La Virgen me ha dicho 'prepara la tumba'
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Vatican Media |
En un breve
encuentro con los medios de comunicación, el cardenal Makrickas, arcipreste
coadjutor de Santa María la Mayor, explica por qué el Papa Francisco eligió ser
enterrado en la basílica liberiana: una indicación inspirada en la Madre de
Dios, representada en el icono del que el Pontífice era particularmente devoto
La última
visita. La más bella, porque supera todas las barreras del tiempo y del espacio
y se convierte en expresión de fe en la Resurrección. Es la que el Papa
Francisco hará mañana, sábado 26 de abril, a los pies de la Salus Populi
Romani, el icono mariano que, según la tradición, fue pintado por San Lucas y
se conserva en la Basílica Papal de Santa María La Mayor. Aquí será enterrado
el difunto Pontífice, tras la misa exequial presidida en el parvis de la
basílica vaticana por el cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio
Cardenalicio.
Testamento de
Francisco
Tal y como
indicaba en su testamento, Jorge Mario Bergoglio eligió como última morada
terrenal la Basílica construida según la tradición en el siglo IV, durante el
pontificado de Liberio. En un sueño, la Madre de Dios le había pedido que
construyera una iglesia en un lugar marcado por un acontecimiento prodigioso. Y
en la mañana del 5 de agosto de 358, en pleno verano, una nevada blanqueó la
colina del Esquilino, marcando el perímetro del lugar de culto.
Ciento
veintiséis visitas en doce años de Pontificado
Ciento
veintiséis visitas realizadas por Francisco a la Salus Populi Romani en doce
años de Pontificado: la primera el 14 de marzo de 2013, al día siguiente de su
elección como 265º Sucesor de Pedro; la última el pasado 12 de abril, en
vísperas de la Semana Santa; en el medio, los innumerables homenajes antes y
después de cada viaje apostólico y los cuatro ingresos en el Hospital
«Gemelli», que tuvieron lugar en 2021, dos veces en 2023 y finalmente la
estancia más larga, los 38 días transcurridos del 14 de febrero al 23 de marzo
de este año. El mismo icono mariano que el Pontífice quiso tener a su lado en
el parvis de San Pedro el 27 de marzo de 2020, durante la Statio Orbis
presidida con motivo de la pandemia de Covid-19.
En la
encrucijada de un camino
A los pies de
la Virgen, por tanto, volverá mañana el Papa, en ese templo liberiano que es el
más pequeño de las cuatro basílicas papales, el único dedicado a la Virgen, el
único que nunca ha sido destruido y el más antiguo dedicado a ella en el
Occidente cristiano. Es también la más cercana a la estación Termini, cruce de
gentes en incesante movimiento. Una metáfora, en cierto modo, del Pontificado
de Bergoglio, siempre «saliendo» al encuentro del prójimo y descentralizado,
cerca de las «periferias» geográficas y existenciales.
La «Rosa de
Oro» de 2023
Aquí, en la
iglesia donde San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, a la que
perteneció el Papa, celebró su primera misa la noche de Navidad de 1538; aquí
donde se conserva la reliquia de la Santa Cuna que acogió al Niño Jesús al
nacer; aquí, a partir de ahora, descansará Jorge Mario Bergoglio. Él mismo lo
había dicho en diciembre de hace dos años, en una entrevista con la vaticanista
mexicana Valentina Alazraki: «Quiero ser enterrado en Santa María la Mayor. El
lugar ya está preparado», había dicho, subrayando su gran devoción a la Virgen
María desde antes de ser elegido al trono de Pedro. «Cuando venía, siempre iba
allí los domingos por la mañana que estaba en Roma, me quedaba allí un rato.
Hay un vínculo muy grande», relató. Una devoción filial concretada también a
través de una «Rosa de Oro» con la que Francisco quiso homenajear a la Salus
Populi Romani en 2023.
El 13 de mayo
de 2022
La decisión del
Pontífice había madurado con el tiempo: como declaró a los medios de
comunicación el cardenal Rolandas Makrickas, arcipreste coadjutor de la
basílica liberiana «todo partió de un encuentro que tuvimos con el Santo Padre
en mayo de 2022, cuando entre las muchas cuestiones estaba la de una
intervención a la estructura de la Capilla Paulina». La fecha de ese encuentro
es una fecha mariana por excelencia, el 13 de mayo, memoria de la Santísima
Virgen de Fátima. «En aquella ocasión -señaló el cardenal- le dije, viendo que
venía tan a menudo a la Basílica, si no pensaba en establecer también aquí su
tumba». Al principio, el Pontífice «dijo que no, recordando que los Papas están
enterrados en San Pedro. Una semana después, sin embargo, volvió a llamarme y
me dijo: "La Virgen me ha dicho 'prepara la tumba'. Y más tarde añadió que
estaba contento porque “la Virgen no se ha olvidado de mí”». «Simplemente me
dijo: “Busca un lugar para mi tumba porque quiero que me entierren en esta
basílica”».
Cerca del altar
de San Francisco
El Pontífice
había explicado desde el principio que no quería ser enterrado dentro de la
capilla paulina, que alberga el icono de la Salus, «porque los fieles que
vienen aquí deben rezar al Señor, venerar a la Virgen, no mirar la tumba de un
Papa», dijo el purpurado. Por esta razón, la tumba se preparó en el nicho de la
nave lateral entre la Capilla Paulina y la Capilla Sforza, una de las primeras
construidas en la basílica. «Este lugar también parecía más adecuado por otra
razón -continuó el cardenal Makrickas-, porque el altar de San Francisco está
al lado. Así, el lugar parecía realmente perfecto».
Bajo la mirada
amorosa de María
El difunto
Pontífice, que en aquella época era monseñor y comisario extraordinario del
Capítulo de Liberia, dio también instrucciones para el lugar de la sepultura,
las mismas que las dadas en su testamento: «Deseaba que su tumba fuera humilde
y esencial, sencilla como fue su vida -señaló Makrickas-por eso sólo llevará la
inscripción de su nombre, Franciscus, y una reproducción de la cruz pectoral
que solía llevar, ampliada de tamaño. Otro detalle: la tumba es de piedra de
Liguria, de la tierra de sus antepasados», por parte de madre.
Isabella
Piro
Ciudad del
Vaticano
Fuente: Vatican News