LOS NIÑOS SANAN A LOS SOLDADOS MUTILADOS EN UCRANIA: MÁS EFICACES QUE LOS TERAPEUTAS

Niños y soldados visitan juntos las parroquias, y hacen excursiones; juntos vencen miedos y traumas

UGCC.UA

Hay un poder curativo en los niños, en su mirada, en su acogida, en su cercanía. Lo están experimentando en Ucrania muchos soldados veteranos, heridos y mutilados.

Hace algo más de un año, Ivanna Balko (Ivanka) fundó el Círculo Voluntarios de la Bondad. "Cada domingo logramos visitar tres o cuatro parroquias. Buscamos ante todo el calor humano", explica. Tienen el apoyo del obispo grecocatólico Yaroslav Priryz, de la eparquía de Sambir-Drohobych, y lo ha contado a Natalia Pavlyshyn, que lo publica en la web de la Iglesia Grecocatólica.

Los niños entran en el templo con los soldados. Acuden por invitación del párroco. Van juntos, tomados de la mano. Y entran al principio o al final de la misa. Los niños con camisas bordadas, o camisetas blancas, los soldados con uniforme, prótesis, bastones, cojeando. Los feligreses se miran con extrañeza. Muchos sienten temor o desconfianza hacia estos hombres  marcados por heridas, quemaduras, o mutilaciones.

Los niños y los soldados les hablan. Cuentan algún testimonio. Cantan juntos. Y dan un mensaje a los feligreses: que no tengan miedo de los soldados heridos, de los que vuelven del horror de los combates. Que apoyen a sus familias.

"Dios no tiene otras manos que las nuestras”, dice Ivanna Balko, que siente que su misión es que los soldados heridos vuelvan a encajar con la sociedad. Y los niños son el puente que lo facilitan.

"Tratamos de no molestar a la gente, aunque vemos que muchos reaccionan llorando y expresando arrepentimiento, pero queremos que nuestra sociedad comprenda mejor a nuestros soldados", enfatizó Ivanna.

Visitando a los heridos en el hospital

Ivanna tomó conciencia de esta necesidad visitando soldados heridos en el hospital. Allí veía a los soldados desesperanzados, encerrados en sí mismos, encerrados en su dolor y con soledad.

Ivanna propuso a otras familias acudir al hospital con niños. "Nos propusimos enseñar a los niños que en nuestro país hay muchas personas con discapacidad debido a la guerra. Aunque a los adultos también hay que enseñarles. Es muy desagradable que los padres, al ver a un soldado herido, cubran los ojos de sus hijos o les digan: 'No mires'. Fue nuestro viaje con alumnos al hospital lo que nos hizo comprender que los niños deben estar cerca de los soldados heridos. Desde octubre de 2022, vamos dos veces por semana y organizamos eventos que implican a niños y militares".

Los niños son más eficaces que los psicólogos

Ivanka hizo venir unos psicólogos de Varsovia para que la asesoraran. ¿Cómo ayudar a esos soldados heridos, en rehabilitación? Los psicólogos le confirmaron que los niños son lo que más ayuda a un soldado.

"A veces, los psicólogos necesitan meses para conseguir que un soldado hable. Un niño lo consigue en un sólo día, en un día logra que los soldados rían", explica Ivanna.

Fueron diseñando actividades conjuntas de niños y soldados, para hacer después de la misa, los domingos. En invierno, esquiar. En verano, a la piscina. "Los soldados con el cuerpo lleno de cicatrices a menudo se avergüenzan de su cuerpo, pero con los niños no les molesta, y nadan con ellos", detalla Ivanna. Para muchos soldados desmovilizados, los niños son el puente que les ha reconectado con la sociedad y la vida.

Participan también en el Centro Pastoral y de Rehabilitación Oranta, en Truskavets. Allí hay terapias para familias donde hay enfado entre padres e hijos.

"Vamos a diferentes escuelas. Nuestros soldados explican a los estudiantes qué vive un militar, por qué sus hijos pueden reaccionar de forma más brusca ante diversas situaciones, estar tristes y también enfatizan que deben ser amigos de ellos. También prestamos especial atención a los padres. Es importante transmitir que todos los prejuicios se basan en estereotipos. Los niños son una hoja de papel en blanco y a menudo son los padres quienes dan instrucciones: "no mires", "cierra los ojos", "da la espalda"... Por eso, el niño crece con la percepción de que un soldado es una amenaza. Por eso, es importante convencer a los padres y llevarlos al menos una vez con ellos para que puedan verlo todo".

Niños y soldados, juntos, participan en todo tipo de eventos. Por ejemplo, llevan flores a los maestros para agradecer su trabajo. Otras veces van de escalada a la montaña... ¡incluso con soldados que han perdido piernas!

"Necesitan abrazos, agradecimientos, no indiferencia"

También hay momentos tristes. A veces el párroco anuncia que unos soldados van a hablar al final de la misa pero muchos feligreses no se quedan. "¿Cómo deben sentirse los militares en ese momento? A veces parece que no se quiera a los soldados heridos, que no se espera que vuelvan", lamenta Ivanna ante estas actitudes. "Necesitan abrazos, palabras de agradecimiento, no indiferencia".

Ivanna señala además que en el frente hay muchas zonas con pocos capellanes, especialmente católicos. Muchos de los soldados que Ivanna acompaña en el Círculo de Bondad entran en un templo por primera vez en su vida.

Ivanna lamenta que hay pocos voluntarios también apoyando en esta tarea de cercanía y acompañamiento.

Uno de los militares que participa en estos encuentros confirma que dan vida a los soldados, y que hace que los niños no tengan miedo. "Nosotros (los militares) deberíamos ser tratados con naturalidad. Como siempre. Tratas con un ser humano. Las lesiones dejan huella en todos. Y a muchas personas no les gusta que les tengan lástima", explica.

Miradas vacías que cobran vida

Olya, una periodista que acude a las actividades del Círculo de Bondad, señala que parte del problema es que mientras la sociedad ucraniana honra con ceremonias a los soldados fallecidos, a los que vuelven heridos muchos les tratan como si fueran invisibles. "Me di cuenta de que yo también era una de esas personas. Desde julio de 2024 estoy constantemente con los Voluntarios y todos los sábados vengo al hospital e invito a los soldados a venir con nosotros. Sé que algunos de ellos no salieron del hospital durante varios meses. Veo cómo las miradas vacías cobran vida después de estos encuentros con los niños. ¡Estos cambios son inspiradores!"

El capitán Verba, que ha visitado ya varias parroquias, dice que "cuando los niños se acercan a la gente es sumamente conmovedor y llega hasta lo más profundo del alma". El dolor compartido se lleva mejor, también el de las heridas o el de los seres queridos muertos en el campo de batalla o en bombardeos. "Nuestra fuerza está en la unidad. Y es en estos niños que vemos el futuro", considera.

Pablo J. Ginés

Fuente: ReligiónenLibertad