Día
15: El rezo del Rosario
Dominio público |
- De todos los Santos del cielo, ¿cuál es el que más teméis?
Los demonios se negaron a responder, debido a que había mucha gente delante y no querían revelar en público a quién tenían miedo. Como Santo Domingo insistió, una y otra vez, al final contestaron en voz alta:
- La Santísima Virgen; nos vemos obligados a confesar que ninguno de los que
perseveren en su servicio se condenará con nosotros; uno solo de sus suspiros
vale más que todas las oraciones, las promesas y los deseos de todos los
santos.
Muchos
cristianos que la invocan al morir y que deberían condenarse, según las leyes
ordinarias, se salvan por su intercesión. Si no se hubiera opuesto a nuestro
esfuerzo hace mucho tiempo que tendríamos derribada y destruida a la Iglesia
entera.
Santo
Domingo hizo rezar el rosario a todo el pueblo, y al fin los demonios salieron
del hereje, dando aspavientos.
¡Qué suerte ser tu hijo, María! Ahora sí que digo con toda paz que no tengo miedo a nada ni a nadie. Pero sí a una cosa: a vivir sin Ti, como si fuese huérfano. Encárgate Tú, por favor, de que eso no suceda, y ya está. ¡Gracias, Madre mía!
Ahora puedes seguir hablando a María con tus palabras, comentándole algo de lo que has leído. Después termina con la oración final.
¡Qué suerte ser tu hijo, María! Ahora sí que digo con toda paz que no tengo miedo a nada ni a nadie. Pero sí a una cosa: a vivir sin Ti, como si fuese huérfano. Encárgate Tú, por favor, de que eso no suceda, y ya está. ¡Gracias, Madre mía!
Ahora puedes seguir hablando a María con tus palabras, comentándole algo de lo que has leído. Después termina con la oración final.
Fuente: Web de Javier