El italiano Luigi Ciotti ha creado la mayor red de lucha contra el crimen organizado
ReL |
Tiene 79 años,
pelo blanco y voz suave. Luigi Ciotti es un sacerdote católico
y un hombre sencillo. En un antigua fábrica de Turín, donada por la familia
Agnelli, tiene la base de las dos organizaciones que ha fundado para luchar
contra la mafia. Peter Conradi, para The Sunday Times, acaba de contar su historia.
Ciotti nació en
1945 en un pueblecito al noreste de Italia. Cuando era pequeño, su padre,
albañil, y su madre, ama de casa, se trasladaron a Turin en busca de una vida
mejor. A los 17 años, Luigi decidió ayudar a los sintecho. Tres años más tarde,
con el dinero de un sacerdote, fundó el Gruppo Abele, la primera de
sus dos organizaciones. Ofrecía comida y cobijo "sin juzgar el
estilo de vida de los necesitados".
La muerte de
don Pino
Con 27 años ya
era sacerdote, era un cura atípico que ayudaba a drogadictos y
prostitutas. El punto de inflexión en su vida se produjo en 1992,
cuando la Cosa Nostra, la mafia siciliana, asesinó a Giovanni Falcone -el
fiscal antimafia de la isla- y a su mano derecha, Paolo Borsellino.
Como la mayoría
de los italianos, Ciotti estaba horrorizado por los asesinatos y
decidió unirse a la lucha contra el crimen. Al año siguiente lanzó una
revista antimafia a la que llamó Narcomafie.
Una de las
primeras historias que cubrió fue el asesinato de don Pino
Puglisi, sacerdote siciliano enfrentado a la mafia y abatido a tiros.
Era la primera vez que el crimen organizado atacaba a un miembro de la
Iglesia.
En 1995, Ciotti
dio un paso más y creó Libera,
la mayor red de lucha contra la mafia. Todo esto bastaría para asegurarle a
Ciotti estar entre los grandes y buenos de Italia. Pero hay otro aspecto aún
más extraordinario.
En 2002, una
mujer nacida en el seno de un importante clan de la Ndrangheta se puso en
contacto con él. Era madre de dos hijos y había caído en desgracia por
frustrar el asesinato de su hermano. Desde entonces, Ciotti ha rescatado a
otras cincuenta mujeres, ayudándolas a escapar y buscándoles casa, trabajo y
escuela para sus hijos a cientos de kilómetros de los criminales.
La odisea de
Anna
Uno de los
casos más terribles a los que se enfrentó fue el de Anna. Lllevaba siete años
de matrimonio y se había acostumbrado a las ausencias de su marido. Su
esposo era hijo de un poderoso capo de la Ndrangheta, la despiadada
organización mafiosa de Calabria.
El padre de
Anna también era de la mafia, también tenía cosas que hacer y su esposa también
evitaba las preguntas incómodas. Pero una noche de septiembre de 2008 fue
diferente. Anna trabajaba hasta tarde en el restaurante local y le sorprendió
que su marido no se hubiera pasado por casa de su madre para recoger a
sus tres niñas.
A la mañana
siguiente seguía sin dar señales de vida y empezó a preocuparse. Con el
tiempo descubrió que lo habían asesinado. Su cuerpo, 16 años después, no ha
aparecido. Le aplicaron la lupara bianca, el método que los
mafiosos aplican a los restos de quienes infringen las normas de la familia:
los sepultan en los pilares de hormigón de los puentes o los disuelven
en ácido.
Anna era una
viuda de 19 años, y su familia política, y también la suya, esperaba que
aceptara lo sucedido. Pero ella, sin embargo, estaba desesperada. "Mi
familia me tenía controlada. Sabía lo que hacía, con quién hablaba, todo.
Aunque mi marido ya no estaba, tenía que acatar las normas de los
hombres de la familla".
