El Papa Francisco reconoce el martirio de un marista, director de escuela en barrio obrero
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El Papa
Francisco ha reconocido este lunes con su firma que el asesinato del marista
Francisco Benjamín May durante la insurrección de la Semana Trágica de Barcelona, en 1909, fue por odio a la
fe y que debe ser reconocido como mártir y beato.
Su nombre
religioso era Hermano Lycarion, y era el director y fundador del
colegio marista de Poble Nou en Barcelona. Era de origen suizo y había
servido en varias localidades catalanas y del País Vasco.
May nació el 21
de julio de 1870 en Bagnes (Suiza) y estudió en Francia. Fundó el colegio de
Poble Nou, a las afueras de Barcelona, al que iban hijos de familias obreras de
la zona. Cuando le asesinaron el primer día de la Semana Trágica, el 27 de
julio de 1909, tenía 39 años.
Hay al menos
otros dos sacerdotes que murieron asesinados en esa insurrección: el franciscano Ramón
Usó, y el párroco de Poble Nou, Ramón Riu Ceriola.
Violencia
anticlerical en la Semana Trágica
El colegio de
los maristas fue el primer edificio religioso en ser atacado en esa semana. La
revuelta empezó el 26 de julio y duró hasta ser duramente reprimida el 2 de
agosto. La violencia en las calles de varias ciudades causó 78 muertos (75
civiles y 3 militares); medio millar de heridos y 112 edificios incendiados.
De los
edificios incendiados, la inmensa mayoría (concretamente 80) fueron edificios
religiosos. La revuelta tenía una fuerte carga anticlerical por parte
de anarquistas y socialistas. Luego llegó una represión con miles de
detenciones, 2.000 personas procesadas y 175 penas de destierro, 59 cadenas
perpetuas y 5 condenas a muerte.
Profesor en
Cataluña y País Vasco
Lycarion llegó
a España en Mataró, donde aprendió español. Luego dio clases a niños pequeños
en Gerona y Torelló (Barcelona). Era un hombre emprendedor y con
capacidad intelectual. En Canet de Mar, a unos 50 km de Barcelona, fue
director del colegio 5 años. De allí pasó a Arceniega (Álava). Tenía cierto
encanto personal para tratar con la gente y hacer amigos y eso le
ayudaba a la hora de impulsar nuevas iniciativas.
Así, en 1906
llegó con otros hermanos maristas a Poble Nou, que entonces tenía unos
40.000 habitantes, muchos de ellos obreros pobres. Contaban con el
apoyo económico de Santiago López y Díaz de Quijano, primo del marqués de
Comillas e impulsor de la actual Universidad Pontificia de Comillas.
La escuela
estaba en una antigua fábrica rehabilitada, con buena iluminación y
ventilación. Había alumnos gratuitos y otros "recomendados"
(que pagaban), pero los hermanos no sabían si tal o cual niño eran de una u
otra admisión, y todos iban juntos a las mismas clases. El
hermano Lycarión era director y fundador.
El lunes de la
Semana Trágica los insurrectos lograron incomunicar Barcelona, dejándola sin
gas, sin luz y sin ferrocarril. En Sabadell, Mataró y Granollers se
formaron juntas revolucionarias que proclamaban la República, y
rápidamente atacaban edificios católicos. En Barcelona, el primer edificio
religioso en ser incendiado fue el del patronato de San José de los maristas de
Poble Nou.
Así fue el
martirio
El Hermano
Hipólito contó cómo transcurrieron los hechos de los que fue testigo.
El día 26,
entre las 11 o 12 de la noche, "nos vimos que del Patronato salen llamas.
Hombre y mujeres se congregaron frente al Patronato en la calle Wad-Ras dejando
a oscuras el sector al romper todas las bombillas de los faroles
públicos. Muy pronto comenzó a arder el Patronato por los cuatro
costados. Los Hermanos nos pasamos a la casa de la calle Llacuna, separada del
Patronato por un puente, y donde no peligraba por el fuego. Llegaron los
bomberos y apagaron el fuego".
»Los Hermanos
confiados de las buenas relaciones con sus alumnos y familias durante los tres
años de docencia, creyeron en esas halagüeñas palabras y siguieron al
traidor. El hermano director sale el primero. Cual no sería su asombro cuando
al llegar a la puerta de entrada, ve adelantarse al revolucionario y dice
a la gente amotinada en la puerta: «Aquí los tenéis».
» Sonó
un disparo y el H. Lycarión cayó para no levantarse más. Sus
compañeros pudieron escapar, pero uno, anciano, volvió sobre sus
pasos y se escondió en casa. Alguno de los revolucionarios se dio cuenta, le
siguió y quiso asesinarle. Afortunadamente en aquel momento llegaron algunos
de la Cruz Roja y al verle le dijeron: «Tírese a tierra y hágase el muerto». Así
lo hizo. Lo colocaron en la camilla y se lo levaron al dispensario». El resto
de los hermanos que componíamos la comunidad tuvimos que dispersarnos».
Ahora, con la
firma del Papa que reconoce el martirio, la familia marista se alegra y el
mártir podrá ser beatificado próximamente.
Pablo
J. Ginés
Fuente: ReligiónenLibertad