Es importante saber que la Iglesia es nuestra aliada”, testimonio de Yésica Patiachi del Pueblo Harakbu
El papa Francisco y Yésica
Patiachi Tayori se conocen personalmente desde el
encuentro con los pueblos de Amazonia en Puerto Maldonado, Perú (19 de enero de
2018). En esa ocasión, Yésica miembro de la pastoral indígena del Vicariato
Apostólico, pronunció un discurso que conmovió al Papa en el Coliseo Regional
Madre de Dios, y cuyo texto alimentaría una parte de la reflexión previa al Sínodo
Panamazonico actualmente en desarrollo en el Vaticano
(6-27 de octubre 2019).
“Todos
los días veo al Papa (en el Sínodo), me saluda, está en los pasillos, come con
nosotros, me gusta que sea un papa humano, un papa ‘como uno más’, no un papa
que tenga cierta jerarquía. Si…le tenemos mucho respeto, pero esa sencillez,
esa humildad, es lo que lo hace discípulo de Jesús porque está siguiendo su
ejemplo”, contó Yésica también docente
bilingüe del pueblo indígena Harakbut.
En el Perú cohabitan 55 pueblos
indígenas que hablan 47 lenguas originarias, de ellos 51 son pueblos indígenas
amazónicos.
Francisco en Puerto Maldonado descubría, una vez más la riqueza mayor de la Amazonía, que no son los minerales, ni la madera, ni el petróleo, ni el caucho. Son sus pueblos. “El Papa en este Sínodo nos está escuchando, nos está dando espacio, veo que siente nuestras necesidades y esperamos, pues, que este evento no quede sólo como un documento bonito, sino que sea parte de la solución a nuestros problemas. Es importante saber que la Iglesia es nuestra aliada”, sostuvo la mujer indígena.
Tribuna para los derechos humanos
“En el Sínodo, con la invitación
del Papa, los pueblos indígenas hemos tenido una tribuna
para denunciar esos delitos que atentan contra nuestra seguridad
territorial, alimentaria, salud intercultural, educación intercultural
bilingüe, resguardo de nuestros recursos naturales y saberes ancestrales, una
vida plena”.
En estos días, el Papa se volvió
a encontrar con la Sra Yésica y una buena representación de los pueblos
originarios de la selva, con sus danzas, sus colores, y sus culturas vivas.
“Rostros que dan fe de sus luchas y esperanzas. Sabidurías que dialogan con la naturaleza
en armonía con ella”, así como recordaría mons. David Martínez de Aguirre,
vicario apostólico de Puerto Maldonado.
La mujer indígena aplaudió “qué un
líder mundial como el Papa esté preocupado por el cuidado de los bosques de la
Amazonía y, esto para nosotros es un hito en la historia de los pueblos
amazónicos porque hay tantos líderes en el mundo y solo el
Papa se preocupa de nosotros”.
La Iglesia hace más de cien años
envió misioneros y misioneras para ayudar a poner fin a la barbarie desatada
por el caucho de esas selvas. Sin embargo, los atropellos, los asesinaos
continúan y las heridas queman en la memoria de la población indígena amazónica
de Perú.
Yésica es la voz en el Sínodo de
la historia triste vivida por el pueblo harakmbut, en Madre de Dios en Perú:
“tenemos miedo, porque los que son de otros lugares quieren desaparecernos”. A
inicios de siglo, la comunidad contaba con 50 mil habitantes en la selva sur
oriente.
“Con la llegada de los caucheros,
específicamente de Carlos Fermín Fitzcarrald, porque sé que hubo muchos más en
la Amazonia, cuentan mis abuelos que al rehusarse los harakmbut a no trabajar
como mano de obra barata, los mandaron matar. Los engañaron, los reunieron en
una isla. Alrededor de 10 mil harakmbut murieron ese día, ellos no conocían la
escopeta, ni las armas de fuego. Todos estos cadáveres fueron arrojados al Río
Madre de Dios. Obviamente, los cuerpos putrefactos, quienes vivían más abajo
bebieron estas aguas y murieron”, expresó.
Patiachi Tayori afirmó que el
misionero dominico José Álvarez Fernández fue quien ayudó a salvar a su
comunidad. “Por eso hoy estamos vivos y seguimos resistiendo. El espíritu de
nuestros antepasados nos acompaña”. Apaktone (en la nueva
grafía Harakbut Apagntonë) que se traduce por ‘Papá Sabio-Anciano’, fue el
nombre que recibió el legendario misionero dominico que trabajó durante 53 años
en las selvas de Madre de Dios. En el año 2000 se inició su proceso de beatificación.
El área amazónica del Perú es de
782.800 km2, el 60% de todo el territorio nacional, con una población estimada
en 3.221.000 habitantes, de los que 333.000 pertenecen a los pueblos indígenas
amazónicos, casi el 11% de los que viven en la selva.
Los pueblos amazónicos de Perú
lamentan la invasión de sus territorios. Las amenazas provienen de varios
actores y sectores económicos, desde los cortadores de árboles, los buscadores
de oro hasta las compañías petroleras y el estractivismo. Y en el Sínodo, ellos
claman al Papa: “Le pedimos que nos defienda”. La
auditora del Sínodo también cuestionó: ““¿Dónde
está la ONU? ¿Dónde está la OEA y otras instancias internacionales?, ¿Dónde
podemos denunciar los abusos, asesinatos, el maltrato a nuestro pueblo y las mujeres?”.
El
mundo necesita proteger a los pueblos indígenas
Cabe destacar que a inicios de
agosto de 2019, un informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU)
sobre cambio climático citó por primera vez los sólidos derechos a la tierra
para los pueblos indígenas y las comunidades locales como una solución a la
crisis climática. El informe especial del Grupo Intergubernamental de
Expertos (International Panel on Climate Change, IPCC) sobre el cambio
climático y la tierra, publicado el 8 de agosto, en Ginebra, analizó el papel
de las decisiones sobre manejo de la tierra tanto para reducir como para
adaptarse a lo peor que nos traerá el cambio climático, y destacó los derechos
a la tierra de los indígenas y de las comunidades locales como un factor clave
para lograr ambas tareas.
Ary Waldir Ramos Díaz
Fuente:
Aleteia