Francisco nos recuerda la
respuesta de Jesús: «“Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda
tu alma y con toda tu mente”» (v. 37). Y a continuación añade: «El segundo es
semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (v. 39).
El Papa continúa afirmando:
“Jesús concluye su respuesta con estas palabras: «De estos dos mandamientos
penden toda la Ley y los Profetas» (v. 40). Esto significa que todos los
preceptos que el Señor ha dado a su pueblo deben ser puestos en relación con el
amor de Dios y del prójimo”, y subraya: “De hecho, todos los mandamientos
sirven para realizar y expresar ese doble amor indivisible”.
Francisco cita al apóstol Juan,
quien afirma: «Quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a
quien no ve» (1 Jn 4, 20), y utiliza este planteamiento para concretizar
cómo se realiza y expresa el mandamiento del amor: “El amor por Dios se expresa
sobre todo en la oración, en particular en la adoración. Y el amor por el prójimo,
que se llama también caridad fraterna, está hecho de cercanía, de escucha, de
compartir, de cuidado del otro”. El Papa puntualizó que una falta para con el
amor es el hecho de que “a veces no tenemos tiempo para consolar al otro, pero
sí tenemos tiempo para comentar, para chismear sobre él”.
El Obispo de Roma nos muestra
cómo “Jesús nos ayuda a ir a la fuente viva y que brota del amor. Tal fuente es
Dios mismo, para ser amado totalmente en una comunión que nada ni nadie puede
romper”. Esta comunión es frágil y hay que fortalecerla para que “no se deje
esclavizar por los ídolos de este mundo”, insiste el Papa.
“Mientras haya un hermano o una
hermana a la que cerremos nuestro corazón, estaremos todavía lejos del ser
discípulos como Jesús nos pide”
El amor al prójimo es la manera
de verificar la eficacia de nuestro camino de conversión, afirma Francisco:
“Mientras haya un hermano o una hermana a la que cerremos nuestro corazón,
estaremos todavía lejos del ser discípulos como Jesús nos pide. Pero su divina
misericordia no nos permite desanimarnos, es más nos llama a empezar de nuevo
cada día para vivir coherentemente el Evangelio”.
Al finalizar su reflexión, el
Papa pidió la intercesión de María para que “nos abra el corazón para acoger el
“mayor mandamiento”, el doble mandamiento del amor, que resume toda la ley de
Dios y de la que depende nuestra salvación”.
Ciudad del Vaticano
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