La conmovedora historia de una joven promesa del tenis que
abandonó el circuito profesional para dedicarse a los demás y convertirse en
religiosa
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Facebook-Andrea Jaeger-(Fair use) |
Andrea
Jaeger estaba llamada a convertirse en una de las grandes figuras del tenis
femenino. Martina Navrátilová fue su gran rival en la pista y podría haber
llegado tan alto como ella. Pero el destino le deparaba una vida muy distinta.
Andrea Jaeger nació el 4 de
junio de 1965 en Illinois. Desde muy pequeña demostró tener grandes dotes para
la raqueta y pronto se convirtió en una de las jóvenes promesas del tenis en
los Estados Unidos.
Sus largas y rubias coletas
se hicieron habituales en las pistas de todo el mundo.
Por
eso cuando en 1987, con tan solo veintidós años, dio a conocer su decisión de
colgar la raqueta para siempre, los aficionados al tenis quedaron consternados.
Podría haber llegado muy lejos pero tenía otros proyectos en su vida.
La decisión de Andrea fue en
parte motivada por una fuerte lesión en el hombro. Lejos de
hundirse, vio en aquel imprevisto una oportunidad para dedicarse a lo que
realmente deseaba, ayudar a los demás.
Tras dejar las pistas de
tenis, Andrea Jaeger se matriculó en la universidad para estudiar teología.
Ella misma lo explicó en su libro Primer
servicio: Siguiendo la llamada de Dios y encontrando una propuesta vital,
publicado en 2004:
“Mientras deambulaba a
través de los años con oraciones y búsquedas constantes, me di cuenta de que
Dios estaba orquestando cada momento de mi propósito y llamada: proteger y
ayudar a los niños.”
El dinero que había ganado
como deportista supuso el punto de partida para un proyecto filantrópico, la Silver Lining Foundation, una organización
de ayuda a los niños enfermos de cáncer.
Muchos
de sus antiguos compañeros en la pista de tenis se convirtieron en donantes
destacados para las causas de Andrea, entre ellos Pete Sampras, Andre Agassi o
John McEnroe. A este último le dedicó unas bonitas palabras de agradecimiento
en su libro:
“Gracias por ser un
luchador, un contribuyente, un amigo y una gran voz para que las personas donen
y apoyen a la Silver Lining Foundation”.
Sin duda estas celebridades
fueron importantes embajadores de las causas solidarias de su excompañera.
Además de su incansable
labor de ayuda a los enfermos, Andrea maduró durante mucho tiempo sus
sentimientos y su fe:
“La idea de Dios, envuelta
en el misterio, evoca una multitud de opiniones y creencias. Para aquellos que
buscan apasionadamente el corazón de Dios, la verdad es simple y fácil de
descubrir: Dios existe. Siempre he sabido esto, y al escribir este libro
descubrí cuán intrincadamente está entrelazada en la vida de creyentes y no
creyentes por igual”.
En
todo ese tiempo se dedicó en cuerpo y alma a labores
filantrópicas y nunca se casó.
En
2006, cuando había superado los cuarenta, decidió dar un paso más en su vida y
tomar los hábitos para convertirse en la hermana
Andrea.
Cuatro años después, decidió
regresar a la vida laica porque, como ella misma explicó en una entrevista a
Aleteia Francia, “mi asociación para ayudar a niños enfermos me lleva mucho
tiempo, es imposible conciliar las dos vidas. Ahora me levanto a las 5 de la
mañana para orar, leer la Biblia, ir a la iglesia, pero ya no
soy oficialmente una monja”.
En la actualidad, Andrea
Jaeger dirige la The Little Start
Foundation, una organización en la que ha invertido millones de dólares y
grandes esfuerzos para cumplir con aquello que un día sintió que era su destino
en la vida: ayudar a aquellos que más lo necesitaban.
Su
breve experiencia como tenista de élite le sirvió para alcanzar otro objetivo
aún más grande: “Dios me estaba preparando, no para una gran victoria en la
pista de tenis, sino para un propósito mayor”.
Sandra
Ferrer
Fuente: Aleteia