De 20 estudiantes a 100
millones de personas en 50 años
Hace
50 años, el fin de semana del 17 al 19 de febrero de 1967, una veintena de
estudiantes católicos norteamericanos, en la Universidad de Duquesne, se fueron
de convivencia a la casa de retiros El Arca y la Paloma, cerca de Pittsburgh
(EEUU). Allí rezaron para pedir el bautismo en el Espíritu, una acción potente
del Espíritu Santo que transformase sus vidas.
Al
principio, no pareció pasar gran cosa. Hicieron un descanso, empezaron a
preparar una fiesta de cumpleaños… pero poco después se encontraron con que
cada uno por su cuenta acudía a la capilla y allí no podían dejar de rezar.
Muchos alababan a Dios en voz alta, con entusiasmo. Otros sentían un gozo que
les llevaba a bailar. Otros lloraban de alegría. Algunos cayeron como
fulminados ante el Sagrario de la capilla, en un sentimiento de adoración
abrumador.
Cuando
volvieron a su campus universitario de Duquesne, se lo contaron a sus
compañeros de habitación, de alojamiento, sus amigos, parientes, hermanos,
novias y novios.
Aunque
la universidad era católica, nadie del clero local lo apoyó de ninguna manera,
el desinterés era completo. Fueron los jóvenes y algunos profesores quienes lo
contagiaron de campus en campus, de ciudad en ciudad. Cada semana necesitaban
juntarse y rezar, en voz alta y con mucha música.
A
través de gente activa en Cursillos de Cristiandad y en otras redes católicas
se extendió por Estados Unidos y por el mundo. Les llamaban “pentecostales
católicos” o “católicos carismáticos”. Así nació la Renovación Carismática
Católica.
Grupos espontáneos, sin
planificación
En
1969 se celebró un encuentro con 500 representantes de grupos católicos de
oración carismática, que nacían espontáneamente, como setas, sin planificación
ni organización centralizada. En 1970 había 200 grupos en EEUU; en 1972 se
contaban 12.000 carismáticos católicos en el país. En 1973 se hablaba de 1.200
grupos y 200.000 carismáticos.
La
chispa saltó de EEUU a Francia, a América Latina. De México y Colombia, a
través de un matrimonio misionero laico llegó a Barcelona en 1973, y enseguida
a Madrid, donde había un grupo “contagiado” por americanos de la base de
Torrejón de Ardoz.
Contar carismáticos es
difícil
¿Cuántos
católicos carismáticos hay actualmente? Imposible contarlos pero es la
corriente espiritual más grande dentro de la Iglesia. Se calcula que hay entre
100 y 130 millones de católicos que se definirían como carismáticos o que se
han nutrido espiritualmente en grupos carismáticos.
Solo
en Brasil hay censados (vagamente) más de 20.000 grupos de oración con unos 13
millones de carismáticos implicados. Hay que tener en cuenta que el resto de
movimientos grandes en la iglesia tienes solo algunos cientos de miles de
integrantes, y solo un par cuentan con algo más de un millón de personas.
La
Renovación Carismática Católica está extendida, sobre todo, en Estados Unidos,
Sudamérica, Caribe, India y África. En Europa cuenta con una presencia
importante en Francia y en Italia, y en años recientes se va extendiendo por
países de Europa Oriental.
Muchos
sacerdotes y obispos la acogieron con frialdad, desinterés o incluso
hostilidad, sobre todo en Europa. Para la jerarquía más interesada en los temas
sociales, los carismáticos eran demasiado místicos, desencarnados o
conservadores. Pero para la jerarquía más conservadora, los carismáticos, con
su música, sus maneras exhuberantes y desinhibidas y “todo ese alboroto”, eran
demasiado desordenados e impredecibles.
Uno
de esos jerarcas hostiles era un tal Jorge Bergoglio. Lo explicó así en 2015 en
el III retiro mundial de sacerdotes: “Cuando yo comencé a conocer el movimiento
carismático, esta corriente de gracia, era curita joven. Y me daba mucha rabia,
mucha rabia… me parecía que todos tenían algo mal en la cabeza. Y una vez en un
sermón, hablando del Espíritu Santo, dije que hoy día algunos cristianos
convierten el Espíritu Santo en una escola do samba. Pasaron los años y me di
cuenta cuán equivocado estaba: una gracia, ¡una gracia!”.
Una presencia consolidada
Después
de 50 años, la Renovación ha generado una multitud de conversiones, una
multitud de vocaciones y sus comunidades y sacerdotes ya han contado con
numerosos obispos, sobre todo en América del Norte y del Sur.
La
Renovación cuenta con un despacho en Roma para coordinarse con el Papa y la
curia, llamado ICCRS (Servicios Internacionales de Renovación Carismática
Católica, www.iccrs.org), pero “manda poco” y millones de carismáticos no saben
ni que existe.
Normalmente,
el carismático de a pie, en España, Colombia o Nigeria, lo que conoce es su
grupo de oración carismático (al que va con otras 5, 20, 50 o 100 personas), su
parroquia y algún servicio más en el que colabora en la Iglesia.
Cada
país suele tener una coordinadora nacional de grupos carismáticos. A veces, hay
dos, como es el caso de España o Italia, debido a conflictos internos, pero no
a una pelea por posesiones materiales porque no suele haber tales posesiones:
apenas hay locales, ni estructuras. En los grupos más grandes, suelen crearse
pequeños grupos “de crecimiento” o “maduración”, de 5 o 6 personas, que a
menudo quedan en casas. Pero no siempre es así.
