida consagrada canónicamente erigidos por la autoridad competente de la Iglesia aquellos fieles que, mediante votos u otros vínculos sagrados, según las leyes propias de los institutos, profesan los consejos evangélicos de castidad, pobreza y obediencia, y, por la caridad a la que éstos conducen, se unen de modo especial a la Iglesia y a su misterio".

La Orden

La Enciclopedia Católica explica el origen del término "orden":

"La expresión 'ordo monasticus' al principio denotó una clase de monjes, como 'ordo virginum' denotó una clase de vírgenes, y 'ordo sacerdotalis', la clase de los sacerdotes".

Eran hombres y mujeres que deseaban "ser dirigidos en sus aspiraciones a la perfección". Los primeros seguían a san Benito y a san Basilio. La Enciclopedia menciona que fue un siglo después con san Francisco y santo Domingo cuando esas asociaciones:

" Adquirieron una organización jerárquica interior propia y reconocible incluso exteriormente por la identidad de regla, vestido y vida. Desde entonces, cada orden religiosa ha sido una sociedad de religiosos aprobada por la Iglesia".

Se reconocen porque siguen una de las cuatro grandes reglas: la de san Benito, san Agustín, san Basilio o la de san Francisco - aunque algunas tienen sus propias constituciones - . Habitan un monasterio y su superior es un abad, o en las órdenes más modernas, un Provincial y tienen un cardenal protector.

Ahora, "la orden religiosa es, entonces, propiamente hablando, un instituto plenamente aprobado por la Santa Sede y que tiene votos solemnes de vida religiosa".

La congregación religiosa

Ahora bien, las congregaciones religiosas son institutos que no tienen votos perpetuos, o carecen de uno de los votos esenciales, o que ni siquiera tienen votos apropiadamente llamados.

Existen congregaciones de sacerdotes en las que no hacen votos - aunque viven el celibato sacerdotal - pero pueden hacer algún juramento de obediencia. No son estrictamente congregaciones religiosas.

En el caso de las mujeres, algunas hacen votos anuales y al finalizar, son libres de renovarlos o no. Pero hay congregaciones propiamente religiosas que se distinguen porque:

"...tienen todos los elementos esenciales de la vida religiosa, los tres votos perpetuos y la aprobación de la autoridad eclesiástica. Incluso son aprobados por la Santa Sede. Carecen de una sola característica accidental de una orden, es decir, la solemnidad de los votos" (Enciclopedia católica).

Este modo especial de vida es un llamado pleno a vivir la perfección y es Dios mismo el que sostiene a estos hombres y mujeres en su vocación para el bien de la Iglesia.

Mónica Muñoz

Fuente: Aleteia