“El escapulario y el rosario son inseparables” ya que “el escapulario es un signo de consagración a Nuestra Señora”.
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Sor Lucía (izq.) y la Virgen del Carmen (der). Crédito: Carlos Evaristo - Wikimedia Commons (CC BY-SA 4.0) |
Según
el sitio web Ordem do Carmo
em Portugal, aquel día también aparecieron ante los pastorcitos
San José, el Niño Jesús, Nuestra Señora de los Dolores y luego la Virgen del
Carmen.
Así
lo trasladó Sor Lucía en septiembre de 1949 al sacerdote de la Orden del Carmen
Donald O’Callaghan. La religiosa le dijo que la Madre de Dios no le dijo nada
sobre el escapulario, pero sí le dijo que “vendría como Nuestra Señora del
Carmelo y su interpretación era que la devoción del escapulario agradaba a la
Virgen y que Ella deseaba que se propagara”.
Al preguntarle luego sobre si la vidente creía que
el escapulario era parte del mensaje de Fátima, Sor Lucía respondió que
ciertamente “el escapulario y el rosario son inseparables” ya que “el
escapulario es un signo de consagración a Nuestra Señora”.
El
11 de febrero de 1950, el Papa Pío XII animó a “colocar en primer lugar, entre
las devociones marianas, el escapulario que está al alcance de todos”.
Más
tarde, en la fiesta de la Asunción de la Virgen de ese año, Sor Lucía volvió a
hablar sobre la aparición de la Virgen del Carmen y el escapulario, pero esta
vez lo hizo con el P. Howard Raffterty, también carmelita.
El
sacerdote dijo que “en muchos libros sobre Fátima, los autores no consideran al
escapulario como parte integrante del mensaje”. “Ah, hacen mal, Nuestra Señora
quiere que todos usemos el escapulario”, refirió la religiosa.
Sor
Lucía indicó que con lo hecho por el Papa Pío XII, “ahora ya el Santo Padre lo
confirmó a todo el mundo diciendo que el escapulario es señal de consagración”
y “nadie puede estar en desacuerdo”.
Traducido y adaptado por Walter Sánchez
Silva. Publicado originalmente en ACI
Digital
Fuente: ACI