Se
le concedió el título de defensor civitatis, protagonista de una gran obra de
caridad a favor de todos los perseguidos
El
Papa Pacelli es una figura que aún sebe ser estudiada a fondo, fue el
protagonista de una gran obra de caridad a favor de todos los perseguidos,
reinó en los difíciles años de la posguerra, indicando el camino para reconstruir,
a través de la democracia, todo lo que de bueno había sido eliminado por el
conflicto
Una
cierta publicidad lo retrata como el último representante de una Iglesia
anclada en el pasado, subrayando sólo la discontinuidad con su santo sucesor.
Sin embargo, Pío XII, nacido Eugenio Pacelli, es una figura que aún debe ser
estudiada a fondo y esto será facilitado en el momento de la apertura de los
archivos vaticanos relativos a su pontificado. El Papa Pacelli, conoció de
cerca las páginas oscuras del siglo XX, fue rehén de los revolucionarios
bolcheviques, vio nacer el nazismo del cual, siendo un joven nuncio apostólico
en Múnich, había constatado la peligrosidad, llegando a escribir en una carta
al cardenal Pietro Gasparri "que el nacionalismo era quizás la herejía más
peligrosa de nuestro tiempo".
Como
secretario de Estado, fue el fiel colaborador de Pío XI, compartiendo su
aversión a las ideologías totalitarias, pero también su intento de encontrar un
modus vivendi con los Estados más hostiles que garantizara un mínimo de
libertad a los cristianos. Se convirtió en Papa hace exactamente ochenta años,
en la víspera de una guerra que habría causado más de cincuenta millones de
muertos, culminada en el abismo de la Shoah, el genocidio de seis millones de
judíos perpetrado por los nazis.
Fue
un Papa exaltado y muy amado en vida. Se le concedió el título de defensor
civitatis, protagonista de una gran obra de caridad a favor de todos los
perseguidos. Reinó en los difíciles años de la posguerra, indicando el camino
para reconstruir, a través de la democracia, todo lo que de bueno había sido
barrido por el conflicto. Fue protagonista en acontecimientos políticos
italianos cruciales. Un cierto debate historiográfico, hoy finalmente menos
animado, lo presentó como el "Papa de los silencios" por su actitud
durante el Holocausto.
Pero
un juicio más sereno y profundo sobre su pontificado ayuda a comprender cómo el
Papa Pacelli, con sus decisiones y su magisterio, haya sido un puente entre una
época y otra, incluso en el ámbito eclesial. Fue él en 1952, durante la Guerra
Fría, quien en primer lugar actualizó, precisamente con respecto al comunismo, la
tradicional distinción cristiana entre error y errante.
El
Papa Pacelli publicó documentos doctrinales muy importantes y contribuyó a los
desarrollos consagrados por el Concilio Vaticano II, convirtiéndose en el
Pontífice más citado: abrió la aplicación del método histórico-crítico para el
estudio de la Biblia, apoyó el movimiento litúrgico y renovó los ritos de la
Semana Santa. Tomó en consideración la hipótesis evolutiva, abrió a los métodos
naturales de paternidad y maternidad responsables, internacionalizó el Colegio
Cardenalicio y en 1946 quiso lo que por 55 años quedaría como la
"creación" de nuevos cardenales más grandes de la historia. Canonizó,
como porcentaje de las ceremonias presididas, el mayor número de mujeres, más
que todos sus predecesores y sucesores.
Andrea
Tornielli – Ciudad del Vaticano
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