PAPA FRANCISCO: LA VIDA SIEMPRE ES DIGNA DE SER VIVIDA, INCLUSO CUANDO PARECE QUE TODO SE APAGA

El Papa Francisco publicó en la red social X un mensaje esperanzador, destacando que la vida “siempre es digna de ser vivida” y que Dios “nunca nos abandona”.

Papa Francisco y una joven durante la Audiencia General
Crédito: Vatican Media. Dominio público
“La vida siempre es digna de ser vivida, siempre hay esperanza para el futuro, incluso cuando parece que todo se apaga”, subrayó el Santo Padre. 

Además, reiteró que “nuestra existencia es un don único, tanto para nosotros como para los demás” y afirmó que “Dios nunca nos abandona; es más, sabe escuchar, alegrarse y llorar con nosotros”.

El Santo Padre ha resaltado en numerosas ocasiones a lo largo de su Pontificado el valor de la dignidad humana. 

En agosto de 2016 dedicó su catequesis  durante una Audiencia General a reflexionar acerca de la dignidad de las personas, y muchas veces ha exhortado a los católicos a valorar especialmente la de los pobres y necesitados. 

Cabe recordar que el Papa Francisco pidió expresamente al Dicasterio para la Doctrina de la Fe (DDF) del Vaticano elaborar un documento sobre este tema fundamental. 

Por ello, en abril de este año el Vaticano publicó el documento Dignitas infinita, en el que advierte sobre 13 graves violaciones a la dignidad humana.

Tampoco es la primera vez que el Santo Padre recuerda a los fieles que Jesús “no nos abandona nunca”. Así lo afirmó durante el rezo del Ángelus del pasado 23 de junio. 

Desde la ventana del Palacio Apostólico del Vaticano, el Pontífice aseguró que “Jesús no nos ahorra las contrariedades pero, sin abandonarnos nunca, nos ayuda a afrontarlas”.

También ha resaltado en repetidas ocasiones la importancia de mantener la esperanza a pesar de las dificultades y desafíos de la actualidad. 

Así lo afirmó en la celebración de las Segundas Vísperas de la Solemnidad de la Ascensión del Señor en mayo de este año, cuando declaró que todos necesitamos esperanza, especialmente  “en un mundo marcado por el exceso de desesperación”.

Por Almudena Martínez-Bordiú