En
España y otros países suele darse una estructura peculiar: cada grupo elige 3 o
más servidores o responsables, quienes a su vez votarán a los coordinadores
diocesanos, que votan coordinadores regionales, que votan la Coordinadora
nacional. Casi siempre son laicos y ejercen su cargo uno o dos mandatos, no
más. Cada pocos años hay elecciones. Pocas realidades eclesiales hay más
democráticas.
Las comunidades: más
compromiso y normativa
Hay
ocasiones en que se organizan comunidades de espiritualidad carismática más o
menos autónomas: algún obispo aprueba sus estatutos, empiezan a cobrar diezmos
o donativos, asumen funciones a largo plazo, crean servicios y ministerios y
fomentan más las vocaciones consagradas. Estas comunidades sí tienen recursos,
edificios y estructuras.
Esta
fórmula ha funcionado especialmente en Francia, con grandes comunidades con
miles de miembros como Emmanuel, Verbo de Vida o Camino Nuevo, y también en
Brasil, con Cançao Nova o Shalom.
En
Inglaterra, comunidades como Sion Community, Open Doors o Cor et Lumen Christi
aportan estabilidad, veteranía y liderazgo. La más grande, con más de un millón
de miembros, es la comunidad Shalom de Filipinas. En cualquier sitio con
inmigrantes llegados de la India están los grupos de jóvenes de Jesus Youth
(incluyendo los países del Golfo Pérsico).
En
España esta fórmula de comunidades casi no se da o son muy pequeñas. Quizá la
más grande es Fe y Vida, la impulsora de los Encuentros ENE de Nueva
Evangelización.
Doble militancia: ser
carismático… y varias cosas más
La
Renovación permite, e incluso fomenta, la “doble y triple” militancia. Es muy
común ser carismático y, a la vez, pertenecer a una orden religiosa.
En
España, durante un tiempo, los pocos sacerdotes carismáticos solían ser o
jesuitas o dominicos. En Colombia son famosos los religiosos eudistas, que
sirven en los ministerios carismáticos de Minuto de Dios. En Canadá los jóvenes
de espiritualidad carismática que quieren ser sacerdotes suelen apuntarse a
Companions of the Cross (www.companionscross.org), una sociedad de vida
apostólica que ya cuenta con 40 sacerdotes, 20 seminaristas y dos obispos en un
país muy descristianizado.
La
experiencia de los religiosos carismáticos es que se refuerza su carisma
propio: las clarisas se hacen más clarisas, los capuchinos, más capuchinos.
Espacios de espiritualidad
carismática
Los
carismáticos extienden su espiritualidad en 4 ambientes:
–
Con el grupo semanal: abierto a todo el mundo, incluso a no cristianos; en él
se reza, se canta, se alaba, se agradece a Dios su bondad, se le piden
cosas; los hermanos rezan unos por
otros; se comenta algo de la Biblia, se da alguna charla corta. Dura entre una
y dos horas.
–
Con los retiros: los hay de dos o tres días, de una semana entera. Pueden
tratar temas concretos (sanación, liberación, vocación, liderazgo, alabanza,
biblia, formación, etc…) o ir dirigidos a colectivos: niños, adolescentes,
jóvenes, familias, músicos, profesionales, sanitarios, religiosos…
–
Con encuentros de oración “especial”: misas de sanación o de liberación,
oraciones para pedir curaciones, milagros, oraciones de rechazo del mal, de
sanación física o espiritual o emocional… También pueden ser “especiales” los
encuentros de adoración y alabanza, con música de alabanza, a veces con el
Santísimo expuesto.
–
Con los “seminarios de vida en el Espíritu“, también llamados “Siete Semanas”:
inspirados en parte en los cursillos de Cristiandad, pero con contenidos
kerigmáticos (anuncio de la Salvación y conversión) y del Espíritu Santo. Se
anuncian e imparten en las parroquias, e incluyen una “oración de efusión del
Espíritu”, que con frecuencia es la llave a la conversión de muchas personas o
a un crecimiento en la fe.
El
papa Francisco, en ese encuentro de 2015, exhortó: “Les pido a todos y cada uno
que, como parte de la corriente de gracia de la Renovación Carismática,
organicen seminarios de vida en el Espíritu en sus parroquias, seminarios,
escuelas, en los barrios, para compartir el bautismo en el Espíritu. En la
catequesis para que se produzca, por obra del Espíritu Santo, el encuentro
personal con Jesús que nos cambia la vida”.
La efusión del Espíritu
En
el protestantismo de estilo pentecostal, además de doctrinas comunes
protestantes como “Sola Scriptura” y “Sola Fide”, hay muchos grupos que
propugnan que sólo tiene el Espíritu Santo quien “ora en lenguas”. Para la
doctrina católica (y eso incluye a los católicos carismáticos), tiene el
Espíritu Santo todo aquel que haya sido válidamente bautizado en nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Otra
cosa distinta, dicen los carismáticos católicos, es que los dones del Espíritu
estén adormecidos por falta de fe, ansia y práctica, y necesitan un “derramamiento
o efusión” para manifestarse. Por eso, cuando los protestantes hablan de
“bautizo en el Espíritu”, los católicos prefieren decir “efusión del Espíritu”.
Por
Pablo Ginés
Artículo
publicado originalmente por Religión en Libertad
Fuente:
Aleteia