La vida de un niño es muy valiosa ante los ojos de Dios, tanto así que nos pide ser como niños. Aquí unas enseñanzas clave para ver la niñez desde los ojos de Dios
![]() |
Standret | Shutterstock |
La niñez es una etapa fundamental en la vida del ser humano,
caracterizada por la inocencia, la pureza y una capacidad única para aprender y
confiar. A lo largo de la Biblia, encontramos numerosas referencias a los
niños, no solo como miembros importantes de la familia y la comunidad, sino
también como ejemplos de fe, humildad y sinceridad.
Desde el
Antiguo Testamento hasta las enseñanzas de Jesús en el Nuevo Testamento, la Palabra de Dios ofrece principios claros
sobre el valor, el cuidado y la formación espiritual de los más pequeños.
En el
siguiente carrusel vamos a explorar lo que dice la Biblia sobre la niñez,
revelando cómo Dios ve a los niños y cuál es la responsabilidad de los adultos
hacia ellos.
La expresión
"regalo del Señor" nos invita a valorar la vida desde su inicio,
con gratitud y reverencia. Cada niño, independientemente de las circunstancias
de su nacimiento, es portador de dignidad y esperanza. Además, la palabra
"recompensa" sugiere que hay un gozo y una bendición especial
reservada para quienes reciben y cuidan de los hijos con amor y responsabilidad.
"Le
trajeron entonces a unos niños para que les impusiera las manos y orara sobre
ellos. Los discípulos los reprendieron, pero Jesús les dijo: «Dejen a los niños,
y no les impidan que vengan a mí, porque el Reino de los Cielos pertenece a los
que son como ellos»".
En este
pasaje, vemos a Jesús haciendo algo profundamente contracultural: acoge a los niños con amor y dignidad,
mientras que sus propios discípulos los consideran una molestia. La reacción de
Jesús es clara y firme: "Dejen a los niños venir a mí, y no
se lo impidan". Él no solo los recibe, sino que también
revela una gran verdad espiritual: el Reino de los Cielos pertenece a los
que son como ellos.
"Inicia
al niño en el camino que debe seguir, y ni siquiera en su vejez se apartará de
él".
Este
versículo subraya la importancia de la formación temprana en
la vida del ser humano. La infancia es una etapa clave donde el corazón y la
mente están más abiertos a aprender, absorber valores y construir una base
sólida para toda la vida.
"Graba
en tu corazón estas palabras que yo te dicto hoy. Incúlcalas a tus hijos, y
háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas de viaje, al acostarte
y al levantarte".
Este versículo nos recuerda que la fe se transmite en lo cotidiano, no solo en momentos especiales. Dios nos llama a vivir su Palabra con el corazón y a compartirla constantemente con nuestros hijos: en casa, de camino, al acostarnos y al levantarnos.
5. CREADOS A SU IMAGEN Y SEMEJANZA (SAL 139, 13- 14)
"Tú
creaste mis entrañas, me plasmaste en el seno de mi madre: te doy gracias
porque fui formado".
Este
versículo es un canto a la dignidad y el valor de la vida desde el
inicio. Dios no solo nos conoce, sino que nos forma con amor y propósito desde
el vientre materno. Cada niño, cada ser humano, es una obra única de sus manos.
Reconocer
esto nos lleva a agradecer el don de la vida y
a respetarla en todas sus etapas, especialmente en la niñez, cuando la persona
comienza a descubrir quién es en Dios.
Este
versículo nos enseña que la formación espiritual y moral comienza
en la infancia. Lo que se siembra en el corazón de un niño con
amor y sabiduría, permanece a lo largo de su vida.
Educar con
fe desde temprano es regalarles una brújula para toda la existencia, incluso
cuando lleguen los años difíciles o la vejez.
"Padres,
no irriten a sus hijos; al contrario, edúquenlos, corrigiéndolos y
aconsejándolos, según el espíritu del Señor".
Este
versículo nos recuerda que la autoridad de los padres debe ejercerse
con amor y paciencia. No se trata solo de corregir, sino de educar con ternura y en el espíritu del
Señor.
Criar a los
hijos desde la fe implica acompañarlos, guiarlos con sabiduría y nunca herir su
corazón, sino formarlos con respeto y esperanza.
Karen Hutch
Fuente: Aleteia