Dos años más
tarde se hallaba en el supermercado y, mientras hacía cola para pagar, vio
en el mostrador un folleto de Libera -una red que lucha contra la
mafia- y empezó a leerlo. Cargaba la compra en el coche, cuando el tendero
salió a su encuentro. "Sabía de mi historia y quería indagar si estaba
interesada. Cuando le dije que sí, me dijo: 'Dame tu número, te llamo en unos
días'".
Pocos días,
después estaba sentada frente al sacerdote. "Lo primero que me preguntó
fue cómo estaba. Y me eché a llorar porque, hasta entonces, nadie se
había preocupado por mí. Me dijo que no me preocupara, que él lo
organizaría todo".
"Luego me
preguntó. ¿Estás segura de que quieres irte? Porque, si te vas, vendrán
a por ti. Yo no entendía a qué se refería, pero él tenía claro lo que iba a
pasar". Anna empezó a preparar su fuga en secreto. Solo confió su huida a
cuatro amigas, que aprovecharon la noche para cargar un camión de mudanzas.
Ella, mientras, metió a sus tres hijas en el coche y condujo 8oo kilómetros
hasta su nueva ciudad. Dejó a las niñas con una familia a la que Ciotti había
contactado y regresó para rematar la mudanza. Luego cerró la casa y sin dormir,
partió de nuevo hacia el norte.
Libera lleva
tiempo presionando para que se cambie el procedimiento que deben seguir
aquellos que quieren cambiar su apellido. Eso podría salvar la vida de
otras personas que intentan escapar de su pasado.
Torturada y
quemada
El caso más
espeluznante, sin embargo, fue el de Lea Garofalo, cuya trágica historia se
convirtió en una serie para Disney. Nacida también en Calabria en una familia
de la Ndrangheta, denunció a su marido, Carlo Cosco, después de que
este matara a un rival.
En noviembre de
2009, su marido la citó en Milán donde él vivía, con el pretexto de hablar de
su hija. Allí fue torturada y asesinada. Más tarde se descubrió que su
cuerpo había sido quemado casi por completo en el transcurso de tres días.
Tenía 35 años.
El sacerdote
Clotti fue una de las últimas personas que la vio. Según recuerda, Lea se
acercó a él en Florencia "Me dijo: 'don Ciotti, necesito que me
ayudes'". Ella le contó sus planes para irse a Milán, quería que su marido
le diera algo de dinero. "Le pedimos que no fuera", cuenta el
sacerdote. "Pero ella dijo que si iba con su hija él no la tocaría, que
le daría el dinero y la dejaría marchar".
Ciotti se ha
granjeado estos años enemigos poderosos. La seguridad que lo rodea es estricta,
cuatro personas y dos coches. Es reacio a dar detalles, pero la mejora de su
seguridad la provocó un incidente en una conferencia antimafia en 2018, cuando
la Policía tiró al suelo a un hombre que intentaba atacarlo. Se cree que el
golpe fue ordenado por Salvatore Totò Riina, el célebre jefe de la Cosa Nostra,
entre cuyos numerosos crimenes figuran los asesinatos de Falcone y Borsellino.
Antes de su
muerte, en 2017, Riina fue grabado en secreto diciéndole a un socio: "Cuando
salgas, quiero que mates a ese hijo de puta". Se refería a
Ciotti.
El valeroso
sacerdote cumple los 80 en septiembre de este año. Hace dos se sometió a un
bypass. "Los médicos me dicen muchas cosas -replica-. Pero yo no escribo
mi agenda, lo hacen las necesidades de la gente. Lo único que le duele
es el peaje que su trabajo le hizo pagar a su madre. Obsesivamente
preocupada por él desde que un periódico publicara lo del intento frustrado de
asesinarlo. A partir de ahí empezó a no poder dormir. Se puso enferma. Tenía 74
años cuando murió. Su padre, en cambio, pasó su jubilación ayudando en la organización.
Murió a los 99 años.
La labor de
Clotti despertó el interés del Papa Francisco, quien, en 2023,
recibió a un grupo de cincuenta madres y a sus niños rescatados por su
equipo.
Fuente: ReligiónenLibertad