Recibirán la púrpura el próximo
28 de noviembre: 9 son menores de ochenta años y entre ellos está el Custodio
del Sagrado Convento de Asís, el Padre Mauro Gambetti
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19.10.05 Concistoro ordinario per la creazione di tredici Cardinali (Vatican Media)
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Trece nuevos cardenales para la
Iglesia, nueve de ellos menores de ochenta años y por lo tanto con derecho a
participar en un futuro cónclave, a los que se añaden cuatro mayores de
ochenta. Es el anuncio, como siempre por sorpresa, que el Papa Francisco hizo
al final del Ángelus el domingo 25 de octubre, comunicando a los fieles en la
Plaza de San Pedro y de todo el mundo la creación de los nuevos cardenales.
Dos de los nuevos cardenales
pertenecen a la Curia Romana: son el Secretario del Sínodo de Obispos, el
maltés Mario Grech, y el italiano Marcello Semeraro, antiguo Obispo de Albano y
nuevo Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos. A ellos el
Papa ha unido a seis pastores de Iglesias en el mundo: el arzobispo de Kigali,
Rwanda, Antoine Kambanda; el arzobispo de Washington, EE.UU., Wilton Gregory;
el arzobispo de Capiz, Filipinas, José Fuerte Advincula; el arzobispo de
Santiago, Chile, Celestino Aós Braco; el vicario apostólico de Brunei,
Cornelius Sim; el arzobispo de Siena, Italia, Augusto Paolo Lojudice. Con ellos
el Papa también nombró al actual Custodio del Sagrado Convento de Asís, el
Padre Mauro Gambetti.
A los nueve cardenales menores de
ochenta años, el Papa Francisco también se ha unido cuatro nuevos cardenales
mayores de ochenta. Se trata de Felipe Arizmendi Esquivel, arzobispo emérito de
San Cristóbal de Las Casas (México); el nuncio apostólico Silvano Tomasi,
antiguo observador permanente en las Naciones Unidas en Ginebra, que trabajaba
en el Departamento para el Desarrollo Humano Integral; el padre Raniero
Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia y el párroco del Divino Amor Don
Enrico Feroci.
Los cardenales llevan el color
púrpura, lo que indica su voluntad de sacrificar "usque ad sanguinis
effusionem", hasta el derramamiento de sangre, al servicio del Sucesor de
Pedro, y aunque residan en las regiones más remotas del mundo se convierten en
propietarios de una parroquia en la Ciudad Eterna porque están incardinados en
la Iglesia de la que el Papa es obispo.
Vatican News