Una incógnita referente a la muerte es si veremos nuevamente a quienes amamos o si perderemos la memoria para ser felices en la presencia de Dios
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Algunos pueden
tener serias dudas sobre lo que pasará después de la muerte, en cuanto a
conservar nuestras vivencias y ver a nuestros seres queridos. Según la fe de la
Iglesia, al ver a Dios no perderemos la memoria de nuestro pasado, sino que
conservaremos íntegramente nuestra identidad personal, de la que la memoria es
parte esencial.
Algunos textos
que pueden ayudarnos a comprenderlo son los siguientes:
1. Conservaremos
la memoria personal
a) Evangelio de
san Mateo capítulo 7, versículos del 21 al 23:
"No
bastará con decirme: ¡Señor!, ¡Señor!, para entrar en el Reino de los Cielos;
más bien entrará el que hace la voluntad de mi Padre del Cielo. Aquel día
muchos me dirán: ¡Señor, Señor!, hemos hablado en tu nombre, y en tu nombre
hemos expulsado demonios y realizado muchos milagros. Entonces yo les diré
claramente: Nunca les conocí. ¡Aléjense de mí ustedes que hacen el mal!"
En el versículo
22, donde se habla del último día, el día del Juicio Final, el día de la
resurrección de los muertos, se puede ver que se conserva el recuerdo de los
hechos realizados durante la vida terrena.
b) Un texto
relevante es también el relato de la historia del pobre Lázaro y del rico
epulón (Lc 16, 19-31), que presenta tanto la conservación de la
memoria personal como el encuentro entre personas que se conocieron en vida,
que ya murieron, pero que ahora están en relación, no solo mutua, sino con
Abraham, nuestro padre en la fe.
El sermón sobre
el juicio final que encontramos en Mt 25,
31-46, también implica el recuerdo de las acciones realizadas, unas que
conducen a la vida eterna, y otras que merecen la reprobación eterna.
2. Nos
encontraremos con nuestros seres queridos
Al mismo
tiempo, está patente en la Biblia el encuentro con los seres queridos en el
último día, el día de la resurrección de los muertos:
a) Segundo
libro de Macabeos capítulo 7, versículos del 20 al 29:
"¡Esa
madre que vio morir a sus siete hijos en el transcurso de un solo día fue
realmente admirable y merece ser famosa! Lo soportó todo sin flaquear, basada
en la esperanza que ponía en el Señor. Fue animando a cada uno de ellos en la
lengua de sus padres, y llena de los más bellos sentimientos, sostuvo con
coraje viril su ternura de madre. Les decía: "No sé cómo aparecieron
ustedes en mis entrañas, pues no soy yo quien les dio el espíritu y la vida, ni
quien ensambló los diferentes miembros que conforman su cuerpo. El
Creador del mundo, que formó al hombre en el comienzo y dispuso les propiedades
de cada naturaleza, les dará a ustedes en su misericordia el espíritu y la
vida, ya que ahora se menosprecian a sí mismos por amor a sus leyes".
Antíoco pensaba
que lo estaba insultando y maldiciendo. Como el menor aún estaba vivo, el rey
le dijo que si dejaba las tradiciones de sus antepasados lo haría rico y feliz,
e incluso le prometió con juramento que lo haría su amigo y que le encomendaría
altas funciones. Como el joven no le hiciera caso, el rey ordenó que se
acercara la madre y le insistió a que aconsejara al niño que salvara su vida.
En vista de tanta insistencia, ella aceptó persuadir a su hijo. Se aproximó
pues donde él y, engañando al cruel tirano, habló así a su hijo en la lengua de
sus padres: "¡Hijo mío, ten piedad de mí! Te llevé en mis entrañas nueve
meses, te amamanté durante tres años, te he alimentado y educado hasta la edad
que tienes; me he preocupado en todo de ti. Te suplico pues, hijo mío, que
mires el cielo y la tierra, y contemples todo lo que contienen; has de saber
que Dios fue quien los hizo de la nada; así apareció la raza humana. No le
temas a ese verdugo, sino que muéstrate digno de tus hermanos, acepta la muerte
para que te encuentre con tus hermanos en el tiempo de la misericordia".
Nota el
versículo 29, donde la madre de estos jóvenes espera encontrarse con ellos en
el día de la misericordia, es decir, el día de la resurrección de los muertos.
Lo que dice
la Liturgia de la Iglesia
En la Iglesia
tenemos un axioma bellísimo, que se expresa así: “Lex orandi, lex
credendi”, o bien “Legem credendi lex statuat supplicandi”, que
expresan una gran verdad: la ley de la oración es la ley de la fe, la Iglesia
cree como ora. La Liturgia es un elemento constitutivo de la Tradición santa y
viva (cf. Dei Verbum 8). (Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, 1124).
Pues bien,
sobre el encuentro con los seres queridos en la vida futura, he aquí lo que
dice la Plegaria Eucarística III:
Cuando
esta Plegaria Eucarística III se utiliza en las misas de
difuntos, puede decirse lo siguiente, que expresa con mayor fuerza este
encuentro:
La Plegaria
Eucarística IV, por su parte, señala lo siguiente:
Conclusión
La fe de la
Iglesia, expresada en la Escatología, el tratado teológico donde se reflexiona
sobre las realidades últimas, nos expresa que conservaremos la identidad
personal y, por ende, la memoria.
Además, la
reflexión teológica de textos bíblicos diversos y el examen de la sagrada
Liturgia nos mantiene en la convicción de que nos volveremos a encontrar con
nuestros seres queridos.
Jorge Luis Zarazúa
Fuente: Aleteia