Antonio Tavares de Mello fundó la Comunidad de Jesús Menino, presente en Brasil y Portugal
Lucas y Daniel, viven una segunda oportunidad en su vida gracias a Antonio Tavares de Mello y su iniciativa. |
A sus 25 años, Antonio Carlos Tavares de Mello –Tonio– quería ser
médico y dedicaba su tiempo libre a cuidar niños discapacitados. Un día uno de ellos le pidió
que fuese “su padre”. No lo dudó. A día de hoy, lleva 30 años rescatando a jóvenes minusválidos supervivientes de sus
propios abortos. Ellos, dice, son sus hijos adoptivos, y ya tiene 46.
Un milagro de la vida
Cuando Jean llegó a la comunidad católica Jesús Menino la
situación era crítica. Acababa
de nacer, casi sin cerebro, después de que su madre consumiese drogas durante el embarazo para intentar
abortarlo. Los sanitarios pronosticaron dos meses de vida.
Nueve
años después, sigue recibiendo los cuidados de la comunidad y su estado de salud ha mejorado considerablemente.
“El primer día que le vi estaba solo pero contento en la cama. Lo
primero que hice fue estar ahí con él y me prometí ayudarle a recuperarse”, relata Tonio
a National Catholic
Register.
“Creo que en ese momento el Espíritu Santo hizo algo”, añade: “Él –Jean– ve a Jesús cuando nosotros
no lo vemos. Es un milagro, un testigo de cómo el amor puede cambiar a una
persona”.
"Padre de
corazón" de supervivientes de abortos
Como Jean, decenas
de niños en su situación han pasado por el hogar de Jesús Menino, la mayoría de ellos supervivientes
de sus propios abortos.
“Es una misión humanitaria católica para proteger la vida humana.
En Brasil el aborto no es plenamente legal y las mujeres a veces toman drogas
durante todo su embarazo”, explica Tonio, lo que genera en muchos casos
consecuencias irreversibles.
Esta historia de entrega, compasión y amor comenzó una noche de
hace 30 años. Estaba visitando una comunidad de niños discapacitados como
voluntario cuando Alexandre,
un niño abandonado de unos 15 años se acercó a él y le preguntó: “¿Quieres ser
mi papá?”.
–Pero ¿cómo puedo ser tu padre si yo solo tengo 25 años y tú 15?
–Puedes ser mi papá de corazón –le propuso el joven.
Antonio clamó a Dios, desconsolado y preocupado por el futuro de
aquellos niños. Supo que la respuesta providencial no tardó en llegar cuando sintió dentro de si un impulso que
le decía: “Entrégales tu vida. Quédate con ellos”.
–De acuerdo. Seré
tu padre –le dijo a Alexandre.
Una vida de pobreza
dedicada a la defensa de los niños y de la vida
Casi de forma inmediata, Tonio comenzó los papeles para cumplir su promesa y cuidar al
joven de una forma estable, en un hogar.
Pronto obtuvo la autorización para trabajar con tres jóvenes. En 1990 alquiló su primera casa de
cuidados, y con solo 26 años adoptó
a tres niños. “Alexandre el primero”, relata.
“Vivíamos de la Divina Providencia. Le prometí a Dios que no tendría nada en mi nombre, que
viviría como lo hicieron José y María. Ha sido una alegría continua desde
entonces”.
De cinco años encerrado
a marcharse rodeado de amor
Con motivo de su reciente visita a la universidad Abat Oliba, Domingo Marchena,
de La Vanguardia, preguntó a
Tavares de Mello –Tonio– sobre el estado actual de su iniciativa.
A día de hoy, su primera residencia se ha ampliado a tres hogares –dos en Brasil y uno
en Portugal– entre los que atiende a más de 100 niños y adultos discapacitados que, como
Alexandre, “sufrieron infancias terribles, malos tratos y abandono”.
David fue uno de los primeros. Vivió cinco años encerrado en una habitación, sin contacto con
otras personas.
“Le arrojaban las sobras por un ventanuco de vez en cuando. Cuando tenía hambre arrancaba con
las uñas el yeso de la pared y se lo comía”, relata Tonio.
Recuerda que, cuando le rescataron, su primera impresión fue la de un ser deshumanizado y débil: “Aprendió a utilizar la ropa y los
cubiertos, a no morderse el brazo cuando estaba nervioso, a aceptar la
compañía. Por desgracia, falleció con 15 años, pero se marchó rodeado de amor y
en paz. Lo dejé todo por niños como él y ellos me lo han dado todo”.
"El padre y hombre
más feliz del mundo"
31 años después de la fundación de su primer hogar, la Comunidad Católica Jesús Menino ha adoptado a 106 niños y tienen
tres residencias, una en Petrópolis (cerca de Río de Janeiro), una en
Portugal y otra en Brasilia.
Petrópolis es
la más importante. “Vivo con 45 niños allí, 15 han muerto en los últimos años.
Es una especie de granja,
como un campamento, con muchas áreas diferentes”, detalla.
“La pequeña ciudad
de María”, como llaman a esta residencia, cuenta también con una escuela y una capilla y siempre
está un capellán como guía espiritual.
Como perspectivas de futuro, la organización pretende atajar el
problema del aborto antes de que se produzca el propio embarazo.
“Estamos comenzando a trabajar con mujeres embarazadas que se sienten abandonadas y
piensan en asesinar a sus bebés”, explica Tonio. Actualmente están
construyendo una casa para alojar a esas madres que se ven especialmente
llamadas al aborto por razones económicas.
Antonio Tavares de Mello dispone cada vez de menos recursos para proseguir su
labor asistencial, especialmente debido a su voto particular de pobreza.
Y sin embargo, las necesidades de sus apostolados y su carencia económica parecen no
quitarle el sosiego.
“Mírame”, concluye Tonio: “No tengo nada, todo lo que llevo encima
es prestado o regalado, y sin embargo soy el hombre y el padre más feliz del mundo”.
J.
M. Carrera