El Santo Padre prefirió
improvisar y entregó el discurso escrito para que después lo lean
El
papa Francisco visitó este viernes la universidad Roma Tre, un instituto
público en el que cursan unos 40 mil estudiantes. A continuación el texto
integral con las palabras del Papa:
“Señor
Rector. Ilustres profesores, queridos estudiantes y miembros del personal:
Les
doy las gracias por haberme invitado a visitar esta Universidad, la más joven
de Roma, y les dirijo a todos mi cordial saludo. Doy las gracias al rector,
Mario Panizza por sus palabras de bienvenida y deseo todo lo mejor para el
trabajo y la misión de este Ateneo. La instrucción y la formación académica de
las nuevas generaciones son un requisito básico para la vida y el desarrollo de
la sociedad. He escuchado vuestras preguntas y les agradezco. Las había leído
antes e intentaré responder tomando en cuenta mi experiencia.
Nuestra
sociedad está llena de buenas acciones, de solidaridad y amor hacia los demás:
muchas personas y muchos jóvenes, seguramente también entre ustedes, participan
en el voluntariado y en actividades al servicio de los necesitados. Y este es
uno de los valores más grandes del hay que estar agradecidos y orgullosos. Sin
embargo, si miramos a nuestro alrededor, vemos que en el mundo hay tantos,
demasiados signos de hostilidad y violencia. Como bien ha observado Giulia hay
muchas señales de un “actuar violento”.
Agradezco
tu pregunta, Giulia, porque precisamente en este año el Mensaje para la Jornada
Mundial de la Paz propone la no violencia como forma de vida y de acción
política. De hecho, estamos viviendo en una guerra mundial en pedazos:
Hay conflictos en muchas regiones del planeta, que ponen en peligro
el futuro de generaciones enteras. ¿Por qué la comunidad internacional y sus
organizaciones, no son capaces de prevenirlos o detenerlos? ¿Los intereses económicos
y estratégicos tienen más peso que el interés común en la paz? Sin duda, estas
son preguntas que encuentran espacio en las aulas universitarias y resuenan, en
primer lugar, en nuestras conciencias. La universidad es un lugar privilegiado
en el que se forman las conciencias, en una estrecha confrontación entre las
exigencias del bien, de la verdad y la belleza, y la realidad con sus
contradicciones. ¿Un ejemplo concreto? La industria de las armas.
Durante
décadas se está hablando de desarme, también se han puesto en marcha
procesos importantes en este sentido, pero, por desgracia, en la actualidad, a
pesar de todas las conversaciones y compromisos, muchos países están aumentando
el gasto en armas. Y esto, en un mundo que todavía lucha contra el hambre y las
enfermedades, es una contradicción escandalosa”.
Ante
esta dramática realidad uno se pregunta con razón, cuál debería ser nuestra
respuesta. Desde luego, no una actitud de desánimo y desconfianza. En
particular ustedes los jóvenes, no se pueden permitir vivir sin esperanza, la
esperanza forma parte de vosotros. Cuando falta la esperanza, falta la
vida; y entonces algunos van en busca de una existencia engañosa ofrecida por
los mercaderes de la nada que venden cosas que dan una felicidad temporal y
aparente, pero en realidad desembocan en callejones sin salida, sin futuro, en
auténticos laberintos existenciales.
Las
bombas destruyen los cuerpos, las adicciones destruyen las mentes, las almas, e
incluso los cuerpos. Y en esto doy otro ejemplo concreto de la contradicción
actual: la industria de los juegos de azar. Las universidades pueden aportar
una valiosa contribución a los estudios para prevenir y combatir la adicción a
los juegos de azar, que causan graves daños a las personas y a las familias y
altos costos sociales”.
Una
respuesta que me gustaría sugerir – y tengo presente la pregunta de
Niccoló – es que se comprometan también como universidades en proyectos
de condivisión y de servicio a los últimos, para fomentar en nuestra
ciudad, Roma, el sentido de pertenencia a una “patria común “.
Nos
interpelan tantas urgencias sociales y tantas situaciones de penuria y de
pobreza: pensemos en las personas que viven en la calle, en los emigrantes, en
los necesitados no sólo de alimentos y ropa, sino de un lugar en la sociedad,
como los que salen de la cárcel. Saliendo al encuentro de estas pobrezas
sociales, nos convertimos en protagonistas de acciones constructivas que se
oponen a las destructivas de los conflictos violentos y también a la cultura
del hedonismo y del descarte, basada en los ídolos del dinero, del placer, del
aparentar…En cambio, trabajando con proyectos, incluso pequeños, que favorecen
el encuentro y la solidaridad, recuperamos juntos un sentido de confianza
en la vida.
