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Dominio público |
En medio del ajetreo diario, el Ángelus es
propuesto por la Iglesia como una pausa capaz de santificar el día, y que sirve
además para recordar el mayor milagro de la historia: la encarnación de Dios en
el seno de una mujer.
Qué
es y cómo se reza
El rezo del Ángelus consiste en tres breves invocaciones, con sus respectivas
respuestas, alternadas con tres Avemarías, y culmina con una oración
final.
Y aunque antiguamente se rezaba tres veces al
día (a las 6 de la madrugada, al mediodía, y a las 6 de la tarde) siguiendo el
ritmo de las campanas que llamaban al rezo en pueblos y ciudades, hoy sólo
pervive la costumbre de rezarlo a las 12 de la mañana, como un modo de partir
el día en dos y consagrarlo a Dios a través de la Virgen.
Su estructura es la siguiente:
1. El Ángel del Señor
anunció a María.
–Y concibió por obra
del Espíritu Santo.
(Avemaría)
2. He aquí la esclava
del Señor.
– Hágase en mí según tu
palabra.
(Avemaría)
3. Y el Verbo se hizo
carne.
– Y habitó entre
nosotros.
(Avemaría)
Luego se concluye con una oración:
«Derrama, Señor, tu gracia en nuestras almas,
para que los que por el anuncio del ángel hemos conocido la encarnación de tu
Hijo, lleguemos, por los méritos de su Pasión y Cruz, a la gloria de la
resurrección. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor. Amén».
Una
costumbre con raíces centenarias
Aunque sus orígenes se remontan al siglo XIII,
fue en el siglo XVI cuando se difundió con la forma actual. Desde entonces, y
durante siglos, el toque del Ángelus ha marcado el ritmo de la jornada laboral,
especialmente en el campo, como una invitación
a santificar el trabajo.
Uno de sus más entusiastas defensores ha sido
el Papa san Juan Pablo II, que
en una ocasión llegó a afirmar: «Siempre he considerado el rezo del Ángelus
como una forma sencilla y profunda de santificar el tiempo y de entrar en
comunión con la Virgen María».
Cómo
rezarlo hoy
Cada vez son más los
seglares que han recuperado esta tradición cristiana, y hacen una
pequeña pausa en la jornada para rezarlo incluso sin moverse de su puesto de
trabajo.
Para ello, hay algunas formas bastante
prácticas, como las apps Eprex o Hallow, ponerse una alerta o una alarma en el
móvil para recordar la oración, o compartirlo con amigos o miembros de la
comunidad eclesial (la parroquia, algún movimiento, etc.) a través de un grupo
de WhatsApp en el que se reza de forma conjunta.
En un mundo hiperacelerado, detenerse a mitad
del día para recordar «que el Verbo se hizo carne», lejos de suponer una
pérdida de tiempo, parece un modo muy sencillo de ganar profundidad y hondura.
Un modo de actualizar, en suma, lo que hizo la propia Virgen María: poner a
Cristo en el centro de la vida.
José Antonio Méndez
Fuente: El Debate