Derecho a Morir hace públicas las cifras de eutanasia desde la aprobación de la ley hace cuatro años. «No desarrollar los cuidados paliativos es la gasolina de este fenómeno», denuncia el presidente del Observatorio de Bioética de la UCV
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Foto: Freepik |
Más de 1.000
personas han logrado ayuda para morir en España desde la entrada en
vigor de la Ley de eutanasia hace ahora cuatro años. En
concreto, si hasta el pasado año pasado se realizaron un total de 1.034
eutanasias, según la asociación Derecho a Morir Dignamente ya se habrían
superado las 1.300 en lo que llevamos de 2025. En este momento se estarían
aprobando más del 40 % de las solicitudes de ayuda para morir.
«Estamos ante
el inicio del fenómeno de la pendiente resbaladiza», afirma Julio
Tudela, presidente del Observatorio de
Bioética de la UCV, que cuenta que «hemos pasado ya la primera
resistencia legal a la ilegalización de matar a alguien deliberadamente».
Una vez que ya
se ha pasado «la primera línea roja» de la aprobación legal,
«lo que nos espera es un proceso paulatino de relajación», algo ya observado en
naciones con más recorrido en este campo como Países Bajos y Bélgica.
«Poco a poco se va ampliando el alcance a más casos de los que se permitían al
principio, y así se está llegando ya a pacientes sin dolor intratable, que no
están al final de su vida, con enfermedades mentales, sin consentimiento, con
depresión, cansados de vivir o pacientes sin patología alguna, e incluso se
está aplicando la eutanasia a menores de edad», cuenta Tudela.
En España estamos
«en el punto de la relajación inicial» a la hora de la definición de
criterios para la aplicación de eutanasia, por lo que el presidente
del Observatorio de Bioética advierte que «el peso de la decisión se descarga
cada vez más en el paciente, de modo que lo importante es lo que este
diga de manera autónoma».
Después de este
primer paso, «llega el contagio social, el efecto mimético», por el que «si una actitud
inicialmente reproblable socialmente se repite con frecuencia creciente,
entonces va a modificar la percepción moral del resto de la
población». Este fenómeno afecta ya al sector médico, pues «si el número
de facultativos permisivos con la eutanasia aumenta, esto
contagiará a sus compañeros».
Todo esto
sucede «cuanta menos formación ética tenga la sociedad, pues
se limita a repetir acríticamente el comportamiento de la manada alrededor».
Para Tudela, «este es el problema de base, en la gente en general y en los
facultativos», denominándolo como «analfabetismo bioético».
En tercer
lugar, Julio Tudela denuncia «el fracaso de los cuidados paliativos en España»,
y cifra en 70.000 los pacientes que mueren en España con dolor
intenso evitable porque no se implementan los cuidados paliativos que
necesitan. «Esta es la gasolina de la eutanasia, la dejadez en tono a este
tema», lamenta, mencionando explícitamente a los enfermos de ELA y
una ley anunciada para ellos que aún no se ha aprobado. «¿A dónde les estamos
empujando?», concluye.
Juan Luis Vázquez
Díaz-Mayordomo
Fuente: Alfa y Omega