En
cualquier entorno, especialmente en el universitario, es importante leer y
enfrentar este cambio de época con reflexión y discernimiento, es decir sin
prejuicios ideológicos, sin miedos o fugas. Cualquier cambio, incluso el
actual, es un pasaje que trae consigo dificultades, penurias y sufrimientos,
pero también nuevos horizontes para el bien. Los grandes cambios exigen un
replanteamiento de nuestros modelos económicos, culturales y sociales, para
recuperar el valor central de la persona humana.
Riccardo
en la tercera pregunta se refería a “las informaciones que en un mundo
globalizado son vehiculadas sobre todo por las redes sociales”. En este ámbito
tan complejo, creo que es necesario operar un sano discernimiento, basado en
criterios éticos y espirituales. Hace falta interrogarse sobre lo que es
bueno, teniendo como punto de referencia los valores propios de una visión del
hombre y del mundo, una visión de la persona en todas sus dimensiones, sobre
todo la trascendente.
Y
hablando de trascendencia, quiero hablar de persona a persona y dar
testimonio de quien soy. Me profeso cristiano y la trascendencia a la que me
abro y a la que miro tiene un nombre: Jesús. Estoy convencido de que su
Evangelio es una fuerza de verdadera renovación personal y social.
Hablando
así, no les propongo ilusiones o teorías filosóficas o ideológicas, ni
tampoco quiero hacer proselitismo. Les hablo de una Persona que me salió
al encuentro, cuando tenía más o menos vuestra edad, abrió mis horizontes y
cambió mi vida. Esta Persona puede llenar nuestro corazón de alegría y nuestra
vida de significado. Es mi compañero de viaje; Él no defrauda y no traiciona.
Está siempre con nosotros. Se coloca, con respeto y discreción a lo largo del
camino de nuestra vida, nos sostiene especialmente en la hora de la pérdida y
la derrota, en el momento de la debilidad y del pecado, para volvernos a situar
siempre en el camino. Este es el testimonio personal de mi vida.
Non
tengan miedo de abrirse a los horizontes del espíritu, y si reciben el don de
la fe –porque la fe es un don– no tengan miedo de abrirse al
encuentro con Cristo y de profundizar la relación con él. La fe nunca
limita el ámbito de la razón, sino que lo abre a una visión integral del hombre
y de la realidad, defendiendo del peligro de reducir la persona a “material
humano”.
Con
Jesús no desaparecen las dificultades, pero se enfrentan de una manera
diferente, sin miedo, sin mentirse a sí mismos y a los demás; se enfrentan con
la luz y la fuerza que viene de Él. Y podemos llegar a ser, como decía Riccardo,
“operadores de la caridad intelectual”, a partir de la misma Universidad, para
que sea un lugar de formación a la “sabiduría” en el sentido más amplio
del término, de educación integral de la persona. En esta perspectiva, la
Universidad ofrece su contribución peculiar y esencial para la renovación de la
sociedad.
Y
la Universidad también puede ser el lugar donde se elabora la cultura del
encuentro y de la acogida de las personas de diferentes tradiciones culturales
y religiosas. Nour, que viene de Siria, ha hecho referencia al “miedo” del
occidental ante el extranjero, ya que podría “poner en peligro la cultura
cristiana de Europa”.
Aparte
del hecho de que la primera amenaza a la cultura cristiana de Europa está
precisamente dentro de Europa, el encerrarse en uno mismo o en su propia
cultura nunca es el camino para devolver la esperanza y operar una renovación
social y cultural.
Una
cultura se consolida en la apertura y en la confrontación con otras culturas,
siempre que tenga una conciencia clara y madura de sus principios y valores.
Por tanto, animo a los profesores y a los estudiantes a que vivan la
Universidad como un ambiente de diálogo auténtico, que no homologa la
diversidad ni tampoco la exaspera, sino que abre a una confrontación constructiva.
Estamos llamados a comprender y apreciar los valores del otro, superando las
tentaciones de la indiferencia y del temor. Nunca tengan miedo del
encuentro, del diálogo, de la confrontación.
Mientras
prosigue vuestra trayectoria de enseñanza y de estudios
universitarios, prueben a preguntarse: ¿Mi forma mentis se está
haciendo más individualista o más solidaria? Si es más solidaria es una buena
señal porque van contra corriente, pero en la única dirección que tiene un
futuro y que da futuro. La solidaridad, no proclamada con palabras, sino vivida
concretamente, crea paz y esperanza para cada país y para el mundo entero. Y
ustedes, por el hecho de trabajar y estudiar en la universidad, tiene la
responsabilidad de dejar una huella buena en la historia.
Les
agradezco de todo corazón por este encuentro y por vuestra atención. Que la
esperanza sea la luz que ilumine siempre vuestro estudio y vuestro compromiso.
Sobre cada uno de vosotros y sobre vuestras familias invoco la bendición del
Señor”.
Fuente:
Zenit