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Durante su embarazo se enteró de que tenía un fibroma de gran tamaño que
estaba creciendo dentro de ella. Su esposo recuerda que siempre fue el deseo de
Santa Gianna que salvaran la vida de su bebé.
La recomendación médica fue que se realizar un aborto terapéutico para
quitarle el fibroma, pero ella nunca dudó que a pesar de poner en riesgo su
vida, no cedería ante la presión de realizarse un aborto.
Lamentablemente una semana después de haber dado a luz a su bebé,
falleció.
Ella fue beatificada en el año 1994 por San Juan Pablo II, quien también
la canonizó en el 2004.
Cecilia Perrín
(Buenos Aires/Argentina)
Cecilia fue una mujer con firmes convicciones cristianas que dijo «no»
al aborto cuando le dijeron que era la única alternativa que tenía de salvar su
vida, era ella, o su bebé.
Cecilia nunca dudo de su elección. Falleció ocho meses después del
nacimiento de su hija ya que la enfermedad había avanzado irreversiblemente.
La Santa Sede aprobó en el año 2005 que se inicie su causa de
beatificación y canonización.
Bárbara Castro
(Córdoba/España)
Bárbara fue periodista de la delegación de medios del Obispado de
Córdoba.
Al enterarse de que padecía de un cáncer de lengua agresivo, no dudo ni
un momento en preferir la vida de su bebé a la suya propia.
El tratamiento que le proponían contra el cáncer, acabaría con la vida
de la hija que crecía en su vientre.
Su esposo recuerda: «Bárbara dio su vida por amor hacia su hija, hacia
mí y hacia Dios, que el sacrificio de mi esposa sirva para dar testimonio a
favor de la vida, estoy dispuesto a honrarla como ella merece.
Lorraine Allard
(Norfolk/Inglaterra)
Lorraine era una joven madre de 33 años que dio su vida por su hijo.
Padecía un avanzado cáncer de hígado, la única alternativa para tratar
de controlar la enfermedad era someterse a un tratamiento de quimioterapia y
esto acabaría con la vida del bebé que con amor esperaba ver nacer.
Sus palabras fueron: «Si voy a morir, mi bebé vivirá», así que desechó
la posibilidad de realizarse un aborto.
Su bebé nació prematuramente, y estaría en una incubadora para
mantenerle con vida. Lorraine comenzó su tratamiento contra el cáncer, pero
falleció debido al estado avanzado de la enfermedad.
«Los médicos nos dijeron que el cáncer no tenía cura, aunque trataron de
disminuir los tumores. El día que murió, Lorraine llevaba dos semanas sin comer
y no podía beber. Su muerte fue muy pacífica, me tomó la mano y nos abrazamos,
su corazón se apagó», dijo su esposo Martyn Allard.
Elizabeth Joice
(Nueva York/Estados Unidos)
A Elizabeth Joice le habían diagnosticado cáncer en los pulmones. Al
principio no quería vivir, pero con el apoyo de su novio, quien luego se
convirtiera en su esposo, decidió afrontar la enfermedad.
El pronóstico de Elizabeth era alentador, aparentemente había superado
la enfermedad. Cuando recibe la noticia de que sería madre, también se entera
de que el cáncer había regresado y más agresivo que la vez anterior.
El tratamiento contra el cáncer habría conllevado a la muerte de su
bebé, ella como toda Madre coraje, dio su vida para que su hijo naciera.
Se realizó una operación de emergencia para extirpar el tumor, pero no
permitió que le realizaran ningún otro tratamiento que pusiera en riesgo la
vida de su bebé.
Su hijo nació completamente sano, pero Elizabeth falleció poco tiempo
después.
Sarah Wickline
Hull (Luisiana/Estados Unidos)
A Sara le diagnosticaron durante su embarazo que tenía «linfoma
anaplásico de células grandes», un tipo de cáncer que afecta a los ganglios
linfáticos y otras partes del cuerpo.
La alternativa presentada por los médicos era que se realizara un aborto
terapéutico para luego continuar con los demás tratamientos contra el cáncer.
Esta valiente madre le dijo «no al aborto» a pesar de poner su vida en
riesgo.
En sus propias palabras contó que se había convertido al catolicismo y
su fe fue su apoyo en los momentos más difíciles: «Me convertí en 2007 y a mí
me diagnosticaron cáncer en 2008. Si no hubiera tenido fe, no sé cómo hubiera
logrado atravesar todo esto, especialmente por la enseñanza de la Iglesia sobre
el sufrimiento: el saber ofrecerlo por otros».
Javiera Suárez
(Santiago de Chile/Chile)
Javiera era joven, con una carrera periodística prometedora y una
familia en crecimiento cuando el cáncer cegó su vida.
Cuando cursaba el tercer mes de su embarazo le diagnosticaron
«melanoma», el tratamiento a este cáncer de piel acabaría con la vida del bebé
que crecía dentro de ella.
Ella dejó todo y se dedicó a cuidar de su salud en casa. Recibió a los
siete meses un tratamiento de inmunoterapia, pues las probabilidades de que el
cáncer se transmitiera al bebé eran muy altas.
Con el apoyo de las religiosas de las Hijas de la Caridad de San Vicente
de Paúl, asistía al Santuario de la Medalla Milagrosa en Santiago de Chile para
pedir con fe a la Virgen su intercesión para que su hijo naciera sano.
Gracias a Dios su hijo nación saludable. Ella participó posteriormente
en actividades para ayudar a otras personas que padecían de cáncer. Pero en
menos de dos años el cáncer acabó con su vida.
En una entrevista ella dijo: «La devoción a la Virgen y creer en Dios
reconforta y ayuda a enfrentar el cáncer que sea que te ponga la vida. La vida
es así, tiene altos y bajos. Y para esos altos, compartirlos con Dios es
espectacular. Y para esos bajos, aferrarte a Dios y a la Virgen, no
tienes
Fuente: Actuall/InfoCatólica