Los
misioneros redentoristas lanzan al país y al mundo un mensaje de alerta roja
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| WEB3-HUNGER-GIRL-HAITI-FOOD-Feed My Starving Children (FMSC)-(CC BY 2.0) |
Haití
se está consumiendo. Lo que le faltaba –un gobierno eficaz—ha empujado a la
nación al desastre. El país más pobre del hemisferio occidental naufraga entre
la indecisión, la incapacidad y la corrupción del gobierno de Jovenal Moïse,
por un lado, y el hambre, el desempleo, la violencia y la represión del pueblo
llano, por el otro.
Al
menos 26 personas han muerto y otras 77 han resultado heridas en el pequeño
territorio de Haití durante las protestas que se han producido desde el pasado
7 de febrero, según el balance difundido este lunes por la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Las protestas comenzaron, justamente
cuando se cumplían dos años de mandato de Moïse.
Las
manifestaciones populares, lideradas por la oposición a Moïse y compuestas por
centenas de haitianos de los barrios más pobres de la de por sí depauperada
nación caribeña, han aumentado la inseguridad y limitado al mínimo una de sus
principales fuentes de divisas que es el turismo.
El
país más pobre de América, donde poco más de la mitad de sus once millones de
habitantes sobrevive con un ingreso diario de apenas dos dólares, se ha visto
envuelto en una crisis económica agravada por la depreciación de su moneda
oficial –el Gourde o “Peso gordo”—y por una espiral de inflación que parece no
tener fin.
A
la protesta por la carestía y la hambruna, le viene aunada la exigencia de
justicia por muy posibles irregularidades en el programa estrella de Hugo
Chávez (PetroCaribe, una alianza en materia petrolera entre algunos países del
Caribe con Venezuela, en la que compran el petróleo venezolano en condiciones
de pago preferencial) en la que estaría involucrada una empresa que dirigía
Moïse antes de llegar a la presidencia.
No aguanta más
“Hacemos
un llamamiento a la conciencia ciudadana de las diferentes partes para una
decisión patriótica, aunque sea a precio de grandes sacrificios: poner primero
el bien común”, fue el llamado de los misioneros redentoristas (Congregación
del Santísimo Redentor) que han estado viviendo y trabajando con el pueblo de
Haití durante años.
Previamente
los obispos de la Conferencia Episcopal haitiana habían denunciado en un
mensaje el resumen de la situación: mensaje la grave situación: “La hora es
grave, la pobreza aumenta, el bien común está amenazado”. ¡El país está al
borde del abismo! Esta situación no puede durar más”.
El
texto de los redentoristas, enviado a la Agencia vaticana de noticias Fides por
el Padre Renold Antoine, secretario regional de esta congregación destaca,
además de la situación política, la tremenda presión social que significa que
41 por ciento de la población económicamente activa de Haití está desempleada y
de aquellos que trabajan, dos tercios lo hacen en empleos informales.
El
gobierno ha reaccionado con lentitud desesperante y apenas anunció la reducción
en el costo de los bienes básicos y el incremento del acceso a créditos para
pequeñas empresas y la creación de una comisión de diálogo interno para
enfrentar la crisis política, medidas que la población considera insuficientes.
La mayor parte de los manifestantes han sido claros en una sola exigencia: la
renuncia del presidente Moïse.
“Lo
peor de todo, constatamos con mucha tristeza que la oposición actual no se
opone ni a la corrupción que es un cáncer para el país, ni al desempleo, ni a
la ineficacia del Estado, ni al clientelismo y al contrabando. Su único
remordimiento es no estar al mando del poder”, señala el texto del padre
Antoine.
Hay una barca común que
salvar
Tanto
los redentoristas como todas las comunidades religiosas de diversas
denominaciones que hacen trabajo humanitario en Haití, sobre todo tras las
catástrofes del terremoto de 2010 y el huracán Mathew, así como los obispos
reunidos en la Conferencia Episcopal, han sido enfáticos en invitar a la
oposición a “unir fuerzas e inteligencias para salvar nuestra barca común, que
es Haití”.
La
carta del padre Antoine exhorta a todos los actores políticos “a encontrar una
solución de sabiduría que tenga en cuenta los intereses superiores de la nación
y la defensa del bien común” hace un llamamiento a la conciencia ciudadana de
las diferentes partes para que encuentren “una decisión patriótica, aunque sea
a precio de grandes sacrificios”.
La
carta del padre Antoine termina con una advertencia y, al mismo tiempo, con el
señalamiento de un camino de esperanza: “Ya que el pueblo no puede más, la
situación está cada vez peor. Haití se salvará cuando se tenga un diálogo sin
fuerzas, con sinceridad, en el que todos participen y ponga en primer lugar el
interés colectivo”.
Pero,
tal parece, que la esperanza todavía tardará mucho en fincarse en los corazones
de los políticos haitianos.
Jaime
Septién
Fuente:
ACI Prensa
