Lentamente
En la última fiesta que tuvimos,
necesitaba mermelada de tomate para un plato. Pero no, de esa no había en el
Monasterio... A punto de darme por vencida, de pronto tuve una idea. Teniendo
los tomates del invernadero, ¿por qué no hacerla yo misma? Nunca antes había
hecho mermelada, pero, ¡alguna vez tiene que ser la primera!
Cortar los tomates, añadir el
azúcar, fuego medio 45 minutos... Todo iba fenomenal, pero, al acabar...
aquello era zumo. Cualquier parecido con la mermelada era pura coincidencia.
-¡¡Ha quedado fatal!! -gimoteé.
-Déjame verla -me dijo sor Inés-
¡Pero si está muy bien! Lo que pasa es que la has quitado demasiado pronto del
fuego.
-Pero la receta dice que...
-¡Mujer, eso es orientativo! Depende del tipo de tomate, de lo maduro que esté...
Volví a ponerla al fuego y con
paciencia (mucha, mucha paciencia), ¡quedó estupenda!
¡Esto me ha llevado a orar un
montón! Sí, porque he descubierto que el Señor no tiene una medida exacta en la
que entramos todos, sino que se adapta a cada uno.
Cristo sabe de tu historia, de
tus sueños, conoce lo que te pesa y lo que te alegra... Sabe cómo estás de
maduro, el líquido que llevas dentro; Él no pretende transformarte en un
“tiempo previamente determinado”, sino que trabaja en ti con paciencia, poco a
poco; ¡Él no te meterá prisa!
Parece que el suyo es el arte de
esperar. Ahora que todo está a un click de distancia, me impresiona ver cómo la
naturaleza tiene sus ritmos: con la llegada del frío, todo parece apagarse a
esperar la primavera, ¡sin ninguna prisa!
Personalmente, a veces ese ritmo
que el Señor ha querido... me pone un tanto nerviosa. Sí, porque me encantaría
poder cambiar de un día para otro; y, sin embargo, Él me quiere enseñar que,
tanto yo como los demás, cambiamos muy lentamente.
Tal vez tenía razón ese sabio que
dijo que “la paciencia es la mas heroica de las virtudes, precisamente porque
no tiene nada de heroico”.
Pero lo fundamental en esta
espera es... ¡no apartarse del fuego de Su amor! Por muy líquido que estés, si
permaneces a Su lado, ¡Cristo hará el milagro!
Hoy el reto del amor es aprender
a esperar. Te invito a que hoy le pidas a Cristo poder verte a ti y a los demás
con Su mirada: no juzgues antes de tiempo, ¡todos estamos en proceso! ¡Sigue
orando y amando! ¡Feliz día!
VIVE DE CRISTO
Fuente: Dominicas de Lerma
