Mary Mohammadi relata la valentía de numerosas mujeres cristianas en Irán que se niegan a llevar el hiyab porque implica aparentar una fe musulmana que no comparten.
Mary Mohammadi. Dominio público |
El siguiente texto se
publica con su autorización expresa como exclusiva en español.]
Irán
se ha convertido en una gran prisión para el pueblo iraní bajo la ocupación del
régimen de la República Islámica. La población de Irán sufre, entre otras
cosas, restricciones sociales, políticas y económicas. Sin embargo, no todos
los grupos están sometidos a las mismas presiones: hay algunos que se enfrentan
a una mayor discriminación
y opresión debido a ciertas afiliaciones que la República Islámica
considera indeseables.
¿Quién es un cristiano converso?
En
Irán se consideran “cristianos
conversos” todos aquellos cristianos iraníes que no son armenios, asirios o
caldeos, con lo que constituyen la mayoría de los cristianos de Irán. Los
cristianos conversos pueden ser de origen islámico o no islámico y son una de las
minorías religiosas que Irán no
reconoce. Incluso aquellos cristianos que nacieron en familias cristianas
porque sus antepasados se convirtieron hace varias generaciones no son
reconocidos como “cristianos” por la República Islámica si no pertenecen a las
etnias armenia, asiria o caldea, por lo que se ven privados de sus derechos civiles. Además, también se
enfrentan a conflictos violentos y legales.
Para
comprender mejor la complejidad de la discriminación que se vive en la sociedad
iraní, hasta ahora hemos examinado brevemente la comunidad cristiana iraní, uno
de los sectores más perseguidos de la sociedad iraní. Si reducimos aún más el
marco y nos centramos en la comunidad de cristianos conversos en Irán, se
aprecia claramente que las
mujeres son más perseguidas que los hombres. Un ejemplo de su sufrimiento
es la imposición del
“hiyab islámico” a las mujeres cristianas conversas; en Irán se exige desde
hace más de cuatro décadas. Muchas de estas mujeres, que suelen ser de origen
islámico, han renegado del islam. La realidad es que la sociedad iraní no es una sociedad islámica, sino diversa,
y que las leyes islámicas no pueden promulgarse y aplicarse para “todos” los
ciudadanos según ninguna norma o lógica. Sin embargo, la República Islámica
siempre ha intentado transmitir una falsa
imagen de la sociedad iraní como sociedad monolítica musulmana y ha
impuesto fácilmente el hiyab a todas las mujeres.
Los representantes de la República Islámica
imponen el hiyab a las mujeres no musulmanas
Además
de la existencia de leyes islámicas en la República Islámica que contradicen
los derechos de las mujeres y de los cristianos, las declaraciones de altos
representantes de la República Islámica son una prueba más de la determinación
ideológica de los servidores públicos del régimen de obligar a las mujeres no musulmanas a llevar el hiyab.
Por ejemplo, el difunto presidente Ebrahim Raisi declaró en una entrevista de televisión
el 7 de mayo de 2024 que incluso
quienes no creen en el hiyab deben seguirlo porque es la ley. La
“ley”, que debería ser un instrumento para mantener el orden y la igualdad
entre los ciudadanos y garantizar sus derechos frente a la opresión y la
tiranía, se ha convertido en un instrumento en manos del régimen para amenazar a las mujeres
que no quieren soportar el hiyab. Del mismo modo, Mohammad-Javad Montazeri, presidente del Tribunal Supremo,
declaró el 24 de abril de 2024: “En una sociedad islámica, especialmente en la
República Islámica de Irán, se espera que acaten la ley incluso aquellos que no son musulmanes o que no
acatan seriamente las normas islámicas, porque la ley es vinculante para todos
en el país”.
Es
decir: no sólo las leyes, sino también las declaraciones públicas de altos
cargos del régimen subrayan abierta y orgullosamente la grave violación del
derecho a la libertad, los derechos de las mujeres y los derechos de las
minorías religiosas, sin
temor a la condena por parte de las organizaciones de derechos humanos.
Hasta que los gobiernos no utilicen todas sus posibilidades y tomen medidas
concretas para debilitar dictaduras como este régimen, éste no sufrirá
consecuencias serias y reales y el pueblo de Irán, especialmente las mujeres y
las minorías, tendrá que
luchar solo y con las manos contra fuerzas de opresión fuertemente
armadas.
¿Por qué la presión sobre las cristianas
conversas es mayor que sobre los cristianos conversos?
El régimen no considera a los cristianos conversos como parte de la sociedad, sino como una herida supurante en la supuesta imagen del Irán islámico, que les contradice, por lo que intentar hacerles la vida insoportable de diversas maneras. El yugo que la República Islámica impone a la comunidad de cristianos conversos golpea con mayor dureza a las mujeres cristianas conversas. Las mujeres siempre han sido vistas como herramientas para impulsar los objetivos y las políticas misóginas de sistemas patriarcales como la República Islámica. Imponer el pañuelo islámico a las mujeres cristianas conversas es como obligarlas a renunciar a su propia religión y fingir que tienen creencias islámicas, pues no tienen ningún motivo para aceptar el código de vestimenta islámico. Esto no va sólo de un hiyab forzoso, sino también de una religión forzosa. Muchas mujeres cristianas de Irán han sido detenidas en la calle por la policía de la moral y otras autoridades; han sido golpeadas y obligadas a llevar el chador en cárceles y centros de detención de seguridad.
Las cristianas
conversas han rechazado valientemente los “privilegios” de las mujeres chiíes
por su profundo compromiso con el cristianismo y han optado por soportar los castigos y la
persecución por convertirse al cristianismo a la sombra del régimen de
la República Islámica. Quieren vivir, comer, vestir y hablar de acuerdo con sus
convicciones más profundas. Aunque han perdido sus privilegios y derechos ciudadanos por su fe
cristiana, desgraciadamente siguen teniendo que mantener el estilo de vida
islámico que les imponen las leyes del régimen y la coacción de las
autoridades. Por ser mujeres, sus cuerpos y su forma de vestir deben servir de “herramientas y escaparates”
para reflejar las ideas islámicas y políticas de la República Islámica. Si aceptan ser el mascarón de proa
que desea el régimen, tienen la sensación de que renuncian a su fe cristiana.
Y si se niegan, se enfrentan a la detención y la muerte a manos de la policía y
las fuerzas de seguridad cada vez que salen de sus casas.
¿Por qué la presión sobre las cristianas
conversas es mayor que sobre las demás mujeres, a pesar del pañuelo obligatorio
para todas ellas?
Independientemente
de que las cristianas conversas acepten o rechacen el hiyab islámico
obligatorio, tienen que asumir el coste de haberse convertido al cristianismo.
Esto significa que pertenecen a una minoría religiosa no reconocida y que se les niega todo, incluido el
derecho al trabajo, a la educación, etcétera. Con o sin hiyab, tienen que
llevar su cruz todos los días. Ser cristiano converso en Irán está
intrínsecamente plagado de dificultades, pero la situación de una mujer
cristiana conversa es difícil
de describir con palabras.
Mary
Mohammadi
Traducción del alemán:
José M. García Pelegrín.
Fuente: ReL