El Catecismo, nos recuerda: "Desde la infancia hasta la muerte, la vida está rodeada de la vigilancia y la intercesión de los ángeles
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El Padre Pío, Santa
Gemma Galgani, Santa Francisca Romana y Santa Faustina tuvieron una relación
muy estrecha con su ángeles de la guardia. Puede que nosotros no los veamos
como lo hicieron este puñado de santos, pero Jesús dijo: "No despreciéis a
uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles en los cielos ven
siempre el rostro de mi Padre celestial".
Y el Catecismo, nos
recuerda: "Desde la infancia hasta la muerte, la vida está rodeada
de la vigilancia y la intercesión de los ángeles. Al lado de cada creyente
está un ángel protector y pastor que lo conduce hacia la vida. Ya aquí en la
tierra, la vida cristiana participa por la fe en la bienaventurada compañía de
los ángeles y de los hombres unidos a Dios (336)".
San Pío de Pietrelcina
El Padre Pío fue uno de
los santos que vio a su ángel de la guarda. Cuando era un joven fraile, fue
puesto a prueba por su confesor, que le envió cartas en idiomas que no conocía,
como el griego. Sin embargo, el Padre Pío sabía exactamente lo que decía la
carta. Poco después, el Padre Pío reveló: "Aunque la misión de nuestros
ángeles guardianes es grande, la misión de mi ángel es mayor, ya que
tiene la tarea adicional de enseñarme estos idiomas".
Con la ayuda de su
ángel, el Padre Pío incluso escribió en diferentes idiomas. A veces su ayuda
llegaba tarde. Una vez, mientras los demonios lo golpeaban, el Padre
Pío llamó a su ángel de la guarda para que lo ayudara, pero el santo
explicó: "Allí estaba, flotando cerca de mí, cantando himnos a la Divina
Majestad con su voz angelical".
Se quejó a su ángel,
pero después escribió a su amigo fraile que su ángel le había dicho: "Da
gracias a Jesús de que te trata como a un elegido para seguirlo en la empinada
subida del Calvario. Alma confiada por Jesús a mi cuidado, contemplo con
alegría y profunda emoción este comportamiento de Jesús hacia ti…".
Santa Gemma Galgani
"Gemma vio a su
ángel de la guarda con sus propios ojos, lo tocó con la mano, como si
fuera un ser de este mundo, y le hablaba como hace un amigo a otro",
escribe su director espiritual y biógrafo, el Venerable Padre Germanus
Ruoppolo, en La vida de Santa Gemma Galgani.
Gemma dijo: "Jesús
no me ha dejado sola; Él hace que mi ángel de la guarda esté siempre
conmigo". Su ángel la inspiraba en sus meditaciones sobre la Pasión de
Nuestro Señor. Le decía: "Mira lo que Jesús sufrió por los hombres.
Considera cada una de estas llagas. Es el amor el que las ha abierto. Mira
qué horrible es el pecado, pues, para expiarlo, ha sido necesario tanto dolor y
tanto amor".
Mientras estaba absorta
en la oración, Gemma vio a su ángel de pie junto a su cama. Él le dijo: "Jesús
te ama mucho. Ámalo tú también". También dijo: "¿Sientes cariño
por la madre de Jesús? Salúdala siempre, pues Ella aprecia mucho esa atención y
devuelve los saludos que se le ofrecen".
Al igual que el Padre
Pío, Gemma también enviaba a su ángel de la guarda a hacer recados,
como que fuera a pedirle permiso a Jesús y a María. Y su ángel de la guarda le
traía siempre una respuesta.
Santa Francisca Romana
Santa Francisca Romana
veía constantemente a su ángel de la guardia a raíz de que muriera uno de sus
hijos. Era tan brillante y cegador que ella no podía mirarlo
directamente, sino sólo el aura que lo rodeaba. Cuando estaba en profunda
oración o siendo atacada por el diablo, su ángel le permitía mirarlo
directamente. "Parecía un niño de unos 9 años".
"Sus ojos brillaban
y bailaban mientras la miraba. Tenía la expresión más amable y amorosa en su
rostro. Su cabello (rubio) era como un fino hilo dorado. Le llegaba hasta el
cuello y los hombros". La luz de su cabello le permitía leer el Oficio por
la noche. "A través del Ángel, ella podía ver dentro de los corazones
de los hombres y discernir cuándo el diablo estaba a cargo del alma
que tenía delante. El Ángel caminaba siempre delante de ella, a su derecha y a
su izquierda, sobre ella... siempre estaba allí para protegerla".
Santa Faustina Kowalska
"La apóstol de la
Divina Misericordia" también vio a su ángel de la guarda. Su ángel la
llevó una vez al purgatorio y al cielo, donde vio a los santos. También recibió
una visión del infierno. Escribió sobre estos lugares para informar a
las personas que estaban perdiendo la fe. Cuando era una joven monja,
Faustina viajó con su ángel "a un lugar brumoso y lleno de fuego en el que
había una gran multitud de almas sufrientes".
Una vez acosada por los
demonios, pidió ayuda a su ángel de la guardia: "Inmediatamente apareció
su figura luminosa y radiante y me dijo: 'No temas, esposa de mi Señor; sin
su permiso, estos espíritus no te harán ningún mal'. Inmediatamente los
malos espíritus desaparecieron y el fiel ángel de la guarda me acompañó, de
manera visible, hasta la misma casa".
Durante un viaje de
Vilna a Cracovia, Faustina vio a su "ángel custodio, que me acompañó
durante todo el viaje hasta Varsovia", escribió. "Cuando nos sentamos
en el tren de Varsovia a Cracovia, volví a ver a mi ángel a mi lado. Estaba
absorto en la oración y en la contemplación de Dios, y yo lo seguía con el
pensamiento" (Diario 490).
A veces, el ángel le
pedía que rezara por los moribundos: "Mi ángel de la guarda me dijo que
rezara por cierta alma, por la mañana me enteré de que se trataba de un
hombre cuya agonía había comenzado en ese mismo momento. Jesús me hace
saber de una manera especial cuándo alguien necesita mi oración. Sé
especialmente cuando mi oración la necesita un alma moribunda". En un
viaje, Faustina vio un ángel parado en cada iglesia por la que pasaba, lo que
indicaba que los lugares también tienen ángeles guardianes.
Fuente: ReligiónenLibertad