Es
el Padre quien nos ha llamado, y es sólo Él, quien puede decidir hacernos
sentar en el banquete final”
En
el Ángelus del Domingo XXII del Tiempo Ordinario, el Papa Francisco recordó
que, “nadie puede ocupar el primer lugar en la mesa de Aquel que ocupó el
último lugar, es decir, el Verbo hecho carne por la más alta humildad, con la
finalidad de salvarnos a todos, hasta el último de los hijos del Padre”.
“Con la enseñanza del Evangelio de hoy, Jesús
construye un puente entre la mesa terrenal y la mesa celestial, aludiendo a la
comunión final con el Padre en la eternidad. La elección de ocupar el último
lugar expresa la conciencia de cuánto hemos sido amados sin nuestro mérito, por
pura gracia. Es el Padre quien nos ha llamado, y es sólo Él, la fuente de todo
beneficio y honor, quien puede decidir hacernos sentar en el banquete final”,
lo dijo el Papa Francisco en su alocución antes de rezar la oración mariana del
Ángelus del Domingo XXII del Tiempo Ordinario.
Una supuesta superioridad,
arruina la fraternidad
El
Santo Padre comentando el Evangelio de este domingo que, nos muestra a Jesús
que participa en un banquete en la casa de uno de los jefes de los fariseos, y
observa cómo los invitados corren para conseguir los primeros lugares señaló
que, “esta actitud es bastante común en nuestros días, y no sólo cuando se nos
invita a un almuerzo: buscamos el primer lugar para afirmar una supuesta
superioridad sobre los demás”. En realidad, precisó el Pontífice, esta carrera
hacia los primeros lugares perjudica a la comunidad, tanto civil como eclesial,
porque arruina la fraternidad.
La humildad, construye
relaciones auténticas
Ante
esa escena, el Papa Francisco dijo que Jesús narra dos breves parábolas, a
través de las cuales indica dos actitudes que son fundamentales en nuestras
vidas: la humildad y la generosidad desinteresada. La primera parábola,
señaló el Papa, se dirige a quien es invitado a un banquete, y le exhorta
a no ponerse en primer lugar, y recuerda que Jesús nos enseña a tener una
actitud opuesta. “Por lo tanto, no debemos buscar por nuestra propia iniciativa
la atención y consideración de los demás, sino más bien dejar que sean los
otros a dárnosla. Jesús nos muestra siempre el camino de la humildad, porque es
el más auténtico, que también nos permite tener relaciones auténticas”.
La generosidad
desinteresada nos lleva al amor de Dios
En
la segunda parábola, explicó el Santo Padre, Jesús se dirige a aquel que
invita y a la manera de seleccionar a los invitados a la fiesta. También
aquí, subrayó el Pontífice, Jesús va completamente contracorriente,
manifestando como siempre la lógica de Dios Padre. Y añade también la clave
para interpretar su discurso: “Porque recibirás tu recompensa en la
resurrección de los justos” (v. 14). Esto significa que quien se comporte de
esta manera tendrá la recompensa divina, muy superior al intercambio humano que
nos espera. El intercambio humano, de hecho afirmó el Papa, suele distorsionar
las relaciones, introduciendo intereses personales en una relación que debe ser
generosa y gratuita. En cambio, Jesús nos invita a la generosidad
desinteresada, para abrirnos el camino hacia una alegría mucho más grande: la
de ser partícipes del mismo amor de Dios.
Hemos sido amados sin
nuestro mérito, por pura gracia
Antes
de concluir su alocución, el Papa Francisco recordó que, con la enseñanza del
Evangelio de hoy, Jesús construye un puente entre la mesa terrenal y la mesa
celestial, aludiendo a la comunión final con el Padre en la eternidad. “La
elección de ocupar el último lugar expresa la conciencia de cuánto hemos sido
amados sin nuestro mérito, por pura gracia. Es el Padre quien nos ha llamado, y
es sólo Él, la fuente de todo beneficio y honor, quien puede decidir hacernos
sentar en el banquete final”. Nadie puede ocupar el primer lugar en la mesa de
Aquel que ocupó el último lugar, concluyó el Papa, es decir, el Verbo hecho
carne por la más alta humildad, con la finalidad de salvarnos a todos, hasta el
último de los hijos del Padre.
Renato
Martínez – Ciudad del Vaticano
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